Es momento de reforzar estas políticas: Ana Larrañaga, de ContraPESO. “No es de extrañar que las primeras muertes por COVID-19 hayan sido consecuencia de cuadros con diabetes”.
La epidemia de obesidad y diabetes, así como la prevalencia de las enfermedades crónicas, hacen más vulnerable al país ante la pandemia del COVID-19. Si bien ahora existen estimaciones, será al final de la emergencia sanitaria cuando se podrá analizar el impacto que tuvieron, señalaron miembros de la Alianza por la Salud Alimentaria en conferencia web.
“No es de extrañar que las primeras cuatro muertes por COVID-19 hayan sido consecuencia de cuadros con diabetes, y una más con hipertensión”, señaló Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, organización eje de la Alianza. “Hay una alta vulnerabilidad de la población mexicana frente a la pandemia porque ya teníamos una emergencia epidemiológica de obesidad y diabetes, cuya principal causa es el cambio en la dieta de los mexicanos”.
Añadió que la obesidad causa cientos de miles de muertes cada año, “pero sólo el consumo de bebidas azucaradas en el país se relaciona con 40 mil muertes anuales. Esa cantidad es mayor a las muertes provocadas ahora por el COVID-19 en todo el mundo. Esto no significa que dejemos de actuar contra el coronavirus, sino que no lo hemos hecho con la epidemia de obesidad y el deterioro de la alimentación”.
Calvillo señaló que la obesidad y la diabetes son un caldo de cultivo para que el COVID-19 genere mayores problemas de salud en la población y criticó que desde hace años no se han puesto en marcha las políticas necesarias por oposición de intereses económicos de la industria. “Intereses de empresas como Coca-Cola, Nestlé, Pepsico, Cofemsa, Univeler, Danone…, que no dan la cara, sino que utilizan las asociaciones empresariales como la Concamin y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), y que han bloqueado sistemáticamente las políticas contra la obesidad; ahora se aprovechan del COVID-19 para pedir que se posponga la primera política de fondo para enfrentar la epidemia de obesidad, que es la única herramienta que tienen los consumidores para tener una mejor alimentación”.
Calvillo se refiere al etiquetado de advertencia de productos procesados que se aprobó recientemente en la Cámara de Diputados y el cual ha sido motivo de presión social desde hace más de una década. Hace unos días, la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (Concamin) publicó un comunicado donde planteó las medidas que el gobierno federal debería llevar a cabo para contrarrestar los efectos y pérdidas económicas que sufrirá el país a causa del COVID-19. Entre éstas se encuentra “posponer medidas como el etiquetado que se aplicará a alimentos y bebidas por lo menos tres años”. Calvillo enfatizó que la industria está aprovechando la emergencia para bloquear las políticas dirigidas a combatir la obesidad y diabetes.
Durante la conferencia web, Abelardo Ávila, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” y uno de los más prestigiados y de mayor trayectoria en la investigación de la obesidad y su epidemiología, señaló que es “indignante, por decir lo menos”, que la industria esté aprovechando esta emergencia para tratar de retrasar el etiquetado. “Es un pretexto lamentable y es grotesco que digan que el etiquetado agravará la a crisis económica; es llevar las cosas a lo absurdo y en estos momentos no vale la pena entrar en polémica al respecto, habrá otro momento, después de la actual emergencia”.
Por su parte, Ana Larrañaga, coordinadora de la Coalición ContraPESO, enfatizó que éste no es el momento de debilitar las políticas de prevención y control de la obesidad ni de cualquier otra enfermedad no transmisible. “Sería un error. Debemos ahora más que nunca pensar en un escenario para reforzar las políticas de prevención, una manera de proteger a la población en panoramas futuros. La curva de enfermedades crónicas no va a descender si no actuamos hoy. Por lo tanto, desaprobamos la declaración (de Concamin), la cual es además irresponsable”.
La especialista puntualizó también que esta oposición al etiquetado, no sólo de Concamin, sino también del CCE y de ConMéxico, no es una medida emergente ni innovadora para rescatar la economía, sino reflejo de su oportunismo. “Se han opuesto históricamente a cualquier medida que toque sus intereses —como el impuesto a bebidas endulzadas y la regulación de publicidad de productos chatarra dirigida a niños—; por ello, hacemos un llamado permanente a que las políticas de Estado, que no se tomaron en sexenios pasados y en las cuales se trata de avanzar actualmente, busquen el interés público y no el de la industria”.
ESTIMACIÓN DE MUERTES. En días pasados, una entrevista de El País con los representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud, Jean-Marc Gabastou y Cristian Morales Fuhrimann, refirieron que si bien el estimado global de decesos a causa del nuevo coronavirus es del cinco por ciento, la incidencia de diabetes y obesidad en México eleva el porcentaje a siete.
Los especialistas de El Poder del Consumidor recordaron que en México uno de cada tres niños tiene obesidad o sobrepeso, en tanto que siete de cada 10 adultos los padecen; a su vez, existen 8.6 millones de mexicanos con diabetes. Paulina Magaña, investigadora de la organización, refirió que en el país se contabilizaron 106 mil muertes a causa de la diabetes, sólo en 2016; no obstante, las muertes atribuidas a la obesidad y mala alimentación suman 200 mil al año.
Abelardo Ávila, quien enfatizó que hasta ahora las autoridades sanitarias han hecho un excelente manejo epidemiológico de la emergencia, dijo que si bien no se espera que el brote salga de control en el país, habrá un número importante de muertes a causa de la obesidad y diabetes. Agregó que el patrón de los primeros fallecimientos se seguirá observando y que dentro de algunos meses, al final de esta etapa epidémica, se podrá analizar y comprobar “todo lo que ya se venía advirtiendo: que la mala alimentación permitida generará casos mortales”.
Refirió además que ahora el mayor peligro que enfrentamos no es el coronavirus, sino que la emergencia se politice y desgaste al Estado y a las autoridades sanitarias y la población pierda su confianza y no se discipline ante las medidas establecidas.
El médico refirió que se debe ser cauto con las estimaciones de muertes, pero se debe reconocer que algunas serán consecuencia de no haber tomado las medidas preventivas contra la obesidad en años pasados, puesto que la emergencia epidemiológica se vaticinaba desde hace tres décadas y todavía hace poco más de diez años se pudieron adoptar las medidas que fueron detenidas por la industria. “Vamos a pagar las consecuencias, pero no olvidemos que ya las hemos pagado y lo hacemos cada año”.