En 2019 más de 400 explotaciones echaron el cierre en la comunidad, casi la mitad de toda España || Los precios se mantienen un 4% por debajo de la media nacional
Un ganadero trabaja en su explotación de vacuno. Bernabé

El fin de las cuotas no salvó al sector lácteo. Se presentó como la solución para regularizar la producción, romper el desequilibrio entre la industria y los ganaderos y garantizar los precios de venta, pero la liberalización del mercado en 2015 no puso fin a los problemas que afrontan a diario las explotaciones: escasa rentabilidad, concentración en un puñado de comarcas y bajos precios al productor. Los datos del sector en Galicia dan cuenta de la situación límite en la que se encuentran cada vez más cabañas ganaderas, abocadas al cierre por falta de rentabilidad y de relevo generacional. Desde la desaparición de las cuotas lácteas, en abril de 2015, más de 2.000 granjas lácteas desaparecieron del mapa gallego. Solo en el último año, fueron más de 400 las que echaron el cierre en Galicia, casi la mitad de los abandonos registrados en toda España.
En la actualidad hay apenas 7.200 explotaciones de leche en la comunidad frente a las casi 9.200 que estaban en activo a finales de 2015. España contabilizaba hace cinco años casi 16.500 granjas lácteas, pero al cierre de 2019 „a falta de los datos de diciembre„ eran apenas 12.900. De las más de 3.600 explotaciones perdidas en el último lustro en el conjunto del país, casi el 60% echaron el cerrojo en Galicia.
Gran parte de la responsabilidad de esa sangría la tiene la propia estructura del sector, con cabañas ganaderas dominadas por el minifundismo, escasamente viables y con una población envejecida sin relevo generacional. Tres son los factores que se esconden detrás del cierre de explotaciones, según apuntan desde Unións Agrarias (UUAA). “La rentabilidad es reducida y hace que los hijos de los titulares opten por otra actividad, además de la escasa calidad de vida que ofrece el sector y de las dificultades de producir barato que hace que Galicia tenga uno de los precios más bajos de la UE”, detalla el responsable de Ganadería de UUAA, Javier Iglesias. “Se necesitan grandes superficies; no se acometió una reestructuración del territorio que permita producir barato”, cuestiona Iglesias, al tiempo que advierte de que la producción se concentra en determinadas comarcas: “Esto dificulta el acceso a la tierra y es cara”.
Desde el fin de las cuotas lácteas, las explotaciones lácteas se concentran en las mismas comunidades y comarcas que antes de la liberalización del sector. Así, Galicia continúa a la cabeza con más de la mitad de las granjas de leche de toda España. La evolución de la producción se mantiene casi idéntica, con casi el 40% de todo el país concentrada en la comunidad gallega. Y los precios apenas han variado. Tras las elevadas cotizaciones de 2014, que llegaron a situarse por encima de los 36 céntimos el litro, la crisis de 2015 las puso por debajo de los 30 céntimos. Desde entonces subieron ligeramente por la mejora de los mercados, pero siguen muy alejados de los precios en la UE.
“Desde 2015, en el conjunto de los países de la UE se ha producido una recuperación sostenible en el sector. Pero en España, y más en Galicia, no hemos sido capaces y las granjas están muy ajustadas. Por ahora, las que se mantienen lo hacen porque los costes de la materia prima están contenidos”, detalla Javier Iglesias, responsable de Ganadería de Unións Agrarias (UUAA). No obstante, advierte de que cualquier movimiento en el coste del trigo y el maíz pondrá en peligro la continuidad de muchas explotaciones.
La evolución y comparativa de lo que perciben los ganaderos gallegos por la producción de sus explotaciones revelan lo difícil que resulta echar cuentas para no llegar en números rojos al cierre del ejercicio. 30,58 céntimos. Es lo que percibieron de media el año pasado por cada litro de leche que salió de sus granjas, apenas un 1% más que en 2018. Pero este precio sigue por debajo de la media nacional (casi un 3% por debajo de los 31,77 céntimos) y de la UE (un 11% por debajo de los 34,42 céntimos). En Asturias y Andalucía, los productores lácteos cobraron el año pasado más de 33 céntimos por litro; mientras que en Francia rozaron los 36 céntimos y en Países Bajos, por encima de los 35.

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