“El Estado no dejará caer a nadie”. Así de contundente se mostraba hace unos meses el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, ante las dificultades por las que pasaban un buen número de empresas de este país.

Francia, tan a favor siempre del patriotismo económico para rescatar a sus empresas, tiene trabajo por delante y mucho dinero que inyectar para salvar a algunos de sus buques insignia.
Renault y Air France son la punta del iceberg del problema. La automovilística anunciaba esta semana el peor resultado de su historia con unas pérdidas de más de 8.000 millones de euros después de que sus ventas retrocedieran el año pasado un 21% por culpa de la pandemia.
Igual de preocupante es el caso de la aerolínea que cerró el pasado ejercicio con unos números rojos de 7.000 millones y con serios problemas de caja que llevaron a su director financiero a reconocer que ya existen conversaciones para llevar a cabo el tan esperado rescate en cuestión de “días o semanas”.
No es la primera ni será la última vez que un Gobierno tiene que salir a rescatar a alguna de sus empresas. Entre los más recientes está el caso de AIG, la mayor aseguradora del mundo a la que en 2008 EEUU salvó de la quiebra con un crédito de emergencia por 60.000 millones de euros. Años después el Gobierno estadounidense ganó dinero con la venta de la compañía.
Ahora la pandemia ha vuelto a hacer necesario inyectar dinero en algunas de estas grandes empresas, aunque esta vez el fenómeno tiene una lectura diferente. Los Estados no solo salen al rescate para evitar la bancarrota de sus compañías, sino que buscan también protegerlas del dinero que puede llegar desde fuera, principalmente desde China. Un movimiento defensivo para impedir que la mayor parte de su accionariado termine en manos extranjeras.
En las últimas semanas Francia ha vuelto a hacer gala de su proteccionismo vetando sendas operaciones sobre Carrefour y Danone, compañías en las que el Estado francés ni siquiera tiene participación, alegando su valor estratégico para el país. En el caso de la empresa de alimentación no es la primera vez que el Gobierno galo frena un movimiento de este tipo. Hace algunos años se opuso al interés de Pepsico por los yogures franceses.
En España ya nos tiemblan piernas con Naturgy. Todavía nos acordamos de lo que pasó con Endesa.

Te puede interesar

Notas
Relacionadas

Más Leídos

Destacados

Sumate a

Mundo

Seguinos

Suscribite a nuestro newsletter