En el este de Santiago del Estero es el departamento Rivadavia, la cabecera de la cuenca lechera más importante de la provincia. Se trata de una actividad productiva de gran importancia que excede lo económico.
Allí se concentra el principal stock ganadero, cuyo número en el 2022 es de 101.324 cabezas de ganado vacuno distribuidos en 158 tambos con aproximadamente 9.000.000 de litros de leche mensuales de producción. (Fuente: Ministerio de Producción de Santiago del Estero).
Los tambos se distribuyen un 25 % entre Palo Negro, Colonias La Victorina, Nueva Ceres y La Selva; un 23 % en la Colonia Los Encantos Las Romelias; un 23 % en Colonia Alpina; un 13 % en Colonia Mackilay, un 11 % en Los Porongos y un 5 % en El Huaico. En Los Porongos y El Huaico la ganadería es especifica de cría mientras que en el resto de las colonias tienen presencia tambera, con actividades del agro mixta (tambos- invernada-cría y agricultura).
Los Beltramo
Mario Beltramo tiene 38 años y por decisión propia es la cuarta generación de su familia dedicada al tambo en la zona rural de Selva. Actualmente, desempeña esta actividad a la par de su padre y su madre, quienes como el son tamberos de toda la vida
Los Beltramo son descendientes de inmigrantes italianos. Parte de ellos llegaron al centro del país y comenzaron a afincarse en la pampa húmeda.
Sus familiares se vinieron más hacía el norte radicándose en distintos lugares. “Mi bisabuelo llega a Monte Oscuridad, una pequeña localidad santafesina cerca de Selva, donde se instala con toda su familia y ahí arranca toda esta historia de vinculación con el campo y el tambo. Mi abuelo de chico fue tambero y productor tambero después, luego mi padre y finalmente yo siguiendo la línea. Somos cuatro generaciones ligadas al campo y al tambo”, cuenta con gran orgullo Mario.
Su tambo es un bien familiar. Allí trabaja y produce junto a su padre y su madre. Actualmente están produciendo en promedio entre 20 a 22 litros por vaca con un pico desde julio hasta esta época de 180 a 200 vacas en ordeñe y obviamente por el verano bajan la carga para que la vaca no esté en producción o en alta producción hacía las épocas más fuertes del verano.
“En el tambo siempre decimos lo mismo de que son 365 días de trabajo al año. No hay feriados, ni domingos, ni días de lluvia ni día de calor. Aquí son de trabajo los 365 días del año. Desde el trabajo siempre lo entendemos así y desde la situación económica y financiera siempre tenemos vaivenes. El tambero ha tenido épocas de esplendor, pero también de dificultades y complejidades. Muchas veces nos hemos planteado si no era necesario cambiar de actividad porque hay momentos que no da y aparecen las necesidades familiares y los deseos de desarrollarse.
En los momentos difíciles coincidimos que el productor tambero sigue en la actividad por la pasión tan linda que le pone a estar detrás de la vaca, de entender el ciclo de la leche y es esa pasión la que nos hace buscar alternativas creativas para seguir produciendo”, describió el joven productor.
Presente
No es la mejor época para la actividad lechera. “En el presente vamos tratando de encontrar el equilibro para seguir produciendo de acuerdo a la situación del bolsillo y el estado de la vaca. Eso nos permite mantener la actividad, ser estable y con los vaivenes del clima mantener la producción”, explicó.
Mario afirma que toda actividad productiva necesita reglas de juego claras y que sean sostenidas en el tiempo. “Hoy por hoy poner una vaca en ordeñe lleva no menos de tres años y una vaca que pueda tener tres o cuatro partos estamos hablando de no menos de 8 a 10 años. Lo que necesitamos desde el estado es que tengamos políticas claras.
Si tenemos ciertos niveles de impuestos que sean estables y se mantengan en el tiempo de modo razonable y factible para seguir produciendo. Que no nos cambien los costos dé un día para el otro porque tenemos que adaptar producciones para no seguir perdiendo. Nosotros necesitamos planificar y para ello son necesarias las políticas claras”, explicó.
Vínculo con INTA
También Mario se refirió a la presencia de INTA en la cuenca lechera del departamento Rivadavia. “Desde el INTA siempre hemos tenido una buena relación.
Es un puente de desarrollo que nos puede acompañar en la incorporación de tecnología, de procesos, de miradas y puntos de vista. Históricamente ha tenido ese impacto de entender y tratar de llevar al productor por donde va la lechería. Eso nos ha servido para tomar la mejor decisión”.