El presidente de Manfrey, a quien se lo designó - aunque no asumió todavía - como titular del Centro de la Industria Lechera (CIL), institución que agrupa a las empresas lácteas más grandes del país, analizó la política agroindustrial del gobierno y su situación actual.

El escenario económico en la Argentina se presenta complejo e inestable con un despliegue de medidas permanente por parte de la cartera que dirige Martín Guzmán para hacer frente a la inflación, la disparada del dólar paralelo, el nivel de reservas y, por si fuera poco, también afronta las especulaciones ante una devaluación, algo que desde el gobierno nacional afirman “solo traería más pobreza y recesión”.
Subir la tasa de interés para incentivar el ahorro en pesos, mejorar las colocaciones de deuda en moneda local del Tesoro y corregir la brecha cambiaria actual son puntos clave de la política económica que debería aplicar el Gobierno, según un informe de la consultora Ecolatina.
En el estudio sostienen que la disparada de los dólares paralelos, que superaron los 180 pesos en la última semana, obedece “en parte importante al exceso de oferta de pesos al que está llevando el agujero fiscal, en un escenario de creciente incertidumbre y desconfianza en el peso”.
También de forma subyacente aparece la presión y el descontento de diferentes sectores sociales y políticos por lo que señalan es un desequilibrio financiero o ausencia de plan económico.
En el medio de esta vorágine están los sectores primarios de producción en el país que se asientan en el área agroindustrial y donde San Francisco y la región son punto de referencia dentro de la provincia.
El empresario lácteo y presidente de la empresa Manfrey, Ercole Felippa, analizó la coyuntura actual y el impacto en el sector donde trabaja y es referente desde hace largo tiempo.
– ¿Cuál es la situación actual del sector lechero en las llamadas cuencas lecheras?
Desde el punto de vista de la producción primaria este año 2020 estamos con un nivel de producción que está entre un 6 y 8 % por encima de igual período que el año pasado. Eso se debe básicamente a que las condiciones de clima seco que hubo este año fueron óptimas para producir leche, si bien la sequía no lo es teníamos un buen nivel de reservas que se hicieron el año pasado. Además, hasta hace dos meses la relación existente entre el litro de leche, maíz y soja, que son insumos básicos en la producción, estaban en los parámetros habituales históricos.
En los últimos 60 días hubo minidevaluaciones y aumento internacional en el precio de los granos hizo que la relación existente entre el precio del litro de leche que cobra el productor y esos dos insumos básicos para producir se vieron alterados aumentando considerablemente el costo de producción, eso significa que los aumentos que recibió el productor no acompañaron ese proceso y la rentabilidad no se vio reflejado estando hoy en niveles neutros o con rentabilidad negativa. Cuando se proyectan esas situaciones afectan la producción a futuro porque se disminuye la cantidad de concentrados a las vacas como alimentos se refleja una baja producción en el corto o mediano plazo.
– ¿Y a nivel industrial?
Nosotros tuvimos una dinámica que no es habitual por la pandemia. En la primera etapa hubo una buena performance donde por un cambio de hábito en el consumidor que al estar más tiempo en los hogares hizo que el consumo de productos lácteos se incrementara, después de 60 días se tendió a normalizar.
En algunos casos puntuales como es el caso del queso hubo una disminución en el consumo, eso significa que hubo que incrementar los volúmenes de exportación porque en esta actividad el nivel de producción está determinado por las vacas y en función de cómo comen vamos a tener más o menos leche. La producción de este año fue mayor y el consumo interno fue similar al de 2019, llevando al mercado exportador un mayor volumen. Aquí hay que tener en cuenta que si bien el precio de la leche en polvo en un mercado internacional tuvo alguna suba y después descendió, los dólares que se exportan se ajusta a un dólar comercial menos el 9 % de retenciones lo que hace que el negocio de exportación tenga una contribución marginal neutra o negativa; cuando vemos lo consumido en el mercado interno comprendidos dentro de los precios máximos los precios solo han aumentado un 5 % y los costos más, por ejemplo, la materia prima 20 % , mano de obra 40 %, los insumos en general 35 % con lo cual se hace difícil que los números cierren.
Estamos en un momento donde además de las cuestiones propias de la actividad hay otras que influyen y son de la macroeconomía.
El presidente de Manfrey consideró que la política agroindustrial del gobierno nacional “apunta al crecimiento de las cadenas de valor sin que implique desabastecimiento en el mercado interno”, no obstante, entiende que situaciones políticas impactan de lleno en la macroeconomía y la desestabilizan.
– ¿Cree que hay una política agroindustrial a nivel nacional definida o se improvisa?
Es una política que apunta a un crecimiento de las cadenas de valor sin que implique desabastecimiento en el mercado interno; sí veo que muchas cosas que pasan y tienen impacto en esas cadenas agroalimentarias tienen que ver con cuestiones de la macroeconomía que están más vinculadas a la política. Por ejemplo, el nivel de volatilidad que tenemos en el mercado cambiario es consecuencia directa de la falta de confianza, que tienen que ver con decisiones políticas. Por eso tienen que analizarse las medidas, muchas veces no son interpretadas por el mercado en igual sentido.
– ¿De qué manera impacta las nuevas políticas sobre el dólar y su versión “blue”?
Si bien es cierto que los precios de los insumos se rigen por el dólar oficial y no en el paralelo, no nos olvidemos que cuando hay una brecha entre el oficial y el paralelo casi del 150 % como hoy, genera un elemento adicional porque el proveedor de determinados insumos cuando ve que el dólar paralelo aumenta mucho más que el oficial cuando tiene que venderlo piensa si con el precio que lo vende después lo puede reponer o no. Un dólar paralelo tan alto no genera la misma expectativa que si fuera levemente superior al oficial, entonces sí termina impactando desde ese punto de vista.
– ¿Cuáles, a su parecer, son los aciertos y desaciertos que tuvo en este tiempo el gobierno nacional a nivel general?
No podemos dejar de mirar del elemento adicional que es la pandemia, mucho de lo que nos está pasando tiene que ver con eso. No sé si es causa suficiente o no pero indudablemente estamos complicados, pero también es cierto que a raíz de la cuarentena muchos sectores paralizaron su actividad y eso tiene un impacto directo con lo cual objetivamente no podemos dejar de tener en cuenta ese efecto.
-¿Cuáles son entonces las perspectivas a futuro a nivel general en el gobierno?
El gobierno en estos días tiene la oportunidad de dar señales claras que indiquen hacia dónde vamos. En un sistema capitalista la propiedad privada es el elemento basal si el gobierno da señales claras acerca del respeto (en relación a las “tomas” de tierras), lo mismo con la independencia de los poderes del Estado, es otra oportunidad. Si da señales en ese sentido, se pueden mejorar las cosas, si son opuestas, indudablemente entramos en un terreno donde cada uno va a tratar de salvarse como puede porque el nivel de confianza estará más deteriorado de lo que está hoy. Podemos traer entonces al mejor ministro de Economía del mundo, pero si no hay respeto por la propiedad privada o independencia de poderes, no va a poder hacer mucho tampoco.
– ¿Qué opinión le merece la gestión del ministro de Economía Martín Guzmán?
Tiene una formación académica muy sólida, aunque quizás menor experiencia práctica, pero insisto, un ministro de Economía puede ser el mejor ministro, pero si no están dadas las condiciones políticas necesarias es muy difícil el trabajo, quiero decir que más allá de quien sea el ministro, si no hay un gobierno que transmita a los mercados certidumbre y confianza, poco puede hacer.

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