La historia de la familia Brito, de Córdoba capital, es un derrotero en busca de una identidad rural que por dos generaciones se había perdido. Porque si bien Daniel, el papá de Martín, es ingeniero agrónomo, nunca había ejercido, ya que continuó con la actividad de su familia en el rubro metalúrgico.

Parece, de todos modos, que les tiraba la memoria agrícola y ganadera de un tatarabuelo de Martín, Don Mariano Roldán, que fue fundador de Benito Juárez, al sur de la provincia de Buenos Aires, y había tenido la estancia “Sol Argentino”, con muchas historias de vacas Shorthorn. “Debe haber sido eso que nos hizo retomar un camino que alguna vez estuvo en la familia”, reflexiona Martín, quien es ingeniero agrónomo, como también su hermano Gastón.

WhatsApp Image 2023 06 01 at 12.31.49 1 “Todo empezó cuando, con mis padres y mi hermano, decidimos emprender algo agropecuario y propio -comienza el relato Martín-. Mi hermano trabajaba para un pool de siembra en el sur de Córdoba. Yo me había especializado en tambos, con Miriam Gallardo en nutrición, y con Eduardo Comerón (qdep), en el INTA de Rafaela. Y luego adquirí mucha experiencia asesorando al grupo Cambio Rural ‘La Lomita’, en Balnearia, en el noreste cordobés. Pensamos en alquilar un tambo, entonces mi hermano se puso a buscar. Mientras, yo decidí irme a hacer una maestría en nutrición, en California para aplicarlo en el futuro tambo familiar.”

“Estando en Estados Unidos, -continúa Martín- mi hermano me avisó que había una oportunidad de alquilar un campo de 280 hectáreas con un tambo, en Coronel Moldes, que se estaba orientando cada vez más a la agricultura y dejando de lado la actividad lechera. Regresé a Córdoba, sin dudarlo. Lo alquilamos y fue así como hace 17 años nos lanzamos como emprendedores familiares. Comenzamos a rescatar el tambo, todo estabulado, pero además fuimos alquilando otros campos, por lo que durante 10 años también hicimos agricultura en unas 1000 hectáreas. De eso se encargaba Gastón”.

“Pero el tambo nos resultó como un tren fantasma, un espanto, porque estaba en muy malas condiciones. Fueron años de lucha -recuerda Martín-. Comenzamos haciendo inseminación con vacas de triple cruzamiento, Holando, Jersey y Suecas Rojas (“VikingRed”), éstas últimas, de la familia Avendaño. En 2017 decidimos dejar de renegar con la agricultura, porque no es fácil trabajar sobre campos alquilados, y aprovechando toda nuestra experiencia, dedicarnos de lleno a montar un tambo moderno y propio, no alquilado”.

“Adquirimos 5 hectáreas sobre la ruta 35, en el kilómetro 667, de Moldes –sigue Martín-. Le pusimos ‘La Inesita’, en honor a la abuela Inés. Compramos 2 robots suecos para el tambo, siendo los terceros en el país. Además, empezamos a montar una fábrica de lácteos, para hacer quesos, dulce de leche, yogures, leche natural y chocolatada, y a levantar un salón de ventas sobre la ruta.”

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Pero en 2018 los hermanos Brito sufrieron una crisis financiera a causa de la inflación y a la mala jugada de un banco. Las obras que habían comenzado a construir quedaron paradas. Tuvieron que vender las vacas para poder terminar la fábrica y el salón de ventas. Estuvieron unos 4 años sin producir leche, hasta que hace unos 3 meses decidieron empezar de nuevo, luego de levantar todos sus cheques, aunque ahora, sin más ayuda de gobiernos ni de Bancos, sino invirtiendo su propio capital familiar y con ayuda de amigos. Reactivaron la finalización de la sala de elaboración de lácteos y piensan terminar pronto el salón de ventas.

Agradecen la inigualable ayuda de la familia Avendaño, para poder empezar con 30 vacas en ordeñe, de la raza Sueca Roja, porque “pretendemos ahora, trabajar con esta raza pura –afirma Martín-. Es que en el tambo anterior pudimos comprobar su superioridad no solo en cuanto a los rasgos funcionales, como mansedumbre, fertilidad, facilidad de parto, sino también en la cantidad y la calidad de su leche”.20

“Además es una raza rústica con pocos requerimientos en cuanto a alimentación. Sin necesidad de comer muchos kilos de concentrados caros, estas vacas producen una buena cantidad de leche, alta en sólidos y muy baja en células somáticas, indicio de la buena salud de sus ubres, una gran virtud de esta raza. Es especialmente apta para la producción de quesos y los demás productos que queremos producir. Nosotros pretendemos vender una leche de calidad para nuestros niños, no un ‘agua blanca’,” enfatiza Martín.

“Las Suecas Rojas, se utilizan generalmente sobre vacas Holstein, -continúa enseñándonos el ingeniero cordobés- para mejorar problemas de fertilidad y de salud como mastitis, evitar problemas de parto y fortalecer las patas y las pezuñas. Con el ordeñe en el robot y esta dieta relativamente sencilla, estamos obteniendo producciones importantes en estas pequeñas vacas coloradas con un peso entre 550 y 600 kilos, unos 100 kilos menos que una vaca Holstein normal, algo que claramente se refleja en su menor necesitad de granos o concentrados. La mayoría de las vacas visitan el robot 4 veces por día (van al robot cuando ellas quieren), algunas logrando producciones de 40 litros en 24 horas, o más.”

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En cuanto a la nutrición, explica Martín: “Buscamos que la dieta de las vacas sea lo más sencilla y natural posible: a pesar de no ser pastoril, por la falta de espacio, la alimentación consiste mayormente de heno de alfalfa, traído en megafardos desde otras zonas de Córdoba y Santiago del Estero. En el momento de ‘servir’ a las vacas, el heno es rociado con 4 litros diarios de melaza por vaca. Sólo en el robot, las vacas reciben 4 kilos de alimento balanceado con 16 % de proteína.”

Y culmina Martín: “Hemos montado una tienda de quesos “Sol Argentino”, en la calle Heriberto Martínez al 6310, en el barrio Villa Belgrano de Córdoba capital. En un futuro la idea es que esto llegue a ser “Cabaña El Sol Argentino”. Pero para llegar a esto van a pasar unos años. Primero tenemos que reponernos de hacienda para completar el segundo robot, llegando a un total de 120 a 130 vacas en ordeñe”.

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“En el tambo, todo esto lleva tiempo. Mi padre hoy viene y trabaja conmigo a la par, sacando bosta de una fosa, porque nos manejamos como en los tambos ‘yankees’, donde mientras más jerarquía tenés, más embostado debés que estar. Pero su mayor virtud es resolver todos los problemas del modo más fácil y rápido, de la cancha que tiene por tantos oficios que ejerció en toda su vida. Él nos enseñó a trabajar e invertir y eso es lo que sólo ha sabido hacer siempre”.

“Gastón se ocupa de la parte financiera del negocio. A Facundo, uno de mis hijos, le apasionan las vacas. Mi madre, Mónica, mi esposa, Carolina, y mi cuñada, Sofía, son indispensables para sostener este proyecto. Queremos producir una leche verdadera, para que los niños de nuestro país tengan acceso diario a su vaso de leche natural, rica, sana y nutritiva, como la de antes.”

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