Al igual que otros muchos productores en Europa, los ganaderos belgas sufrieron las consecuencias de la crisis de la leche del año 2009. Fue entonces cuando decidieron crear una cooperativa que tenía un único objetivo: lograr un precio justo por sus producciones. La idea no era nueva, se había puesto en marcha en otros países. Hoy los 500 ganaderos que comercializan sus productos bajo la marca Fairebel consiguen hasta 10 céntimos más por litro de leche.
«Necesitábamos precios que cubrieran los costes de producción, pero no había leche en los mercados que diera un precio justo a los ganaderos», cuenta Erwin Schöpges, presidente de la cooperativa Faircoop. Actualmente, trabajan para ella 500 ganaderos y su marca es reconocida por el 71 % de los consumidores belgas. Pero antes de llegar ahí tuvieron que pelear. Y mucho. Primero, para encontrar una fábrica en la que envasar y producir sus productos. No querían construir una y nadie en su país parecía dispuesto a hacerlo. Así que se tuvieron que ir a Luxemburgo, cuya frontera no está demasiado lejos. Después, para darse a conocer y que los supermercados colocaran sus productos en los lineales, al tiempo que aceptaban pagar un precio que fuera justo por sus producciones.
Sabían que, si querían hacer un hueco a su marca, tenían que hacer una importante inversión en márketing. «Con los supermercados es difícil negociar y necesitábamos visibilidad», añade Schöpges. Por eso destinan, todos los años, entre el 10 y el 15 % de su presupuesto a márketing. Además, todos los granjeros que forman parte de la cooperativa deben participar en las promociones de productos que organizan en estos establecimientos y en otras ferias. También apostaron por valorizar sus producciones, transformando parte de su leche en mantequilla, quesos, licor de leche y helados. Tienen hasta un camión de comida con sus hamburguesas. Y en todos estos productos, los ganaderos reciben un precio justo.
Fairebel vendía en el 2010 800.000 litros de leche y el pasado año superó los 13 millones. «Hacemos un estudio de costes, para saber cómo tenemos que vender la leche. Después negociamos con los supermercados. Al principio, nuestra leche era la más cara, ahora todas las marcas se miran en nosotros», añade el presidente. Por ejemplo, actualmente se está pagando el litro de leche a los ganaderos a 35 céntimos, pero ellos han calculado que las granjas precisan 45 céntimos para ser rentables, «así que negociamos con los supermercados y tenemos que conseguir que, a final de año, le podamos devolver esos diez céntimos que los ganaderos dejaron de cobrar», asegura Schöpges.
Con el paso del tiempo, Fairebel incorporó también a productores de manzana y de carne, con la misma filosofía: lograr un precio justo por sus productos. Actualmente, comercializan entre el 50 y el 60 % de su fruta en los supermercados, mientras que el resto va para la industria. También han elaborado unos zumos. Sus productores cobran, de media, veinte céntimos más. Con la carne, en cambio, la diferencia que perciben sus ganaderos es de hasta un euro más por kilo.
Todo ello se complementa con que el proyecto es cada vez más sostenible, empezando por sus envases y continuando por la compensación de las emisiones de carbono. No es de extrañar, así, que cada año más ganaderos se incorporen a esta cooperativa.
Thibaut Desmedts, granja Ponceau: «Llegamos a la cooperativa porque no lográbamos un precio justo»
Thibault Desmedts y su mujer Aurélie se hicieron cargo de la granja de los padres de ella en el 2014. En ella cuidan de 280 vacas para carne y de otras 65 con la que producen leche. Ellos no fueron de los primeros en sumarse a la cooperativa, pues gran parte de su producción de leche la dedican a la elaboración de productos, como yogures, mantequillas y helados. Pero en el 2020 decidieron dar el paso e incorporarse a Fairebel, «porque nadie nos daba un precio justo por nuestra carne», cuenta Thibault.
Explica este ganadero belga que, actualmente, para cubrir costes de producción deben percibir entre 7,30 y 7,40 euros por kilo de carne. En el mercado se paga a 6,80 euros, pero gracias a Fairebel consigue hasta un euro más por sus producciones. Él tiene 280 vacas para carne de la raza Azul Belga, a las que alimenta en exclusiva con lo que producen en su granja, donde tiene una extensión de 200 hectáreas. Allí cultiva maíz, cebada y remolacha, entre otros. Y cuenta con hasta 40 hectáreas de pasto para sus animales. No está obligado a vender todo lo que produce a la cooperativa y, de esta forma, en la granja tiene también una pequeña tienda donde comercializa parte de su carne. El resto, la vende en circuitos cortos, a través de tiendas locales y supermercados que se encuentran en un radio de diez kilómetros. «Trabajamos directamente, sin intermediarios», cuenta.
Lo mismo sucede con la leche, con la que elabora mantequilla, quesos y hasta helados cuando es temporada. «Cuando vendo mi mantequilla en mi tienda obtengo un precio justo, pero es cierto que no es mucha la que hago», explica. Cada una de sus 65 vacas produce una media de 9.000 litros de leche al año, de los que dedica 90 a la semana a la transformación, una tarea que realiza en su propia explotación. En su opinión, contar con la cooperativa es fundamental y, de hecho, es el tesorero de Fariebel. «Es muy importante tener sus consejos, me ayuda a tener una visión más general», asegura este ganadero belga.
Stéphane Godfriaux, Granja Seigneurie: «La gente que ordeña hoy no será reemplazada y habrá escasez de leche»
En esta granja el relevo generacional está garantizado. Porque Stéphane y Carine Godfriaux regentan esta explotación, que heredaron de los padres de ella, en colaboración con sus cuatro hijos. De hecho, el más joven, Matteo de 22 años, vive y trabaja en ella y la heredará cuando sus padres se retiren. Pero Stéphane se teme que eso no es lo que sucederá en otras explotaciones de la región. «Los precios de los productos siguen subiendo y los de la leche no. La gente que ordeña hoy no será reemplazada y habrá escasez de leche», vaticina.
La explotación cuenta con más de 83 hectáreas de terreno, en las que producen la alimentación de los animales, como cereales, maíz o guisantes. De ellos, 21 hectáreas son de pasto. Este año, por ejemplo, sus animales apenas han podido salir al exterior. «La tierra aquí tiene mucha arena y este año ha llovido mucho. Por eso las vacas no pueden ir a los pastos», explica. Actualmente cuenta con 113 vacas, de las que solo 51 están en ordeño, y producen unos 300.000 litros de leche al año. Ellos también forman parte de Fairebel, aunque no comercializan a través de ella toda su producción de leche. También producen helados y yogures, que venden en la tienda de su granja. Allí también comercializan la producción de fresas, tomates y patatas de Matteo, que ha optado por diversificar la explotación.
Stéphane reconoce que su explotación tiene los mismos problemas que otras muchas en Europa con las ayudas de la PAC. Por ejemplo, este año tendría que tener plantado antes de finales de mayo para cubrir la documentación de las ayudas. Pero no pudo hacerlo por la climatología. Por eso reclama a los políticos una legislación que les permita «obtener un precio justo por nuestros productos», concluye.
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