La relación entre el Estado y las empresas lácteas no pasa por su mejor momento y cada día suma nuevos inconvenientes.

Primero fueron los precios cuidados y los precios máximos que obligaron a varias industrias a vender por debajo del costo de producción, luego las denuncias por especulación, más adelante demoras en los pagos de las compras públicas, y ahora, la frutilla del postre, extorsión por el precio de esas mismas licitaciones, comparando peras con manzanas.
La semana pasada se abrió una nueva licitación pública por parte del Ministerio de Desarrollo Social, venimos consignando que hay escasez de productos en los almacenes del ministerio que distribuye a comedores comunitarios. Pero la sorpresa llegó cuando en el pliego se pusieron precios de referencia imposibles para el mercado.
Las referencias de precios se impusieron luego de una denuncia periodística del año pasado que demostró que el Estado compraba a un 40% más caro que lo que cualquier ciudadano lo hacía en un supermercado, desde ahí en adelante se fijaban precios referenciales que podían consultarse en la web la semana que salieran los pliegos.
Pero el problema que surgió la semana pasada es que el precio de referencia tomado para la leche en polvo se basó en un preparado lácteo, que no es leche en polvo.
Y cuando las empresas enviaron sus presupuestos comenzaron los llamados, intentando bajar esos precios sin entender que no podían servir nunca de referencia, porque no es el mismo producto.
El producto usado como referencia es de una primera marca, pero no es leche en polvo, es más, en su empaque dice “Leche modificada en polvo”, pero en el sitio web del mayorista figura como leche en polvo. La diferencia entre este producto y la verdadera leche en polvo, en el mismo mayorista es de 100 pesos para los 400 gramos. No es un detalle menor.
¿Qué pasará con la licitación? Nadie se anima a responder esa pregunta.

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