Dejaron la ingeniería para volver al origen y, apoyándose en la ganadería familiar, crear un obrador de yogur artesanal y leche fresca pasteurizada. Kalekói es un homenaje al sabor genuino y digestivo.

En cierta forma, cada tarro de sus yogures condensa la vuelta a los orígenes. En el propio nombre, Kalekói -topónimo de Galicia 1.800 años a. C.- identifican ese compromiso con la tierra, los sabores de siempre, el valor de lo próximo y la riqueza de lo natural. Susana Aguiar y Álex Moure hicieron hace cinco años ese viaje de regreso a sus propios principios. Dejaron la ingeniería -ella industrial, él electrónica- para recuperar de la ganadería familiar de Rodeiro esencias perdidas a partir de la leche fresca. Ahora, acaban de lanzar el primer yogur de Galicia, el segundo en España, elaborado con la denominada leche A2.

«Ese era o leite que producían as vacas orixinarias en Europa, só con beta-caseína A-2, que ten mellor dixeribilidade e non xera tantos gases, ata que se cruzaron con touros de Australia, Nova Zelanda…», explica el propio Álex.

Ya tenían sus primeros yogures artesanos en el mercado, pero la inquietud de ir más allá les llevó a investigar y recuperar esa leche más digestiva. «Esto foi unha evolución, cada vez se len máis as etiquetas, infórmaste máis, vas vendo por aí… e decidimos ir a algo aínda máis saudable. Nós non somos médicos, pero contamos con investigadores da Universidade de Vigo», apunta. Carlos Spuch, del Grupo de Neurociencia Traslacional del Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur, avaló los beneficios científicamente y ellos echaron el resto para «crear algo propio e poñer en valor a gandería dos pais».

Y así lo hicieron. De normal «as vacas que temos non soen estar segregadas, non lle miras o ADN para saber se son leiteiras A1 ou A2, nós fixémolo e sacamos ó mercado outra gama, tanto natural como con froitas, arándanos, amorodos, vainilla, que esperamos sexa unha semente….. Se vas mercar lácteos, por que non comprar algo que che sente mellor?», argumenta el joven emprendedor de Lalín. Las negociaciones para lanzar su producto se iniciaron una semana antes de que la pandemia lo parase todo. Tras sucesivos retrasos, en septiembre llegó el momento de la mano de Gadisa y a partir de mayo estarán también en Eroski.

«Temos constancia de que hai empresas grandes intentando saír ó mercado con lácteos A2, pero elle complicado, porque hai que segregar as ganderías, pola trazabilidade… Nós somos pequeniños, facémolo á nosa escala», dice sobre las 110 vacas que proporcionan su materia prima y que les han permitido «ser os primeiros en sacar un iogur con leite A2 en Galicia». Cinco personas trabajan en el obrador, situado en Lalín por logística, y ahora mismo «producimos moi pouco a pouco», dice.
Transforman el 80 % de las 450 toneladas de leche. El fresco pasteurizado y los yogures son sus joyas. En el 2016, Kalekói producía 500 litros de yogur al día, hoy son más de 5.000. Ya han desarrollado un kéfir que pronto llegará a los lineales de Gadis y con Vegalsa están trabajando en nuevas referencias. «Son as cadeas galegas de referencia e son o escaparate perfecto. Están facendo un esforzo por o pequeno produtor de cerca», dice sobre la oportunidad de darse a conocer, al igual que ya hacen en los centros de El Corte Inglés, en tiendas gourmet y en ciertos puntos de hostelería, pequeño comercio especializado, además de en su puesto propio en la coruñesa plaza de Lugo.

Moure tiene claro que «nós en volume, na liña dos grandes industriais, non imos competir con ninguén, pero si en sabor», dice sobre una diferenciación que buscan en la calidad, el origen, el kilómetro cero, la alimentación natural y saludable y las exigencias de un público que busca el gusto de la tierra. «Hai xente que nos compra para facer requeixo, doces, postres, aí temos que estar», considera. Su facturación avanza ahora hacia los 500.000 euros y más que en ampliar piensan en dar a conocer su marca, satisfacer su nicho de mercado y, de paso, «intentar potenciar o rural galego», algo que, confiesa, no está exento de complejidad. El hueco que se están haciendo profundiza, y también homenajea, la herencia recibida y no pocas veces han escuchado aquello de que el gusto de Kalekói recuerda a los vasos de leche de la infancia en casa de los abuelos. «Haberá que felicitar ás vacas», bromea Álex aludiendo al éxito de una fórmula que, en definitiva, busca rescatar lo genuino.

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