Gustavo nos da sus definiciones lácteas sobre la brecha entre tambos robotizados y tambos no tecnificados. Además nos cuenta sobre la realidad de los productores lecheros argentinos y su relación con la Industria.
En la última edición de “Definiciones Lácteas” nos cuenta sobre de la calidad de materiales con los que un tambo debe contar para obtener un mejor resultado, haciendo alusión a que muchos de los tambos argentinos no cuentan con herramientas básicas como lo son un mixer o una tractousina. Señala que de esa manera es muy difícil aspirar a tambos robotizados, razón de la incapacidad de la lechería argentina para modernizarse.
“Estamos años luz de lo que es Europa o Estados Unidos o países de punta, como para apuntar ese tipo de tecnologías hoy en la lechería”
El Coordinador de CARBAP nos dice que el problema de la brecha que hay entre un tambo chico que no puede darse el lujo de tener tecnologías avanzadas, y los robotizados es que los chicos no son apoyados por la industria, todo le es el doble de trabajo porque tiene que pelear precios y se va quedado atrás. Las herramientas modernas que son de gran ayuda, están justamente configuradas y diseñadas para sistemas grandes, tambos de muchas hectáreas, y obviamente con una mejor economía. Ahí está la brecha entre un grupo y otro de tambos.
Augel pone énfasis en que los productores de estos tambos pequeños, sin posibilidad de crecer, ni de modernizarse, y además sin la ayuda de mayores, sin el equipo adecuado, terminan perdiendo toda alternativa de elección y lucha en la industria láctea. Lo que deberían hacer los tambos grandes y modernos es poder ayudar a los tambos pequeños a no desaparecer.
Augel nos explica que el tambo chico no desaparece por ser justamente pequeño, sino porque no juega con las mismas reglas de juego. No es una cuestión de “rebaño”, no se trata de que un tambo desaparezca por tener 100 vacas, porque se podría decir que en Europa un tambo de 100 vacas es gigante. Sugiere exterminar el concepto de “cantidad” y ayudar, ser unánimes con todos porque la finalidad del juego es que el tambero tenga una empresa rentable, sea grande o chico.
Por último, el tambero bonaerense, hace un llamado a la comunidad láctea y propone un “gremialismo mucho más unido”. El entiende que para lograr que un tambo se tecnifique, hay que cambiar de alternativas, ir por caminos más realistas, también cercanos; y trabajar en equipo, para hacer de la lechería argentina un mejor mercado.