En las páginas de esta edición de Clarín Rural se detallan los quince galardonados. Pero voy a dedicar unos párrafos a algunas de ellas, pidiendo perdón a las que no mencione, porque solo tengo 3.800 caracteres, con espacios.
Me pareció espectacular el caso de Lactear. Es una empresa creada por cinco tamberos de la región de Morteros, Córdoba, corazón de la cuenca lechera más grande de Argentina y Sudamérica. Hace quince años, en conjunto producían 50.000 litros de leche por día, que entregaban a SanCor. No les iba bien y decidieron salirse de la cooperativa. Primero hicieron un pool de leche, para ofrecerlo como paquete a otras empresas lácteas.
Pero el cambio no les movió la aguja. Entonces decidieron dar el paso hacia la industrialización. Instalaron una quesería, contratando ingeniería y equipos nacionales, que -sabían- eran absolutamente competitivos. Apuntaron a productos de calidad y crecieron rápidamente. Hoy procesan 200.000 litros ¡de sus propios tambos! Es decir, cuadruplicaron la producción en cada uno de ellos.
En el camino, la sociedad creó otra empresa, para convertir en alimento balanceado los granos provenientes de la actividad agrícola de cada uno de los socios. Con eso abastecen a los tambos, las recrías y el feedlot que también forma parte del complejo.
En el año 2014, inauguró su planta de deshidratación, donde secan leche y suero de queso. Esta nueva línea de productos posibilitó su consolidación como empresa exportadora, desarrollando mercados como Colombia, Brasil, Taiwán, Vietnam, China y Rusia, entre otros. Asociativismo y góndola del mundo, con un management absolutamente profesional. Van bien. Como también las otras lácteas premiadas, con más renombre: Vacalín y Tregar. Dos casos espectaculares, también con una pata exportadora.