El curso del INTA para operarios de tambo, que capacitó a más del 30% de los tamberos del país, comenzó su edición 115 en articulación con la Sociedad Rural de Rafaela en mayo.

El curso comenzó en el año 2007 y ya lleva 12 años desarrollándose en forma ininterrumpida no solo en Santa Fe, sino “ allí donde se lo necesite” en el resto del país. La capacitación es organizada por INTA, y gestionada por el INTA Rafaela y este año comenzó el pasado 8 de mayo. Consta de 13 clases, se dicta una vez por semana y está destinado a tamberos y productores que también realizan actividades en el campo.

“En cada clase se ven diferentes temas relacionados a la producción primaria y a la compresión del sistema lechero y la importancia de las correctas prácticas en cada una de las etapas de las tareas que hacen al tambo”, explicó María Rosa Scala, coordinadora del curso.

“Es dictado por profesionales idóneos de la zona acompañados por agencias de extensión del INTA y es itinerante lo que permite que se pueda desarrollar en los lugares donde existe la demanda. Para que el curso se pueda realizar se necesita un número de tamberos y lo más rico es que durante tres meses, todas las semanas tienen un encuentro y pueden ir revisando tema por tema todas las actividades que se refieren a las tareas diarias que ellos hacen en el tambo” subrayó la coordinadora.

Los contenidos

Los contenidos tienen un eje conductor validado por profesionales compuesto por los elementos fundamentales para comprender las tareas del tambero y poder desarrollarlas de manera adecuada. Pero en cada zona, se ajustan los temas a las realidades locales, “supongamos que en una zona hay una problemática particular relacionada a la alimentación; hay déficit de nutrientes porque las pasturas son insuficientes, en otro lugar se presenta una determinada enfermedad o quizás se quiere apuntar en calidad de leche, entonces el contenido de adapta a esa realidad y a las necesidades locales”, apuntó Scala.

Los temas del curso han ido cambiado a través de los años, a la par de que lo hace la realidad de los tambos. “Se tocan algunos aspectos relacionados a la sistematización de las instalaciones, por ejemplo. Pero también el uso de lo que son los medios de comunicación actuales: internet, whatsapp y otras app que hay disponibles para que los tamberos -que también usan mucho el celular-, puedan adquirir capacidades y habilidades para estar conectados e informados de los temas que tienen que ver con el tambo. También se hace hincapié en la necesidad de llevar registros. “Hoy por hoy es una debilidad, pero es importante para ir midiendo la calidad y eficiencia en cada uno de los pasos de las actividades que ellos hacen cotidianamente”.

Trabajo en equipo

“En ningún tambo las tareas son individuales. El productor, el profesional y operarios necesitan trabajar juntos para que el sistema productivo sea rentable y la leche sea de calidad”, señaló la coordinadora, por eso, el trabajo en equipo es uno de los ejes que atraviesa todo el curso.

“Se invita a los productores a la primer clase y les resaltamos que los tamberos comienzan una etapa de formación, que hay que acompañarlos, escucharlos y acompañarlos; preguntarles sobre las clases, qué aprendieron, si se puede aplicar algo nuevo en el tambo. Sin embargo, comenta Scala, muchas veces los tamberos encuentran como limitante que el productor no quiere incorporar prácticas que han aprendido, por una cuestión de que no tiene tiempo o ya viene con una rutina determinada.“trabajamos en que sea un compromiso para todos en el sistema que hay dentro de cada explotación el producir el proceso de adopción de una práctica”.

La participación de la mujer también es otro tema que se conversa ,-ya que los dos trabajan en el tambo-.“Hay mujeres que asisten a la capacitación, aunque en un porcentaje menor al que los hombres. Aún sí, nosotros intentamos que las mujeres de la familia participen de algunas clases, como por ejemplo en la de crianza del ternero y en la última clase que es la de economía familiar”, explicó Scala.

El curso en sí, invita a la participación no sólo del tambero que asiste a las clases, si no de toda su familia: “Cada uno se lleva un libro a su casa y se los motiva a leerlo y compartir los conocimientos con todos los integrantes del grupo familiar”.

El tambero como “profesional”

Los beneficios de un trabajador del tambo en convertirse en “profesional” en lo que hace son muchos: “más eficiencia en la producción, mayor calidad, más organicidad en las tareas de tambo lo que da mayores beneficios económicos directos al productor”, resaltó la coordinadora de INTA.

Otros aspecto importante, es la ganancia a nivel personal para el tambero. “El encuentro con otros que realizan la misma tarea, la posibilidad de aprender uno del otro y de los profesionales con conocimientos actualizados mejora su formación, pero también sus ganas de realizar las tareas que le tocan día a día. Podría decirse que ‘lo empodera’: fortalece sus capacidades y siente más dignificado su trabajo”.

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