La construcción del megapuerto de COFCO en Brasil marca un punto de inflexión en el comercio internacional de granos, con efectos que ya comienzan a sentirse también en el negocio lechero global. La inversión de más de 285 millones de dólares en el puerto de Santos busca mucho más que eficiencia logística: apunta a consolidar el control directo de China sobre el suministro de alimentos clave.
La nueva terminal, que podrá movilizar hasta 14,5 millones de toneladas anuales de granos y azúcar, tendrá capacidad para almacenar 490.000 toneladas y contará con cargadores capaces de despachar dos buques Panamax por día. A esta infraestructura se suma una inversión adicional de 206 millones de dólares para la compra de vagones y locomotoras, con el objetivo de reducir los costos logísticos entre un 10 y un 15%.
Esta estrategia refuerza el acceso directo de China a insumos estratégicos para su producción de alimentos y proteínas, eliminando intermediarios y asegurando precios más competitivos. Pero el impacto trasciende las fronteras del país asiático: la presión que esta eficiencia impone sobre los costos globales de producción ya afecta a otras industrias, incluida la lechera.
Mientras tanto, EE.UU. intenta contrarrestar la influencia de China con medidas como la reducción temporal de aranceles para sus exportaciones lácteas hacia ese país: del 145% al 30% durante 90 días. En paralelo, China también reducirá sus propios aranceles a productos lácteos importados, del 125% al 10%. Sin embargo, estas medidas son de corto plazo y no modifican el panorama estructural. Frente a un Brasil sin esas barreras comerciales, la competencia sigue siendo desigual.
En este contexto, México se consolida como un socio estratégico para la lechería estadounidense. En 2023, absorbió el 29% de sus exportaciones lácteas, por un total de 2.320 millones de dólares, frente al 7,6% que representó China. Además, más del 80% de los productos lácteos que importa México provienen de EE.UU., en un marco de reglas claras y bajos riesgos comerciales.
En un mercado cada vez más interconectado, las decisiones logísticas y geopolíticas sobre granos impactan mucho más allá del campo. También modelan el futuro de la leche.