Para homenajear a quienes en 1995 se arriesgaron a incorporar una tecnología disruptiva que cambió la forma de hacer leche y carne en el país, CLAAS Argentina reunió en su sede de Sunchales, Santa Fe, a los protagonistas de los últimos 30 años del picado forrajero. Desde entonces la tecnología alemana fue una de los factores que hizo posible que la superficie de picado crezca de las 80.000 hectáreas en 1994 a las 2.396.329 hectáreas de la última campaña.
“Estamos homenajeando el espíritu pionero de estos clientes que hace 30 años entendieron la oportunidad que dio el negocio de la picadora y el salto tecnológico. Queremos revivir algunas de las tantas historias compartidas”, dijo Dietmar Ruehe, presidente de CLAAS Argentina, durante la celebración del ingreso de la primera picadora Jaguar de la firma al país.
Dietmar Ruehe, presidente de CLAAS ArgentinaEn 1993, en Villa Allende, Córdoba, Marcelo Tonolli, junto a su padre y su hermano, eran usuarios de una Jaguar de arrastre que ya hacía la diferencia. En 1995, los Tonolli vieron una Jaguar 880 autopropulsada en un catálogo y decidieron ir por ella. Pasarían de un surco a 8. El entusiasmo por producir más y mejor forraje también estimuló a Raúl Zampieri, asesor de Noya y Asociados que, desde Tránsito, Córdoba, decidió ir por una Jaguar 860, a los que se sumaron los productores de la cooperativa Agrupación 2000, de Porteña, Córdoba, que poniendo 5000 dólares cada uno se animaron a una Jaguar 800. Ellos fueron los tres compradores que adquirieron las primeras picadoras autopropulsadas nuevas que llegaron al país de la mano de AgriCima, una importadora de Uruguay que comercializaba la marca en aquella época.
Un año después, otras 13 máquinas ingresaban a la Argentina, en su mayoría adquiridas por cooperativas lecheras vinculadas a SanCor. Esto hizo que la empresa Integral Insumos S.A., dependiente de SanCor, se transformara en la representante en Argentina de CLAAS. Así comenzó una historia de revolución y crecimiento productivo que, de la mano del ensilado, cambió los modelos de negocio, fortaleció el rol del contratista forrajero y confirmó el liderazgo de las más de 900 picadoras Jaguar que pisan el suelo argentino.
Una de las historias compartidas fue la del santafesino Hernán Pueyo, ingeniero agrónomo que en 1995 era el gerente de la empresa Integral Insumos, del grupo Sancor. “Nosotros recogíamos las inquietudes de los productores y fue por eso que decidimos representar a la marca CLAAS en el país. Era llamativo a nivel mundial que la representación de la picadora más importante del mundo fuese tomada por una empresa lechera que, además, en lugar de quedarse con la comisión de la venta, pedía se le entregaran repuestos para poder brindarle soporte a sus clientes”, relató Pueyo.
Este gran aporte que hizo la tecnología para la confección de forrajes conservados a la lechería se extendió rápidamente a la ganadería y fortaleció la figura del prestador de servicios. Luciano Toldo no sólo es un histórico usuario de la marca sino también el contratista forrajero que preside actualmente la Cámara que los nuclea (CACF) y que reúne a más de 700 empresas del rubro. “Fuimos testigos de la transformación de la lechería. Antes el precio de la leche dependía de la estacionalidad vinculada a la provisión de pasto natural. Con las reservas forrajeras los tambos pudieron estabilizarse. Esto se extendió luego a la ganadería. Fue tremendo y CLAAS estuvo acompañando desde el primer momento”, recordó Toldo.
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