Conocemos esta ganadería pequeña en tamaño, pero gigante en resultados.

Viajamos a Cudillero, un bello pueblo asturiano de tradición marinera y ganadera, para visitar la ganadería Toño Patallo, pequeña en tamaño pero gigante en resultados. Esta granja de vacuno lechero lleva años habitando los primeros puestos de ganaderías españolas en tipo y en ICO, resultando un rara avis que demuestra que el trabajo bien hecho no entiende de tendencias, dimensiones ni dinero, sino de esfuerzo, constancia y pasión.

Para que nos cuente su experiencia, hablamos con su propietario, que pudo haber sido marinero, ciclista o paracaidista, pero que terminó siendo ganadero a mucha honra y tras casi 40 años de profesión sigue convencido del futuro del vacuno de leche para las nuevas generaciones de ganaderos.

En Cudillero la mariñana y la vaqueira siempre han ido históricamente de la mano, como se encarga de recordarnos Toño Patallo rememorando su niñez. “En Cudillero lo típico era ser ganadero y a la vez trabajar en la mar. Existía la tradición de tener una ganadería de dos, tres, cuatro vacas e ibas a por la merluza en verano, pero en invierno estabas en casa. Era otro tipo de vida. Yo empecé en la mar con 14 años. Igual que ahora es muy típico que los chavales terminen el colegio y trabajen de camareros durante el verano, antes era típico trabajar en la mar. Mi padre fue marinero en barcos grandes, pero siempre tuvimos ganadería y al fallecimiento de mi padre y mi hermano, yo dejé lo que estaba haciendo y cogí las riendas de la ganadería. Entonces compré la ganadería con 24 años y empecé a ir pagándola y creciendo poco a poco alternando un poco con agricultura. En aquel tiempo había 12 vacas, hablamos del año 85. Teníamos 28.000 litros de cuota, que era lo que producíamos con 12 vacas. Entonces cogí la ganadería como estaba, empecé a trabajar y a comprar cuota”, evoca.

 

PATALLO%2022Toño recuerda que todas las inversiones y cambios los hizo sobre todo al inicio, pues la nave en su origen estaba dividida en varios departamentos, de modo que arregló lo que pudo, quitó las paredes del medio y todo lo que compró lo ha amortizado hasta el final.

 

“No estuve invirtiendo todo el tiempo, pero al cumplir 48 años tenía todo preparado para hacer una nave grande, con una estabulación más automatizada, sala de ordeño… Diseñada y con la financiación aprobada, pero una noche me acosté y pensé: “Tengo 48 años. Si me meto en un préstamo a 20 años, terminaría con 68”. Acababa de terminar de pagar mi hipoteca y me sentía liberado. Así que al despertar dije al palista: tapa todos los agujeros que no voy a hacer la obra. Y desistí”, cuenta.

En relación a las gigantes inversiones que se ven a veces en nuestro sector, en opinión de Toño Patallo “hay que medir un poco y dejar un margen de maniobra”, lo cual añade que se puede aplicar a cualquier ámbito económico. No obstante, advierte convencido, “dicen que cualquier persona es libre de crecer hasta arruinarse”.

También insiste en la idea de que “no se puede montar una ganadería pensando en un futuro relevo generacional del que no tienes seguridad”. En su caso, su única hija se formó como Ingeniera Eléctrica, trabajó en Nestlé y ahora lo hace en el departamento de compras de Central Lechera Asturiana. De modo que, aunque enamorada de la ganadería familiar, continuará su camino por otros derroteros relacionados con el sector lácteo.

Alrededor de 50 animales, menos de 30 en producción

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ganadería de Toño Patallo es una ganadería familiar de unos 50 animales, de los cuales tiene unos 25 en ordeño, y en la que siempre ha trabajado solo porque como nos recuerda él mismo “en una empresa familiar si tienes muchos animales y te falla un empleado, no podrías manejar solo a todas las vacas”. Y recuerda con sorna, “el tamaño en este caso no es importante”. “Puedes ser una ganadería pequeña y eficiente. Mi ganadería hace 300.000 litros de leche”, subraya para concluir.

