Vitaminas, proteínas y minerales son algunos de los aportes nutricionales asociados a la leche y que no están siendo aprovechados por los chilenos: en el país se consumen menos de dos porciones de productos lácteos (leche, yogur, queso) al día por persona, según estadísticas del Ministerio de Salud; una cantidad por debajo de las tres porciones recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Este déficit en su consumo implica, además, dejar de recibir otros beneficios asociados a la leche. Estudios a nivel global muestran que puede prevenir ciertos tipos de cáncer, así como otras enfermedades.
‘Existe evidencia de que el consumo de lácteos tendría un efecto protector frente a cáncer de colon y colorrectal. También habría un efecto similar en cáncer de mama y de vejiga, aunque se requiere más investigación’, cuenta el doctor Rodrigo Valenzuela, académico del Departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
A esto se suma que a partir de 2024 la leche, al igual que el pan, serán fortificados con vitamina D, para suplir el déficit de esta sustancia que afecta a más del 60% de la población.
‘El consumo de leche es beneficioso de muchas formas y a lo largo de toda la vida’, precisa el doctor Nicolás Pizarro, del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) y parte del Comité Científico de Lácteos del Consorcio Lechero, entidad dedicada a ‘hacer investigación colaborativa y relevar información’, con el propósito de incentivar el consumo de lácteos.
Parte de estos beneficios están dados por el ácido graso linoleico conjugado (conocido como CLA), una sustancia funcional que ‘en estudios in vitro y en animales ha mostrado tener propiedades anticancerígenas’, dice Pizarro. Asimismo, tiene un efecto antiinflamatorio, antidiabetes y protector del sistema cardíaco, agrega.
Los lácteos fermentados, como el yogur, quesos y leche cultivada, ‘tienen un efecto en la modulación de la fisiología del colon y de la microbiota intestinal, lo que favorece el desarrollo de sustancias antiinflamatorias y, a largo plazo, anticancerígenas’, complementa Valenzuela.
Si bien un porcentaje de la población, que puede llegar al 50%, tiene algún grado de intolerancia a la lactosa (les impide ingerir el azúcar de la leche, causando molestias estomacales), la industria ‘se ha preocupado de generar productos sin lactosa’, dice Pizarro, quien agrega que los productos lácteos nacionales poseen altos estándares de calidad e inocuidad alimentaria (seguros para el consumo). ‘La leche de vaca producida en el sur de Chile, por su alto contenido de CLA y su buena relación omega3-omega6, tiene propiedades saludables que van más allá de los nutrientes que tradicionalmente poseen los lácteos’, puntualiza.