Los ganaderos tienen miedo a producir con pérdidas y la industria teme no disponer en este otoño de leche suficiente, circunstancias que han marcado las últimas negociaciones para renovar al alza los precios en miles de contratos.

Miles de ganaderos de leche de vaca han procedido recientemente a la negociación de la renovación de sus contratos de compraventa con las industrias en un clima marcado por el miedo mutuo debido a la evolución general de la economía y muy especialmente por la situación en el sector, con incremento de costes y descenso de la oferta. Globalmente, el resultado de las negociaciones -aunque miles de contratos siguen sin cerrarse- se puede considerar como equilibrado, con unos precios que responden parcialmente a las posiciones de la producción y asumibles para las industrias. En el aire quedan sin embargo los interrogantes sobre las estrategias que pueda llevar a cabo la gran distribución en relación a un producto elegido habitualmente como reclamo. En este contexto, lo que no se puede obviar es que la leche subirá de precio al consumidor, incorporando los incrementos de costes que se han producido en el conjunto de la cadena.

Desde la perspectiva de los ganaderos, las negociaciones se planteaban como una nueva oportunidad para lograr unos precios que cubrieran realmente los incrementos de los costes de producción por la subida de los precios de los piensos y de otros conceptos importantes como la energía. Los productores en origen, especialmente en las explotaciones más pequeñas, tenían miedo a seguir produciendo a pérdidas.

Datos manejados por el observatorio de la organización de productores de leche AGAPROL, con más de un millón de toneladas en manos de sus socios, señalan la existencia de unas pérdidas de 4,2 euros por cada mil litros de producción en noviembre de 2021. Y esta cifra se ha ido incrementando en los últimos meses hasta situarse el pasado mes de julio en 10,1 euros por cada metro cúbico.

Según los datos manejados por el FEGA del Ministerio de Agricultura, los precios medios declarados por el sector han pasado de los 34 céntimos por litro en enero a los 46 del mes de julio, lo que supone un incremento del 27%. Frente a esta cifra los costes oficiales solamente en alimentación se han elevado en un 29,8% durante el mismo periodo, porcentaje que sobrepasa el 40% para las organizaciones agrarias. A esos incrementos se suman otros, como la energía, hasta elevar el coste de producir un litro a los 56 céntimos, según el sector. En el conjunto de la Unión Europea, en este caso en los últimos doce meses, según datos de la Comisión, los precios medios oficiales crecieron un 42% hasta situarse en 0,519 euros por litro, frente al 39% que lo hicieron en España hasta los 0,46 euros.

Esta situación de desajuste entre los precios percibidos y los costes reales de producción ha constituido en los últimos años el mayor empujón para que miles de ganaderos se hayan sumado al abandono. Estas retiradas forzosas han reducido el número de explotaciones a menos de 11.000, frente las más de 18.000 que funcionaban en 2015.

Los dos lados de la balanza

Desde el sector productor, de cara a las negociaciones de los contratos se reclamaban precios que, al menos, cubrieran los costes de producción y, en definitiva, que se cumpliera lo dispuesto en la Ley de la Cadena. Desde la perspectiva de los industriales, en este momento la principal preocupación se concreta en los interrogantes que se pueden presentar sobre el abastecimiento de materia prima ante la reducción de la cabaña, en el último año, de unas 50.000 cabezas, lo que deja el total ya muy por debajo de los 900.000 animales. Esta situación ya se ha traducido en un recorte de la oferta del 5% en agosto, ajuste que se suma a los registrados ya en los meses precedentes y que va camino de seguir este otoño e invierno.

España, con una producción de unos 7,5 millones de toneladas, tiene una demanda total de unos 10 millones en leche y derivados lácteos. Lo que no producimos nosotros se cubre con importaciones, básicamente del resto de la UE. En esta coyuntura la industrias tienen necesidad de seguir comprado más leche en otros países comunitarios a precios superiores, lo que reduciría su competitividad en los mercados.

Oficialmente se ha recibido con cierto alborozo el hecho de que muchos ganaderos hayan procedido a la compra de novillas para la producción de leche. Ello demostraría que en España todavía hay ganaderos que quieren seguir apostando por el sector a pesar de todo -precios bajos, costes elevados y una actividad esclava-. Pero, a efectos de oferta, ese aumento de la cabaña no tendrá ninguna repercusión hasta dentro de un año, cuando los animales entren en producción.

Como consecuencia de las negociaciones celebradas en las últimas semanas para la renovación de los contratos, se puede de hablar de una mejoría de los mismos hasta situarse en una banda entre los 0,50 y los 0,52 euros por litro en origen para una explotación media. Esta cifra, sin embargo, solo se pude tomar como una referencia.

En cualquier caso, junto a esas cifras, medias, han aumentado los contratos con cantidades en el entorno de los 0,60 euros por litro para ganaderías de un mayor volumen y algún distintivo de calidad en las explotaciones. En la parte contraria, las explotaciones de tamaño muy reducido, dominantes sobre todo en zonas de la Cornisa Cantábrica y en Galicia, los precios medios no llegan a los 0,50 euros.

En este escenario de subidas de cotizaciones en origen, sumadas a los mayores gastos en la industria -desde el transporte a la energía, pasando por otros medios de producción en las plantas-, los precios al consumo seguirán subiendo. El problema para la industria, tras haber firmado ya los contratos con los ganaderos, es el precio de compra que vayan a poner sobre la mesa los grandes grupos de la distribución a pesar de lo que se contempla en la Ley de la Cadena. Los meses de otoño han sido tradicionalmente tiempo de reclamo con precios de oferta para atraer consumidores y llenar el carro de la compra y la leche es uno de los productos más socorridos. El interrogante y, a la vez, el temor de la industria es la posición que adopte la distribución. Lo que parece ya muy claro es van a quedar muy atrás los precios para la leche por debajo de los 0,80 euros, cifra que se podía considerar como media hace pocos meses, y serán mínimas las ventas de leche a un euro.

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