Raúl Botero, MVZ y M. Sc., investigador asociado del programa de Forrajes Tropicales del CIAT, sostuvo en el libro «Manejo y alimentación de vacunos y de búfalos con forrajes tropicales» que «la crisis cafetera en América Tropical (sic) ya no es coyuntural, sino estructural».
A su juicio, países asiáticos como Vietnam, algunos africanos y otros latinoamericanos como Brasil, que han desplazado sus áreas de cultivo en zonas donde no hay heladas, tienen una «eficiente producción de bajo costo y alta cantidad y calidad del grano».
Si bien el cultivo del café hizo grandes aportes a la economía de varios países productores en América Latina, logrando un alto nivel de desarrollo, los bajos precios del grano en el mercado mundial durante la última década han afectado los ingresos y el bienestar de los productores.
«El cultivo de café se inició como un sistema agroforestal (arbustos de café con sombra de árboles leguminosos, maderables, frutales, plátano, etc), en el que la demanda por abonos químicos era muy baja», afirmó.
Luego se intensificó con nuevas variedades, algunas de las cuales eran sembradas a mayores densidades, sin cobertura vegetal en el suelo y baja sombra de árboles, lo que elevó la demanda de insumos químicos. Después surgieron enfermedades como la roya y plagas como la broca.
Para enfrentarlas, «se sembraron variedades tolerantes o resistentes a estos patógenos que afectan severamente al cultivo, altas densidades, cero sombrío, ninguna cobertura sobre el suelo y menor calidad, aroma y sabor del grano, que han obligado a una cada vez mayor aplicación de insumos».
A esto se suma que las zonas cafeteras están ubicadas generalmente en zonas con temperaturas medias (16 a 22°C) y precipitaciones distribuidas en el año, suelos fértiles de origen volcánico y de topografía ondulada, por lo que tienen alta fragilidad y riesgo de erosión y degradación.
En los últimos años se han generado tecnologías pecuarias tropicales que dependen menos de insumos ajenos a la explotación, lo que las hace aptas para lograr una alimentación animal eficiente y de menor costo, desde el punto de vista de productividad y rentabilidad.
«A la vez que, estas tecnologías tropicales permiten, no solo la conservación de los recursos naturales, sino la recuperación de los agroecosistemas degradados por el mal uso», argumentó.
El experto aconsejó hacer una producción ganadera rentable sin afectar el frágil equilibrio de los agroecosistemas tropicales, «tomando en cuenta que la demanda hacia un mayor consumo de carne, leche, cárnicos, lácteos y pieles, por la creciente población de las zonas cafeteras, será la fuerza motriz de la expansión e intensificación de la producción bovina regional».