Cada una aporta un matiz de sabor particular a los platos. Y si bien son similares, tienen diferentes orígenes y propiedades.
La mantequilla se hace principalmente con leche de vaca. Pero a veces, se puede usar leche de cabra, oveja, yak y búfalo.
Es rica en sabor y cremosa en boca, se usa a menudo para hornear y para untar sobre tostadas o pan. Fuente de vitaminas A, D, E y carotenos, además de magnesio y calcio, aporta una dosis importante de sodio.
Disponible en las tiendas y supermercados, la mantequilla comercial es aproximadamente un 80 % de grasa de mantequilla y un 15 % de agua.
Por su parte, el ghee es un producto lácteo tradicional que se ha utilizado en todo el mundo durante siglos.
Es la mantequilla derretida clarificada que se obtiene después de eliminar las impurezas lácteas y la sal. Por esto, el ghee es un 99.9% de grasa y concentra un sabor a nuez más profundo e intenso.
A diferencia de la mantequilla, el ghee puede mantenerse a temperaturas relativamente altas y se puede almacenar durante mucho tiempo, lo cual es bastante conveniente.
Por último, está la margarina, que se elabora a partir de aceites vegetales. Normalmente su composición es de un 80 % de aceite vegetal y agua.
A diferencia de la mantequilla, la margarina no se puede almacenar durante mucho tiempo, por lo que suele contener muchos conservantes. No obstante, este producto tiene sus ventajas: dada su base vegetal, a menudo se usa como sustituto de la mantequilla en las recetas veganas y se puede servir a aquellos que no consumen lácteos por ejemplo.
Para finalizar es importante señalar que estos tres productos son altos en calorías, por lo que hay que utilizarlos con moderación.