A lo largo de los casi 40 años que lleva al frente de la ganadería, en los que siempre contó con la ayuda de su madre, Avelina, ha superado todo tipo de vicisitudes y momentos. Por ejemplo, el vacío sanitario que tuvo que realizar en 1992, sacrificando a todos sus animales. Entonces compró un lote de novillas y a partir de aquella genética fue construyendo el rebaño que tiene hoy y que se sitúa año tras año entre las mejores ganaderías de España por tipo y por ICO, una situación atípica que la hace destacar y servir como ejemplo no solo en Asturias, sino en España.

De aquel lote de animales que compró tras el vacío sanitario, tenía una vaca que fue calificada con 80 puntos en una de las rondas de calificación de CONAFE. “Me dijo Luis Mario (calificador de CONAFE): ´A ver si un día las tienes todas con 80 puntos´. Hoy lo veo y le digo, Luis Mario, ya no tengo ninguna con menos de 85 puntos. Eso demuestra que cualquier persona que empiece puede llegar a donde quiera. Que no hace falta empezar arriba, ni gastarte un montón de dinero. Simplemente necesitas tiempo y hacer bien las cosas. Ahora además los ganaderos tenemos acceso a grandes toros, en cualquier parte del mundo, y a herramientas excelentes como la genómica”, explica.

Todo ello le llevo a tener “muy claro” que “la ganadería de leche tiene muchas posibilidades”. Pero recalca que “para ser ganadero de vacuno lechero hay que ser extremadamente profesional y estar mañana, tarde y noche durante 365 días al año”. “Todo el mundo puede ser ganadero de carne, pero ganadero de leche no. Porque una vaca de carne funciona de otra manera y no exige la misma atención y dedicación. Pero es la esencia y el encanto de la ganadería. A mí me va a dar mucha pena dejarlo cuando me tenga que jubilar”, concluye este ganadero enamorado de su profesión.

La ganadería Toño Patallo lleva años habitando entre los primeros puestos en ICO y en tipo, resultando un rara avis: “El ICO me da la leche, producción, calidad y dinero. Y el tipo me da animales longevos y grandes”.

Al final, echando la vista atrás, son casi 40 años sin dejar ni un día de levantarse; con pocas salidas, descansos y vacaciones, lo que conlleva un sacrificio. Pero recuerda que, a cambio, su trabajo le ha permitido ir robando a lo largo del día sus ratos de tiempo libre. “Un día termino pronto de ordeñar y cojo mi perro y me voy a pescar; o salgo a dar una vuelta con mi hija en bici; o me alquilo una canoa y me voy por el río Nalón; o salgo con mi mujer a comer o cenar por ahí. Es disfrutar del día a día y no estar esperando esos momentos solamente durante mis vacaciones de agosto” explica.

No obstante, en un lugar tan pintoresco y privilegiado como Cudillero, el turismo está desplazando a cualquier otra actividad económica y Toño reconoce que es difícil mantenerse como ganadero y renunciar a cantos de sirena de la industria turística, pues si fuese solamente por dinero habría recalificado y vendido su finca hace años.

 

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“Me costó mucho decir que no. Y el alcalde que había en aquel momento me insistía: ‘Te empeñas en ser pobre’. ¿Pero qué me habría cambiado? Tendría un mejor coche, pero tendría que haberme ido a otro sitio a vivir. Y pasaría ahora por aquí y diría qué guapa ha quedado mi granja. Por esos motivos, al final muchos ganaderos vendieron. Y yo, aunque no soy rico, seguramente estoy mejor que otras personas que vendieron sus ganaderías y se metieron en inversiones que no dominaban. Yo me jubilaré cuando me apetezca”, señala orgulloso.

Por todos estos motivos se considera un “luchador” e insiste en que “hay que ser de los peleones” y no solo quejarse y “andar llorando por ahí” porque es necesario “luchar para cambiar las cosas”. “Hay que luchar e ir a las asambleas y cooperativas, de las que los ganaderos no deben perder el control. Porque además de manifestarnos, también debemos luchar desde las asambleas de nuestras cooperativas, ya que no solamente te desplaza el lobo o el jabalí… A mí el jabalí por ejemplo me genera aquí muchos problemas para las siembras. Pero eso siempre puede tener solución. Otros problemas, como que otro sector económico te empuje y te desplace, no lo puedes parar”, concluye.

