En medio de la crisis económica y con un sector agropecuario que lucha por recuperarse de una sequía que parece no dar tregua, las entidades agropecuarias alertan por el “ahogo financiero” que atraviesan los productores. Según señalan, mientras enfrentan un agotamiento del capital de trabajo, los productores se ven amenazados por un acortamiento de los plazos de pago de sus proveedores. Una situación que se agrava por la dificultad de acceder a financiamiento debido a las elevadas tasas de interés. Todo esto, advierten, amenaza cada vez más la capacidad de los productores para cumplir con sus obligaciones financieras.
En diálogo con LA NACION Horacio Salaverri, presidente de Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), entidad que agrupa a más de cien sociedades rurales de base, alertó que los productores les manifiestan esta situación de dificultad para afrontar sus obligaciones de pago.
En ese sentido explica que la sequía produjo la desaparición del capital de trabajo, es decir, ese dinero que estaba en giro comercial y que el productor iba usando para llevar a cabo las operaciones diarias y mantener la producción. Entonces, para financiarse, tienen que seguir recurriendo al sistema bancario o a otras alternativas como los créditos de las empresas de insumos.
“El problema es que los productores ya tomaron muchos créditos y las tasas que actualmente ofrece el sistema bancario son muy altas, haciendo casi imposible su acceso para el productor ”, comenta y agrega: “Por otro lado, la brecha cambiaria y la previsión de una devaluación llevaron a las empresas de insumos a reducir sus cuentas corrientes y a acortar los plazos de pago”
De esta manera, con el acortamiento de las cuentas corrientes explica que “el productor se ve obligado a cubrir los saldos, lo que es peor con el problema que está en un contexto en que se enfrenta a la falta de financiamiento para futuras operaciones. “La única alternativa que le queda para adquirir insumos es a través de pagos de plazos muy cortos, pero es muy difícil para el productor en este contexto”, dice.
Además, sostiene que a eso le suman la valuación a un tipo de cambio que está más en línea con los valores del dólar futuro que con la tasa de cambio actual y el cobro de una cobertura de valor por una posible devaluación, lo que hace aún más caro la mercadería.
En consecuencia, Salaverri alerta que “comienza a haber incumplimientos de pago tanto de obligaciones bancarias como de comerciales porque los productores no tiene fondos suficientes para afrontarlos”.
Carlos Achetoni, presidente de Federación Agraria Argentina (FAA), también alerta sobre el recorte en los plazos de pago por parte de los proveedores, que en un primer momento pasaron de 30 días a 15 días y ahora incluso algunos han establecido pagos semanales y otros a la entrega. En este contexto, el dirigente comenta: “A todos les pasa que es imposible la reposición y en donde se descuidan pierden capital de trabajo, pasa también con muchos insumos de nuestro sector, no hay más plazos, salvo en dólares”.
Asimismo, comenta que estas obligaciones son de contado o en dólares, con todos los riesgos de devaluación. “Por eso es un encarecimiento y falta de financiamiento en actividades que no tienen posibilidad de absorber o trasladar ese sobrecosto”, dice.
A su vez, Adolfo Franke, vicepresidente de la Federación Porcina Argentina, explica que en la producción porcina los costos están dolarizados, mientras que la venta de la producción se realiza en pesos con un plazo de cobro de 30 días. Por lo tanto, “cada vez que ocurre una devaluación, los productores sufren una pérdida significativa de su capital de trabajo, lo que complica aún más su situación, porque a los animales hay que alimentarlos todos los días”, señala.
A esta problemática se suma la creciente escasez de oferta de los cereales y un aumento del precio “Estamos preocupados porque cada vez cuesta más conseguir el cereal, y si tuviéramos un excedente de capital disponible para protegernos, lamentablemente no podríamos hacerlo”, dice y agrega: “Además, actualmente los cereales están incrementando fuertemente el precio, más del 10% en la última semana, debido a una expectativa de devaluación que se perciben post- elecciones”.
Por otra parte, el sector también sufrió el impacto del aumento en los costos de alimentación, impulsado por el incremento del precio del dólar soja. Franke explica que el tipo de cambio preferencial impactó en más del 10% del costo de producción, ya que el incremento del precio de la soja da impulso al incremento en el precio del maíz.
“Cada dólar soja promovió el incremento del precio del maíz, ya que al incrementar el precio de la soja, los agricultores vendían la soja y retenían el maíz, por lo cual también provocó el incremento del precio del maíz, por escasez de oferta”, indica.
Por último, existe una fuerte preocupación en el sector por el precio final de los alimentos balanceados y los productos veterinarios, ya que están vinculados al valor del dólar y su fluctuación. Estos desafíos económicos plantean una amenaza constante para la rentabilidad y la sostenibilidad de los productores en el sector.