Los lácteos están en la lista de productos perecederos esenciales que elaboró la Comisión Europea, por lo que el sector trabaja a pleno rendimiento.
En Galicia hay unas 7.500 explotaciones ganaderas, granjas que producen casi la mitad de la leche que se consume en España. Las cooperativas confirman la explosión de la demanda: “Ha habido un aumento bastante fuerte del producto para el hogar, al principio se notaba más en la leche pero hoy se nota más en el yogur”, explica Rafael Prieto, director general de Cooperativas Lácteas Unidas (CLUN).
Las explotaciones se enfrentan a un doble reto. Reforzar la producción y la distribución al tiempo que proteger con la salud de los trabajadores, ya que un caso de COVID-19 entre el personal podría tener nefastas consecuencias, sobre todo para los animales de las pequeñas granjas:
“Tendríamos que matarlos… si no hay nadie que ordeñe o les de de comer a los animales”, explica Víctor Bello, granjero.
El sector lácteo, como los agricultores o los distribuidores, forma parte de esa retaguardia silenciosa pero esencial en la batalla contra la COVID-19. Su labor es imprescindible en una sociedad que no siempre los ha mirado con el mismo respeto y consideración con que lo hace ahora.