La mayor parte del rodeo lechero nacional es inseminado con semen importado, seleccionado mediante evaluación genómica.

La producción láctea está en riesgo de ser gravemente afectada por los laberintos burocráticos de la aduana argentina. En las últimas horas se han implementado cambios en la importación de diferentes mercancías y el semen bovino pasó a ser un producto con Licencia No Automática, lo que complejiza y pone en riesgo las operaciones actuales.

“No podemos estar en la misma categoría que la bijouteríe, el whisky y no sé qué otras cosas que están en esa lista. El semen tiene un impacto muy importante sobre la producción”, dijo en diálogo con Clarín Rural Máximo Russ, presidente de la Asociación de Criadores de Holando Argentino, y se mostró confiado de que el Gobierno recapacite, más aun teniendo en cuenta que el propio secretario de Agricultura Juan José Bahillo es productor tambero.

Según explicó Russ, de las cerca de dos millones de vacas de razas lecheras que hay en la Argentina, 1,5 millones reciben inseminación artificial, y de ellas 1,2 millones (el 90 por ciento) se realiza con semen importado. Considerando que en cada servicio se utilizan en promedio algo más de dos dosis, se estima que cada año la Argentina importa alrededor de 2,5 millones de dosis de semen de razas lecheras, principalmente desde Estados Unidos y Canadá, donde están los rodeos más desarrollados, pero también desde Nueva Zelanda, Alemania, Francia e Irlanda.

“Si no cambian el sistema, inmediatamente se verá un impacto porque va a faltar semen para preñar a nuestras vacas. La producción de semen nacional no es competitiva en precio ni en volumen para cubrir ese faltante”, advierte Russ y explica que la explicación se encuentra en la falta de tecnología. “Hoy en día en los países desarrollados tenemos las evaluaciones genómicas, algo que acá todavía no pudimos desarrollar. Al no tener esas herramientas no podemos seleccionar los toros como corresponde”, dice.

Según explica, a diferencia de las razas de carne, donde la selección genética se puede hacer por observación fenotípica, en la lechería se hace con información genómica. Es decir que se analiza el genoma de cada animal y se los selecciona según sus cualidades productivas (producción de leche, grasa y proteína), de salud (fertilidad, perdurabilidad, ausencia de deficiencias metabólicas, etc…) y de tipo (vacas altas o bajas, con ubres y pezones chicos o grandes…).

Según un comunicado del Foro Argentino de Genética Bovina, hoy se importa semen por un valor de U$S 15 millones y se exporta por un aproximado de U$S 4 millones, número que crece año a año. “Es un balance comercial insignificante para el país, pero con muy alto impacto en la productividad pecuaria”, afirmaron y advirtieron que las restricciones “ponen en riesgo la eficiencia productiva de la Argentina y su sostenibilidad y pueden hacer perder mercados que ha llevado años conquistar”. “Un trabajo de muchas décadas de mejora continua que apunta a tener la mejor calidad en nuestros rodeos es echado por tierra en minutos, además de la inversión y el trabajo que se lleva adelante en coordinación con SENASA para lograrlo”, indicaron.

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