Importancia de la genética y la genómica

Como decíamos al inicio, la ganadería de Toño Patallo destaca entre las mejor posicionadas por genética de toda España y se muestra convencido de que “la genética es la base de la granja”. “A mí me gusta la capa blanca y negra. Sin embargo, suelo meter animales con factor rojo para generar nuevas líneas”, añade. Su granja parte de 6 líneas genéticas diferentes: Sandra; Xabine; Ruth; Astoria; Esmeralda; y Orchidee (Orquídea). A partir de esas que destacaban, y siempre manteniendo la primera letra en sus hijas, se hizo la granja. No hubo ninguna incorporación en los 38 años.

“La gente no le da importancia a la genética en muchos casos. Pero para mí que tengas una media de calificación de 78 puntos me parece muy poco y significa que algo falla. No es necesario tener 85-86 puntos de media en tu rebaño como yo. Pero sí importa tener un mínimo 80 puntos. Porque si tienes menos es que hay un problema de ubres y si no hay ubres en una vaca lechera tienes un problema serio”, apunta.

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Para él, en la vaca frisona la clave está en el equilibrio entre ubre, patas y cuerpo. “Además de buenas ubres y patas, yo también doy importancia a un cuerpo fuerte, porque un animal fuerte come mejor y come más, por lo que produce más, y si tiene una enfermedad se recupera antes. Pero todo esto ya lo tiene muy bien definido la genética mundial”, explica.

También considera básico cuidar el ICO de su rebaño para reforzar ese equilibrio. “Si yo ahora mismo quisiera ir a ICO, me podría colocar entre las primeras ganaderías clasificadas porque retiraría las vacas buenas en tipo, que son más viejas, que son vacas excelentes y que tienen más años. Y si quisiera ir a las primeras posiciones por Tipo, también podría hacerlo porque ahora mismo casi toda la cuadra es mínimo MB y van pocas vacas al matadero porque aguantan mucho. Ahí es donde se ve el tipo. El ICO me da la leche, la producción, la calidad, el dinero. Y el tipo me da animales longevos, que están bien, que son fuertes y son grandes”, explica convencido.

Al final la importancia de los datos y la genómica subyace por debajo de su mensaje. “Los datos bien manejados son parte de tu economía. Dicen que las vacas no son números, pero luego los toros se venden en función de números. Mis animales de cara a los seguros cuestan más dinero. Y no solamente es dinero, también es orgullo. Hay gente que lo importante para ellos es ganar un concurso. Yo lo que voy a transmitir a los futuros ganaderos es mi genética. Mi trabajo de 40 años. Yo voy a dejar unas vacas con una genética extraordinaria. Mi rebaño lo he conseguido marcándome objetivos. Y cuando veo que un parámetro se me queda abajo, pues lo intento corregir”, explica.

Usuario del servicio de acoplamientos de CONAFE

La ganadería Toño Patallo lleva utilizando el Servicio de Acoplamientos de CONAFE desde su puesta en marcha con excelentes resultados como él mismo nos explica. “Utilizo el servicio de acoplamientos de CONAFE desde que se puso en marcha, debo ser de los primeros que se sumó. Cuando yo acoplaba antes, corregía solamente los rasgos principales. Pero llegó un momento en que veía que se me escapaba un poco de las manos la nueva genética porque tienes ciento y pico mil toros disponibles y observé que la consanguinidad no la controlaba o que había rasgos en los que la hija no mejoraba a la madre. Y ahora, acoplando con CONAFE, todos esos rasgos se corrigen. Con este servicio ves la cantidad de rasgos que estás controlando, que un ganadero por sí mismo no es capaz de ver en un catálogo. En mi caso siempre busco animales equilibrados porque para mí una buena ganadería es aquella que tiene ICO y tiene Tipo. Es como si en ciclismo eres un gran escalador, pero luego no sabes bajar bien los puertos. Estás jodido. Al final gana aquel que es bueno en todo”, concluye.

Respecto a los toros que usa, recuerda que siempre está “abierto a usar los toros de cualquier casa comercial, española o extranjera”. “Siempre que se cumplan los parámetros que se buscan, en genética hoy en día no hay fronteras”, subraya.

