Adriana y su familia son un ejemplo de aquellos que inversamente a lo que otros hicieron, viviendo en la ciudad, resolvieron radicarse en el campo.
Allí vive, en cercanías de Mesón de Fierro, con su esposo y sus dos hijas que concurren a un colegio secundario rural. Cría cabras, y su sueño es instalar en poco tiempo más un tambo caprino, para la producción industrial de quesos, manteca, leche y derivados de este producto.
MONTE Y GANADERÍA
Actualmente tiene un plantel de 70 cabras madres, y un proyecto que está en pleno desarrollo, a pesar de la intensa sequía que azotó por casi tres años seguidos la región, en una perfecta combinación entre monte, ganadería y también algo de alfalfa, cultivada por un arrendatario.
LA EXPERIENCIA EN CHILE
Siendo joven se casó con un chileno, Rodolfo Andrés Pino Becerra. Fueron a vivir en el vecino país transandino “donde a pesar que somos limítrofes, es un país muy distinto al nuestro”, comenta.
Se radicó en el sur chileno, en Valdivia, porque la idea fue capacitarse en reproducción animal en la Universidad Austral de Chile, institución tradicional privada chilena, con asiento en dicha ciudad.
En ese país nacieron sus dos hijas.
“Nos fuimos a vivir en Chile porque la idea era empezar en un lugar lejano, en una zona lechera ¿y por qué en Valdivia? porque hay una universidad donde yo quería especializarme en el tema de reproducción animal, inseminación artificial y transferencia embriones, entre otras especialidades y lo logré con mucho esfuerzo hacer una maestría”, cuenta.
Prosigue contando que la idea era no estar tantos años allí, “pero una cosa llevó a la otra y estuvimos 10 años allá, pero siempre con la idea fue volver a la Argentina”.
“Siempre me apasionó el campo desde chica y con mi familia tenemos algunas parcelas de tierra para desarrollar algún tipo de proyecto”, señala y en un momento dado, resolvieron regresar a la Argentina, a casa de sus padres.
EL REGRESO AL CHACO
Por diversas circunstancias “tuvimos que salir del campo como le pasó a muchos productores en época de inundaciones ó en épocas complicadas del clima como son los ciclos acá, en el campo, sobre todo en el Chaco y así es que volví a la casa de mi niñez”.
Dice que no tiene dudas que gracias a Dios “pudimos restaurar nuestra casa, en pleno, ya que estuvo mucho tiempo deshabitada, y aquí estamos”.
“En todo, hay una decisión de fé, porque creemos en Dios y siempre nos ha ayudado y nosotros hemos puesto el empeño, el trabajo, el sacrificio por lo que nos gusta hacer en el campo”, cuenta, y no deja de aclarar que vivir en el campo es una decisión tomada por convicciones, porque es la pasión que los mueve.
EL SUEÑO DEL TAMBO
El sueño es lograr un tambo caprino, que produzca derivados de la leche de cabra, que tiene una amplia demanda en el mercado local y del país.
“El tambo ya está instalado, ya tenemos gran parte de la infraestructura, nos falta hacer algunas inversiones que la estamos gestionando”, cuenta.
Todo lo que se logró en la infraestructura provino de un proyecto caprino presentado ante la Nación que dispuso de recursos para el financiamiento de las instalaciones y maquinarias.
“Ya tengo la ordeñadora, tenemos el galpón y ahora me queda completar lo que es la parte de genética”, dice.
“Emprender en el tema de ganado caprino es un lindo desafío, y ahora estamos en lo que es mejoramiento genético y desde el año pasado comenzamos con líneas de doble propósito y cabras lecheras netas”.
También hacen algunas pruebas seleccionando las cabras y viendo el tema del ordeño, de manera muy lenta porque es cambiar todo un sistema, no es no es fácil y aparte con un montón de otras cosas que estamos haciendo, pero la verdad que no queremos dejar de lado el tema de la producción de cabritos, porque es una actividad muy interesante y es rentable, con mucha demanda en el mercado local.
“SI QUERÉS, LLEVATE ESTAS CABRAS…”
Adriana se hizo casi por casualidad de la vida, productora de cabras. Cuenta que el tema “fue algo que sí que fue como medio de rebote digamos porque yo estoy vinculada INTA a través del programa Cambio Rural y sigo firme en este proyecto porque cuando llegamos con mi familia de Chile la primera vinculación que tuve bueno fue con INTA, y ahora yo trato de devolver lo que me dio tanto la universidad como este programa”.
“Así empezamos esta actividad, paso a paso, con mucho esfuerzo”, comenta.