A más de tres semanas de los primeros bloqueos sufridos por la empresa Lácteos Vidal, la situación parece estar lejos de resolverse y según denuncia su propietaria, se profundiza. A la presión ejercida por la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra), que reclama la recategorización de empleados, según Alejandra Bada se suman ahora inspecciones sorpresa por parte del Ministerio de Trabajo.
“Seguimos sin poder trabajar normalmente, en la planta de Capital han apretado gente para que no vengan, vienen todas las mañanas con bombos, copan toda la vereda y no podemos trabajar tranquilos, están haciendo que los clientes no se puedan acercar a comprar”, aseguró Bada en diálogo con Clarín Rural.
Luego detalló que en la planta de la localidad de Moctezuma, en el oeste bonaerense, ya no hay bloqueos como los que hubo en un principio por parte de Atilra y que hay “un grupo de empleados que han vencido al miedo y están yendo a trabajar aunque siguen siendo perseguidos y amenazados, pero hay otros que no”.
“Esto no es una huelga, fue un bloqueo ilegítimo, una medida arbitraria y desproporcionada. Están hechas las denuncias correspondientes por los actos de vandalismo que hemos sufrido pero todavía la justicia no ha actuado”, advirtió Bada.
Luego dijo que de seguir de esta manera no podrán mantener la fuente de trabajo, sobre todo en Moctezuma. “La empresa y también el pueblo están siendo rehenes de esta situación. Han armado carpas en terrenos municipales con ollas populares, asados, bebidas varias… La empresa está en una situación difícil, hemos recibido de golpe tres inspecciones del Ministerio de Trabajo en menos de una semana, estamos siendo víctimas de un ataque sin precedentes, esperando que la Justicia y las autoridades correspondientes tomen cartas en el asunto y nos ayuden a volver a producir”, afirmó.
La abogada de la empresa Mariana Heim detalló a este medio que la semana pasada habían recibido en la planta de Moctezuma una inspección del Ministerio de Trabajo de la provincia de Buenos Aires, pero que la que les llamó la atención fue una nueva visita recibida el día de ayer -lunes 29- por parte del Ministerio de Trabajo de la Nación.
“Fue una constatación en la que se hicieron presentes dos inspectores que vinieron a verificar las condiciones en que se llevaba a cabo lo ordenado en la conciliación obligatoria. Lo loco es que la conciliación obligatoria fue dictada el 20 de julio y finalizó el 10 de agosto. O sea, vinieron veinte días después de finalizada a constatar cómo se estaba llevando adelante”, describió Heim con sorpresa, y agregó: “Es descabellado lo que pasó, recibimos con mucho dolor que nos hagan esto, que traten con tanto desprecio una cuestión tan delicada como es la producción”.
Respecto a la situación actual de la fábrica, la abogada contó que está trabajando con 17 de los 46 empleados. Bada, por su parte, agregó que en la planta de Capital el único empleado que no está trabajando normalmente es el delegado sindical, que “está tocando el bombo en la puerta con gente extraña del gremio”. Esto está generando que puedan producir solo al 40 por ciento de su capacidad y que estén con desabastecimiento de quesos duros, semiduros, blandos, rallado y ricota, e incumpliendo compromisos de exportación de suero.
“Recibimos una resolución que ha quedado firme en el cual el Ministerio de Trabajo de la Provincia dice que solo tenemos un trabajador infracategorizado, y no mucho más”, detalló Heim.
Conflicto
El punto de conflicto que derivó en el bloqueo de la fábrica en julio es el reclamo del gremio Atilra por la recategorización de catorce empleados de los cuales solo dos casos fueron admitidos como posibles por el Ministerio de Trabajo. Uno de ellos ya fue ascendido y el otro fue cuestionado por la empresa.
“Durante los días 18, 19 y 20 de julio fue el bloqueo más duro, yo estuve adentro de la fábrica: instalaron carpas dentro del establecimiento, no dejaban entrar a los trabajadores que querían ingresar, había camionetas con las patentes tapadas, mucha gente desconocida, tajearon cubiertas de autos, apedrearon la casa del encargado Juan Paye que vive frente a la planta con su hija de 12 años adentro, pusieron música, tomaban alcohol, me hablaban a cinco centímetros de la cara, fue un piquete enmascarado en una huelga”, relató Mariana Heim, abogada de la empresa láctea.
El 20 de julio se dictó la conciliación obligatoria y las tareas en la fábrica se reanudaron con un funcionamiento “de crisis” ya que, previendo nuevas complicaciones con el sindicato, la producción no se reactivó en su totalidad.
Pero el jueves 11 de agosto, con el vencimiento de la medida, Atilra volvió a bloquear el establecimiento a pesar de que se esperaba que continúe el diálogo y sin que el Ministerio resuelva ni despliegue las pruebas aportadas por las partes. Y hasta el momento no se resolvió el problema.