En el tiempo que tarde en leer esta información, de las granjas gallegas habrán salido más de 10.000 litros de leche. Con un volumen diario superior a los 7,6 millones de litros, Galicia no solo se consolida como la octava región láctea a nivel europeo sino que también bate su récord histórico al colocar en el mercado 2,8 millones de toneladas de leche durante el último ejercicio, prácticamente la mitad de lo que se produce en toda España y un 1,8% más que en 2018. Y todo esto pese a haber perdido el 90 % de sus explotaciones en los últimos treinta años, sin olvidarse del contexto, marcado por los bajos precios de la materia prima en origen —la comunidad acumula más de una década con las cotizaciones más bajas de todo el estado— y por la escasa rentabilidad de muchas explotaciones, que incluso encuentran dificultades para cubrir sus costes de producción.
En Galicia quedan apenas una décima parte de las explotaciones que estaban en activo hace tres décadas, cuando España empezaba a asumir la nueva realidad agraria derivada de su entrada en la Unión Europea y que, en el sector lácteo, supuso la adopción del sistema de cuotas lácteas, un mecanismo de regulación del mercado que establecía topes máximos a la producción de cada granja pero que, sin embargo, no logró frenar el imparable potencial productor gallego. Tanto es así que durante las tres últimas décadas el sector ha experimentado una profunda transformación que se traduce, tanto en un mayor dimensionamiento de las granjas, como en la mejora de los sistemas productivos y en un espectacular aumento de la calidad morfológica y sanitaria del rebaño.
Si en 1987, la producción láctea de Galicia se situaba en 1,4 millones de toneladas ahora es justamente del doble gracias sobre todo a animales de altísimo valor genético que, actualmente, promedian casi 8.000 kilos de leche al año cuando hace tres décadas, la cantidad apenas sobrepasaba los 3.200 kilos. No menos llamativos han sido los cambios experimentados por el tamaño de las explotaciones que, en tres décadas, han logrado multiplicar por siete su cabaña ganadera pasando de las nueve vacas de media de finales de los años 80 a las más de 60 actuales. Otro tanto sucede con la base territorial que, aún siendo escasa en este momento, quintuplica a la disponible en 1987 situándose en el entorno de las 15 hectáreas por explotación.
Inversiones de más de 1.500 millones de euros
Para alcanzar la situación actual, el sector ha tenido que pagar, sin embargo, un alto precio. A las granjas que no han aguantado el tirón y se han visto obligadas a cerrar sus puertas hay que unir el excesivo nivel de endeudamiento que sufren muchas, debido a los escasos márgenes de beneficio de su actividad y, principalmente, a las costosas inversiones que han tenido que llevar a cabo. Se calcula que durante la última década, las granjas han destinado más de 1.500 millones de euros a su modernización, cantidad sensiblemente superior a la desembolsada para el mismo fin por la industria transformadora.