Por su condición de primera necesidad, la producción del sector de alimentos garantizó la estabilidad y le generó un crecimiento. Tan solo al comienzo del aislamiento obligatorio, el gasto de los hogares colombianos en este rubro aumentó 17,7%.
Bodegas de Almacenes Éxito en Funza, Cundinamarca, mayo de 2020. Foto: Juan Carlos Sierra / Semana

Hacer mercado se volvió una prioridad mayor desde mediados de marzo, cuando —incluso antes de que se iniciara la emergencia sanitaria y económica causada por la pandemia— los hogares colombianos comenzaron a abastecerse de alimentos porque el confinamiento preventivo se veía venir.
Según Raddar Consumer Knowledge Group, el gasto de los hogares en alimentos aumentó un 17,7%, al comparar marzo de 2020 frente al mismo mes de 2019.
“En las canastas de alimentos producidos por la industria, el crecimiento fue de 26,9%, representando el incremento más alto desde que seguimos esta serie histórica”, anota Camilo Montes, director ejecutivo de la Cámara de Alimentos de la Andi.
Desde el inicio de la cuarentena, el gremio y sus empresas afiliadas anunciaron que trabajaban de manera articulada con el Gobierno para garantizar que las cadenas de abastecimiento operaran pese a las dificultades y que, por ende, los colombianos pudieran acceder a la comida. Y así ha sido hasta el momento.
Pero, mantener la despensa llena no ha sido nada fácil. Si bien es una cadena que en condiciones normales sigue estrictos protocolos para garantizar la inocuidad de los alimentos, una pandemia les exige más: un caso positivo de COVID-19 podría parar una planta.
Las empresas del sector han tenido que adaptarse y hacer ajustes a su funcionamiento. Alquería, por ejemplo, ha invertido cerca de $7.000 millones en el cuidado de sus colaboradores. Desde el 3 de marzo, la empresa empezó a implementar el protocolo de bioseguridad que, además de las medidas ya conocidas de lavado de manos y uso de trajes de protección, incluye un plan de beneficio de salud para los distribuidores y auxiliares con el servicio de consulta domiciliaria, test de diagnóstico y un equipo de profesionales de la salud conformado por 11 médicos y 15 enfermeros.
“Así seguimos abasteciendo a 160.000 tenderos y recogiendo la leche de 13.000 ganaderos, operando los 21 centros de acopio y las siete plantas a nivel nacional (dos en Cajicá y el resto en Funza, Santander, Aguachica, Medellín y Palmira)”, señala Carlos Enrique Cavelier, coordinador de sueños de Alquería. La empresa tiene 4.500 colaboradores directos e indirectos, de los cuales más de 1.000 están en la modalidad de teletrabajo desde el 12 de marzo.
Por su parte, el 5 de marzo, el Grupo Nutresa creó un comité de gestión para evaluar la evolución de la pandemia e interactuar con los equipos de respuesta local de los negocios de la compañía.
La organización cuenta con un total de 45.803 puestos de trabajo al cierre de 2019, en los 14 países donde tiene presencia directa, lo que incluye empleos directos, indirectos y aprendices. “A hoy, en todo Grupo Nutresa tenemos cerca de 500 colaboradores vinculados en modalidad de teletrabajo y más de 5.500 trabajando remotamente desde casa”, cuenta Carlos Ignacio Gallego, presidente del Grupo.
Además de todas las medidas de higiene, desinfección y prevención, y dotación de elementos de bioseguridad, la organización ha fortalecido sus plataformas de e-commerce para llegar directamente a la casa del consumidor, así como sus canales digitales para la toma y entrega de pedidos, envíos a domicilio, incluso modalidades para recaudos de clientes. “En paralelo, nos hemos concentrado en la optimización de portafolios de productos dentro de aquellas categorías de mayor demanda, como pastas, carnes frías, galletas y cafés”, enfatiza Gallego.
El sector de alimentos no dejo de producir durante la emergencia1
REINVENTARSE, LA PALABRA DE MODA
Aunque los principales cambios para las grandes empresas del sector han sido similares, la realidad no es la misma para las pequeñas y medianas empresas. Algunas de ellas han tenido que reinventarse, la palabra de moda.
Este es el caso de Vilaseca, una empresa colombiana de charcutería fundada en 1944, que en abril incorporó a su oferta de productos las carnes frescas. La compañía se vio afectada por el cierre de hoteles y restaurantes, ya que el 80% de sus ventas provenían de esta categoría y el 20% de supermercados y tiendas de conveniencia. Como consecuencia, sus ventas disminuyeron un 40% y, por eso, decidieron enfocarse en atender el mercado del consumidor final.
“Pensamos en los productos que más consumo y frecuencia tienen en los hogares y como manejamos carnes de excelente calidad para fabricar nuestros productos, las incluimos en nuestro portafolio y les pusimos nuestra marca. Además, así apoyamos a nuestros proveedores”, comenta Martín Alfonso Vilaseca, gerente general.
El nuevo plan requirió construir en tiempo récord un sitio web orientado al consumidor final y habilitar una línea de WhatsApp para recibir los pedidos de sus clientes. La recepción ha sido muy buena y continuarán fortaleciendo estos canales mientras se abren los hoteles y restaurantes, lo cual esperan que suceda a finales del año.
Para Montes, de la Cámara de Alimentos de la Andi, el uso de las herramientas digitales ha sido clave, porque “a través de ellas hemos podido encontrar alternativas que nos permiten responder de manera más precisa a las condiciones del mercado y a los requerimientos de los consumidores. Queremos aprovechar los desafíos de la pandemia para acelerar la transformación digital de toda la cadena”.
Actualmente, son alrededor de 39.000 empresas y 260.000 empleados del sector que alimentan a los hogares, mientras poco a poco se siguen flexibilizando las medidas de aislamiento.

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