 

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Toño Patallo se caracteriza por decir las cosas sin rodeos. Y tiene claro que los centros de inseminación españoles deberían estar unidos. “Tiene que haber intercambio de toros porque si no van a desaparecer. No pueden ponerse a la altura de las grandes empresas mundiales”, apunta.

Además de formar parte de CONAFE, también pertenece a ASCOL, a Central Lechera Asturiana y la cooperativa Campoastur.

En cuanto al trabajo en la granja subraya cómo “a veces lleva menos tiempo hacer las cosas bien que ir por los atajos”. “Y luego hay una frase de Cervantes que me encanta: El camino es siempre mejor que la posada. La vida es apostar por el día a día”, recalca.

Relaciones profesionales de confianza

Toño también insiste en la importancia de las relaciones profesionales de confianza. “Llevo toda la vida trabajando con los mismos profesionales. Casi no he cambiado ni de veterinarios, ni de cooperativa. Incluso apenas he cambiado el pienso”, destaca. Por ello ha trabajado casi 40 años con los veterinarios Ángel Oliveira (que se acaba de jubilar) y José Manuel Suárez.

Y también con los nutrólogos Nicolás Lozano, de UTECO, durante los primeros años, y luego con Blanca Santa Marina y Tomás Zaballos, de Campoastur. Los nutrólogos de la cooperativa formulan por tanto las raciones y él a veces va haciendo pequeñas correcciones: “Uso ensilado de maíz, pradera natural y raigrás híbrido, y se acompaña de forraje verde en épocas en las que hay disposición. El pienso es una mezcla con un 54 por ciento de harina de maíz, 23 por ciento de harina de soja, 10 por ciento de harina de cebada, colza, semillas de algodón y las correspondientes vitaminas y minerales. Llevo muchos años sin hacer cambios. Solo si uso mucho forraje verde y veo que en las muestras que nos hacen del LILA (Laboratorio Interprofesional Lácteo Asturiano) me sube la acidez y la urea, entonces corrijo con pulpa de remolacha seca. En general, uso raciones más energéticas que proteicas, pues las vacas tienen mejor condición corporal, y aunque quizás se produce un poco menos, es mejor la fertilidad y la calidad de la leche”.

Como buen aficionado al ciclismo, Toño explica su trabajo con este símil: “La ganadería es como cuando corres en bicicleta. Una contrarreloj se va ganando en pequeños detalles. En entrar en una curva más o menos fuerte, salir de una curva muy rápido. Se van ganando segundos y la clave en una ganadería es ir ganándole segundos a lo largo de la vida, corrigiendo pequeñas cosillas. No hay milagros”.

Base territorial e instalaciones

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Como base territorial, la ganadería Toño Patallo dispone de 30 hectáreas en las que cultiva maíz forrajero, raigrás inglés y pradera natural. Y en cuanto a los residuos no tiene apenas problemas, pues casi se ciñen a estiércol, sin apenas residuos líquidos.

“No he tenido problemas con medio ambiente. Aunque últimamente observo mucho desmadre, como ir en coche por medio de las fincas. Si hay caminos alrededor, no hay que andar con el coche por las fincas. Hay cosas que son sagradas”, agrega al respecto.

La granja tiene una instalación fija en la que hay 23 animales en ordeño. También dispone de una parte en estabulación libre donde están los animales secos y novillas de diferentes edades. Además de una pradera donde los animales salen a pasear cada día.

Incluidas las terneras, que están con leche hasta los 3 meses y salen desde el mes o mes y medio a pasear al prado. “Una de las claves de tener buenos animales está en la recría. Las terneras tienen un tamaño importante y salen todos los días, o bien solas o bien con las madres. Y por las noches se quedan dentro, recogidas. Se puede tener a las terneras en corrales, pero salir al sol es media vida para los animales. Aunque lógicamente cada uno tiene que manejar su ganadería como pueda”, opina.

En el segundo parque, las terneras están hasta los 5 o 6 meses. Depende de la época del año. Pero una vez salen de ahí todos los animales comen el mismo pienso. “Lo hice por mano de obra, pero sobre todo porque al final de un pienso de vacas secas a un pienso de leche no hay tanta diferencia y un pienso bueno siempre funciona. Quizás tienes que tener un poco de cuidado para que no te engorden demasiado al parto, pero como tampoco comen una burrada de pienso… Lo que sí comen es silo a disposición todo el día. En el campo no están para comer están para caminar, pero todos los días, una vez salen alimentadas de la cuadra, los animales tienen una bovina o dos en un comedero móvil”, explica.

