Pero en igual medida o inclusive mayor, también han aumentado los costos de producción, en algunos casos incentivando u obligando a dejar el rubro, sobre todo aquellos productores de mediana y pequeña escala.
La ganadería conjuntamente con las diferentes actividades agropecuarias fueron fundamentales para que la economía del país no se viera detenida ante la aparición del Covid- 19 durante todo 2020 y parte del año pasado. Durante todo ese tiempo, los precios del ganado anduvieron por las nubes y semana tras semana fueron superando record tras record. Tanto productores cómo operadores de los diferentes eslabones de la cadena no dejan de reconocer que fueron buenos momentos para el negocio. Una de las voces con mayor autoridad en el país es la del productor y expresidente de la Federación Rural del Uruguay Jorge Riani quien en primera instancia subrayó a La Mañana que “primero hay que reconocer que 2021 fue un año de precios record”.
Pero conforme aumentaron los valores de los ganados, también se incrementaron los costos de producción. En esta línea puso varios ejemplos considerando incrementos en el precio de los fertilizantes, fletes, mantenimientos de los establecimientos, alambrados (que conjuntamente con las mangas subieron 100%), esquilas (hoy cuesta U$ 80 por animal) y los arrendamientos que aumentaron entre 30% y 50%.
Campañas sanitarias deficitarias
Asimismo menciono “el aumento sustancial de sanidad animal (dónde) las campañas sanitarias han sido muy deficitarias”. Señaló que los costos de los proyectos destinados a sanidad animal no superaban los US$ 5 por animal, mientras “hoy debemos andar entre US$ 30 o US$ 40 por animal”. Argumentó que las causas son los costos de los baños para combatir la garrapata mientras que las tomas han duplicado los precios.
A Riani le preocupa “la falta de flexibilización laboral, la gente se ha acostumbrado después del periodo de Mujica hacer una determinada cosa y no lo saques hacer otra” señaló y puso como ejemplo que para arreglar una portera se ven obligados a contratar alambradores, cuando en otros tiempo los mismos peones campereaban con una llave de alambrar en el recado.
Los magros beneficios que obtienen los ganaderos por su producción y la introducción de fondos de inversión que pagan mejores rentas e incentivan a pequeños productores a dejar el negocio preocupa a Riani. Mientras los ingresos de los criadores es de US$ 30 y la de los invernaderos es de US$ 60, estos grupos de inversión pagan una renta que oscila entre US$ 100 y US$ 120 la hectárea.
Lechería: hay productos que subieron 300%
La actividad lechera cuyo dinamismo implica asumir costos permanentemente también ha tenido un periodo de buenos precios internacionales. La última subasta de la cooperativa neozelandesa Fonterra registró una leve caída (diciembre 2021), con respecto a la subasta anterior de 1,5 % en términos generales cotizando a US$ 4.236 y la leche en polvo entera (principal producto local de exportación) en particular cayó 3,3% cotizando a US$ 3.867 la tonelada. Estos datos son una muy buena noticia para los tamberos y de hecho lo han reconocido permanentemente. No obstante, denuncian no ver reflejado estos buenos indicadores en sus propios bolsillos habida cuenta de los permanentes incrementos que los insumos presentan en los últimos meses.
Justino Zavala integrante de la Agremiación de Tamberos de Canelones dijo que “tenemos un precio bueno, porque estar hablando de US$ 0,34 y US$ 0,35 es un precio que está mucho mejor a los US$ 0,28 que cobrábamos el año pasado pero nos alcanzaron los costos muy rápido”. Detalló a La Mañana algunas cifras interesantes que reflejan la incidencia de los costos productivos en los números globales de las empresas.
Entre los ejemplos señaló el glifosato, muy importante a la hora de preparar los predios para la siembra que tuvo un incremento de 300% en cuatro meses, pasando de US$ 60 a superar los US$ 200. Mientras tanto la urea pasó de costar hace algunos meses US$ 300 a superar los US$ 850. En cuanto a la alimentación de los animales también los valores de los productos han sufrido incrementos importantes. Zavala señaló que la tonelada de maíz molido cuesta US$ 270, mientras que la ración está arriba de los US$ 300.
Estas pérdidas en el poder adquisitivo de los tamberos se profundizaron con el déficit hídrico que azota a la cuenca lechera por estos meses. Si bien reconoció que los indicadores que muestra INALE (Instituto Nacional de la Leche) son ciertos, el punto es que la incidencia del pasto no está cuantificada y en la actualidad se traduce en más pérdidas.
La incidencia de los combustibles
Los combustibles son lo que los productores le llaman “la plata viva”, porque hay que pagarla en forma inmediata o casi inmediata. La incidencia de este energético en los tambos ronda entre 5% y 8% dependiendo de los meses del año. Los concentrados abarcan el 30% del total de costos, la mano de obra oscila entre el 10% y 15% y la energía eléctrica el 5%.
Zavala entiende que las secas son parte del menú que deben afrontar los tamberos. Este escenario implica perder muchas plantaciones, utilizar las reservas destinadas para el invierno e incrementar la dieta de materia seca de los animales. En cualquiera de los casos existen incrementos en los costos productivos. Puso como ejemplo la utilización de materia seca que destina a sus animales, dónde de los 0,8 kilos por vaca por día del mes de octubre debió pasar a 10 kilos por día por vaca durante estos días. A estos incrementos hay que sumarle las siembras perdidas. El costo por hectárea de maíz, la reserva estrella para el invierno es de US$ 1.000, y en años como este hay muchos productores que pierden mucho dinero. El tambero finalizó reflexionando que “no todo los que brilla es oro” en el negocio.