ESPMEXENGBRAIND

9 Abr 2025
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9 Abr 2025
Luego de varios meses haciendo videos, Fabio Ramírez se hizo viral por su nobleza. Al ver que los camiones no recogían la leche que había ordeñado, decidió hacer cuajadas que le entregó a los manifestantes del Paro Nacional. Esta es su historia.

“Mi finca es todo para mí. Es una extensión de lo que soy. Si la dejo, es como dejar a un familiar al que usted ha cuidado y ha visto crecer. Si mi tierras y mis animales son bonitos, es porque los quiero, los cuido y los pienso”, dice Fabio Ramírez, con una voz suave, propia de su región. Es bogotano, pero desde que era un bebé de 15 días tiene tierra en sus manos, y en su corazón, los cultivos, los animales y el paisaje de Pacho (Cundinamarca).

Fabio, o como lo conocen en redes sociales, Fabio Enseña, tiene 22 mil seguidores en TikTok, 133 mil me gusta acumulados en la aplicación y 55 mil suscriptores en YouTube. Pero su trabajo diario está lejos de lo virtual. Para él no hay sensación comparable con el sonido que hace la leche cayendo en el balde cuando ordeña sus vacas en la madrugada. “Siempre he sabido solo una cosa: lo agrícola—dice—. Desde pequeño me sentaba a jugar y mis juegos era tener cultivos y cuidar animales. Luego, en la universidad, me fue bien porque era lo que me apasionaba. Por eso cuando dicto clases me sale bien, porque hablo de lo que amo, de lo que sé y de lo que vivo todos los días”.

Fabio es profesor del Instituto Técnico Agrícola de Cundinamarca. En este colegio, donde estudió cuando era niño, les explica a sus alumnos todas las técnicas para cuidar sus cultivos y que la tierra siempre de frutos. Por la pandemia, las clases que solía dar en la finca pasaron a videos que grababa con la ayuda de su familia. Pero en el colegio la metodología que usaba, coloquial y “propio del sentir campesino”, no era bien visto en el colegio.

Luego de mostrar los videos a unos vecinos, Fabio subió un par de estos a su Facebook personal. Pronto, sus amigos los llenaron de comentarios. “Me decían que mis videos les recordaba a sus abuelos. Era muy bonito. Además porque a mí me nace hablar del campo. De los árboles, los animales y las historias que he vivido. Entonces usé el nombre que me recomendaron, Fabio Enseña, y subí los primeros a YouTube”, cuenta Fabio.

En los meses iniciales tuvo 50 seguidores, “familia y amigos”, dice entre risas. Pueden ser hasta cinco personas, pero si le comentan o le hacen preguntas es suficiente. “Recibir un mensaje bonito, un mensaje alentador, que da las gracias, eso te llena de emoción —dice Fabio, mientras se le quiebra un poco la voz—. Más cuando en la vida he pasado por cosas que no son tan bonitas, que me bajaban, me quitaban la esperanza. Mis videos me recargan”.

Buena parte de su vida Fabio se sintió menospreciado. No era buen estudiante y por eso sus profesores lo “bajaban de la nube”. Le quitaban sus sueños. Con sus videos lo único que siente es esperanza. Más, cuando en pleno Paro Nacional, con las carreteras bloqueadas, el país incomunicado y los productos dañándose, se hicieron virales.

Sacó la leche al camino donde suelen recogerlo, pero al volver a su casa vio que el carro no había pasado. “No sabía qué hacer, me traje las cantinas y entonces se me ocurrió el vídeo”. Abrió TikTok, aplicación en la que había empezado a subir videos cortos desde enero y empezó a grabar.

Al ver que cientos de personas en varias regiones botaban su leche, Fabio pensó en una solución: hacer cuajada para que la producción del día no se perdiera y llevarla a las personas que hicieran parte del Paro. El vídeo se hizo viral. Los 600 me gusta que normalmente alcanza en la aplicación se multiplicaron. Hoy tiene más “corazones”, como él dice, que Pacho habitantes: 63.000 personas le dieron like al video, casi tres veces la población de su municipio, que ronda los 27.000 habitantes.

“A mí me daba tristeza ver a los productores botando su leche. Pero me daba más rabia que las personas no se dieran cuenta que las marchas son consecuencia de lo que ha pasado en el país. Yo le explicaba a las personas que yo apoyaba el paro porque los manifestantes luchaban para que todos tuviésemos oportunidades. Estudiar de manera gratuita, vender los productos dignamente. Por eso los berraquitos están allá”,explica.

Ese video empujó sus cuentas. YouTube creció tanto que sus seguidores podrían llenar el Estadio El Campín. Para Fabio, fue una sorpresa que cambió su vida. “Uno a veces escuchaba que la gente triunfaba en los videos y eso para uno era algo sorprendente. Pero yo subí ese TikTok y como a los diez minutos estaba lleno de corazones”, cuenta Fabio. El algoritmo de la aplicación llevó su video a los destacados de cientos de personas.

Entonces, su perfil empezó a moverse por Twitter, Facebook, Instagram y WhatsApp. Pero no solo por su video del Paro. Las personas empezaron a revisar el resto de sus contenidos: videos de cómo usar pasto de corte para nutrir mejor el ganado, cómo sembrar aguacate y hasta cómo construir puentes por pasos difíciles para facilitar el trabajo.

“Fue hacer lo que siempre he hecho para los niños desde mi casa, con mi hijo como camarógrafo. Mi sueño siempre ha sido enamorar a mis alumnos del campo. Que vean todas las oportunidades, lo sabrosa que puede ser la vida de campesino. Claro, hay que trabajar, pero si se hace con amor se puede hacer las cosas bien”, dice Fabio. Antes, cuando estaba en el colegio dictando clases, le fascinaba ver a sus alumnos doblando los brazos para flexionar sus músculos. “Ellos ven que uno tiene brazos grandes, que sabe usar las herramientas y eso los va encantando”.

Hoy sus ojos brillan con cada comentario y cada me gusta, como se iluminaban cuando solo sus amigos y familia los recomendaban. “Quiero mejorar lo que hago, aprender de lo digital y mi sueño es que pueda darme ingreso suficiente para soñar desde mi casa, enseñar desde mi tierra no solo a mis alumnos del colegio sino a muchas personas que quieran aprender, que quieran vivir esto tan lindo”, dice. A pesar de eso, no quiere romantizar el trabajo en el campo: sabe que para progresar, además de trabajo, se necesita suerte. Las oportunidades para los productores aún son muy escasas.

Son las 10 de la mañana. Fabio ha trabajado por más de 5 horas. Se levantó temprano, ordeñó sus ocho vacas, revisó sus cultivos y tuvo una reunión virtual. Ansioso, camina de lado a lado, esperando una entrevista. De esas que tanto le han prometido pero que no le cumplen. En su finca, San Marino, en la vereda Panamá, se escuchan pájaros a lo lejos. Entonces suena su teléfono. “Lo que más feliz me ha hecho es esto. Recibir llamadas como la suya, que las personas se interesen por lo que uno hace. Contaba los minutos, le dije a mis amigos. Me alegra que me escuche y que le pueda contar mi historia”.

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