Otras formas de trabajar

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Otra diferencia importante respecto a la forma de trabajar en otras ganaderías es que Toño Patallo insemina a sus animales por tamaño, no por edad. “Hay animales que con 14 meses los puedes inseminar y otros que a los 17 meses. Ahí discrepo mucho con otras ganaderías. Me pasa lo mismo con la fertilidad. No hay días abiertos. Yo a los animales en primer parto les alargo un poco más la lactación. Están creciendo todavía. Necesitan recuperar un poco más.  No me importa tener más días abiertos porque las vacas están dando mucha leche. Además, si hay vacas que se están quedando muy delgadas no se pueden inseminar. Bien sea por producción o bien sea por condición corporal, hay que ver cada caso. Los animales no son máquinas y aquel ganadero que piense que un robot o un ordenador es suficiente, no lo es, tienes que ser observador. Los aparatos te dicen muchas cosas, pero debes tener también las sensaciones. Si tú vas en bicicleta, tienes un plan pensado, en qué puerto atacar, dónde escapar, pero luego puedo ser al revés, te pueden atacar a ti o pinchar o caerte. Y en la vida es igual, tienes que reiniciarte todos los días porque sales pensando una cosa y sale otra. No siempre salen las cosas como se tiene planeado”, destaca volviendo al símil ciclista.

Precisamente recordando su época como ciclista amateur, nos comenta cómo tuvo que dejar la bicicleta al marchar a la mili con 19 años. A la vuelta, tras retomar la bici, “tenía la sensación de que estaba perdiendo el tiempo” y de que sus padres le necesitaban por lo que dejó la bicicleta únicamente como hobby. Pero una vez había comprado la granja, fue cuando el director de su equipo volvió a buscarle para la Vuelta a España. “Pero si no fuese ganadero, sería marinero”, señala convencido.

Tras casi 40 años al frente de la ganadería mira atrás y reconoce estar “muy agradecido a las vacas” porque le han permitido disfrutar de la vida familiar. “No he tenido grandes vacaciones, pero he comido casi todos los días con mi familia y he podido ir a buscar al colegio a mi hija. También la llevaba a las actividades extraescolares o podía levantarme de noche cuando lloraba. Todo eso es un privilegio porque ya no vuelve”, apostilla.

Por ejemplo, en bienestar animal las exigencias más que aumentar, se han formalizado y protocolizado. Pero Toño recuerda los cambios de las últimas décadas: “Antes era típico que los veterinarios cosieran pezones y hoy ya no coses un pezón; también hay menos cojeras; pero sobre todo se ha mejorado mucho en ubres o en facilidad de parto. Ya es raro tener partos difíciles y no vas con problemas en ese sentido al trabajar con semen sexado y con facilidad de parto”. En su opinión, la clave es que las vacas “estén cómodas y coman bien”. “No necesitan más”, dice.

 

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Preguntamos a Toño qué diría a un joven que estuviese interesado en ser ganadero/a y esto nos responde: “Animaría a ser ganadero a todo el mundo. La leche tendrá futuro siempre. Solamente es importante que le gusten los animales. Para empezar de 0 también sería bueno buscar una ganadería que se cerrase y que se venda. Lo primero y más básico de una ganadería es el confort y la alimentación junto a la genética, que también tiene muchísima importancia. Pero van todos de la mano. Si tienes genética, pero fallas en las otras cosas, es como tener un Ferrari sin ruedas o sin gasolina”.

“Ser ganadero es duro. No hay que engañarse. Pero merece la pena.”

En cuanto al futuro del sector, este ganadero asturiano está convencido de que “la leche se va a seguir tomando”. “Es cierto que cada vez menos, pero también es cierto que cada vez se incorporan más nuevas demandas y mercados a la leche. El sector agroalimentario en Asturias es el segundo después del metal. Quedarán pocas ganaderías porque habrá pronto un cambio generacional y en los próximos años habrá una caída. Pero la leche tendrá futuro siempre. Lo que va a marcar el futuro de la ganadería es la mano de obra para poder crecer”, reflexiona.

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