Lo aseguró el presidente del Centro de la Industria Lechera Argentina (CIL). Las industrias lácteas y los tambos cerraron el 2020 en un escenario complejo.

Las industrias lácteas y los tambos cerraron el 2020 en un escenario complejo. La paradoja es que durante los meses más complicados de la pandemia la producción de leche aumentó pero el desacople en la ecuación entre el litro de leche y el costo del maíz y la soja dejó los números “en rojo” y proyecta una larga sombra en el 2021.
Este es el diagnóstico de Ercole Felippa, presidente del Centro de la Industria Lechera Argentina (CIL). En una entrevista con Clarín Rural, reconoció que la situación de los tamberos también es muy complicada.
– ¿Cómo cerraron las empresas lácteas el año de la pandemia?
– La pandemia afectó a todos los sectores, pero quizás la ventaja que tuvimos nosotros es que somos productores de alimentos y el nivel de actividad se sostuvo durante todo el año y con un nivel de producción mayor al del año pasado. Ahora, el contexto en el que cerramos el año es muy complejo, tanto desde la mirada de la producción primaria como la industrial.
– ¿Cuáles son las principales dificultades?
– La leche se produce en lotes que compiten con la agricultura. Quien invierte en granos produce dólares y el que ordeña leche, pesos. El problema es que hay un desacople en la estructura de costos, especialmente en la relación entre el litro de leche y el kilo de maíz y soja. En el primer tramo del año, esa ecuación fue muy favorable y por eso aumentó la producción de leche. Ahora es muy negativa. Hasta hace 90 días, con un litro de leche se compraban dos kilos de maíz y uno de soja. En este momento, con un litro de leche se compra algo más de un kilo de maíz.
– ¿Por eso se complican los números de los tamberos y las industrias?
– El precio que cobra el productor no le alcanza para cubrir los costos y en las industrias nos pasa algo parecido porque el valor de los lácteos sólo tuvo una actualización del 5% en todo el año, contra un aumento de costos de entre un 35% y un 40%. En las empresas lácteas, los números no están cerrando.
– ¿Por qué crecieron las exportaciones de lácteos, sobre todo de leche en polvo?
– La principal razón es que en la primera mitad del año la ecuación era muy favorable para producir leche y la cotización intencional de la leche en polvo estaba en un nivel histórico medio alto (oscilaba alrededor de los U$S 3.100 por tonelada). Pero las industrias exportan con un dólar a 72 pesos (el valor del dólar oficial menos el 9%).
– ¿Qué sucedió en el mercado interno?
– Si se analiza el promedio de todos los lácteos convertidos en litros de leche se mantuvo estable, incluso hubo una leve caída. Es cierto que aumentó el consumo de leche fluida pero hubo volúmenes de compras muy importantes de parte del Estado.
– ¿En cuánto estiman que cerró el ordeñe en el 2020 y cuáles son las proyecciones para el 2021?
– Se estima que el 2020 cerró en 11.800 millones de litros de leche, pero a partir del aumento de los costos lo más probable es que no se pueda sostener este ritmo durante el 2021. Los tamberos ya están reduciendo la utilización de concentrados y es probable que también caigan las exportaciones al ordeñarse menos leche.
– ¿Qué falta para que en el mercado argentino se pueda comercializar la leche cruda por su calidad?
– Es lo más lógico. En un litro de leche hay un 12% de sólidos y el resto es agua, pero por ahora es casi una cuestión aspiracional la meta de lograr un sistema de pago que premie la calidad. Hoy el precio de referencia está en litros de leche y es un status quo del que nadie termina de salir. La verdad es que tiene que haber un gran acuerdo entre tamberos e industriales para avanzar a un esquema superador y que reconozca la calidad de la leche y no sólo el volumen.

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