El clima siempre ha cambiado, lo que no varió, es lo crucial del aporte de quienes producen los alimentos para nuestra supervivencia en la tierra.

El IPCC dice que el 3% de las emisiones anuales son de origen antropogénico ¿Por qué ese 3% impulsa el cambio climático y no el otro 97%? ¿Por qué son atacadas las maneras en las que se produce nuestros alimentos, traccionándolas hacia metodologías medievales, épocas de hambruna y mortandad?

El clima siempre ha cambiado, y en el pasado ha variado más y lo ha hecho más rápido de lo que imaginamos.

El nivel del mar siempre se ha movido, y no solo el par de milímetros por los que estamos enloqueciendo hoy, sino que hubo cambios de hasta 1500 metros.

La atmósfera ahora tiene menos del 0,04% de C02 de lo que ha tenido en la historia del tiempo, y ¿A dónde se fue todo ese C02? Entró en la tiza, en las conchas marinas, en la piedra caliza y en la vida. ¡Y sólo llevamos 2500 millones de años secuestrando C02 de la atmósfera!

El C02 es un gas natural, que ha dominado la atmósfera durante muy largo tiempo, y ahora se encuentra en un nivel peligrosamente bajo. Si redujéramos a la mitad la cantidad de C02 en la atmósfera, acabaríamos con las plantas terrestres, porque el C02 es el alimento de las plantas. No un contaminante.

Actualmente, estamos en una edad de hielo, que comenzó hace 34 millones de años, cuando Sudamérica se separó de la Antártida. Durante menos del 20% de ese período, hubo mucho frío en el planeta. En el 80% restante, el clima ha sido más cálido y húmedo y ha habido más C02 en la atmósfera. ¿Y qué hizo la vida? Prosperó.

Seis de las 6 grandes Edades de Hielo se iniciaron cuando el contenido de C02 en la atmósfera era mil veces mayor que el actual. No hay prueba alguna, que no esté amañada, de que C02 haya influido en el clima. 

El principal impulsor del clima, es el sol. Nuestra órbita cambia de elíptica a circular, y tenemos un ciclo de 90.000 años de frío y 10.000 años de calor. Ahora estamos en uno de esos ciclos cálidos.

Cada 43.000 años, el eje de la Tierra cambia un poco. Y cada 21.000 años tenemos un pequeño bamboleo. De vez en cuando recibimos rayos cósmicos procedentes de alguna supernova. 

Cada año los continentes se mueven un poco a gran velocidad, cambiando el equilibrio térmico de la tierra, impulsado por las corrientes oceánicas: los océanos transportan mucho más calor que la atmósfera.

De 1500 volcanes en la superficie del planeta Tierra, sólo medimos 20, y sabemos que un poco de C02 se escapa de ellos. Y hay al menos 3,47 millones de volcanes bajo el mar, que claramente desprenden enormes cantidades de C02.

Se miden con precisión las temperaturas desde 1850, con una exactitud de +- 1C°, pero pensamos que un aumento de 0,7°C va a causar un desastre, que una vaca pastando contamina más que un avión en vuelo y que es menester diezmar a los productores de alimentos.

Que la leche nos va matar a todos si no lo hace antes la carne, y que es mejor deglutir ultra procesados de laboratorio que los alimentos que nos brinda la naturaleza.

Se nos impone propaganda medio ambiental sin oportunidad de cuestionarla críticamente, desde el jardín de niños. ¿Qué parte de los últimos 330 años de calentamiento se debe a la actividad humana y qué parte es natural? ¿De cuándo a esta parte producir alimentos se volvió indigno?

La investigación del clima se ha vuelto una moda y un capricho perverso y corrupto que mueve incalculables cantidades de dinero, limpiando el piso con los valores de la Ciencia y el método Científico.

Bajo el irresistible argumento de cuidar nuestro planeta, entramos en el juego de que los humanos sobramos en la tierra y de que sólo le hacemos mal; y favorecemos a la divina pero mentirosa teoría, que hace que nobles y desprevenidos se autodestruyan y se sientan con el derecho de destruirnos a todos. 

Es el propósito de unos pocos que sueñan con que el mundo les pertenezca. Avivémonos.

¡Consumir lácteos hace bien! Y producirlos es una noble tarea que debemos venerar. Cuidemos a nuestros granjeros.

Valeria Hamann, con información de Ian Rutherford Plimer y el Prof. Klein, sobre Cambio Climático, Conferencia.

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