Siempre es grandioso conversar con los que saben mucho de algo que a uno le apasiona, y hoy charlé toda la mañana con Andrea Passerini. Mi relación de amor con el campo fue una conquista recíproca, y ella es partícipe en ese cortejo.
Andrea se dedica a la producción primaria de leche, carne y granos. Es miembro de CREA Casares 9 de Julio, Carbap-CRA y CAPROLECOBA. Tambera apasionada, y poeta inevitable porque dónde hay pasión las palabras encuentran su cauce y se vuelven poesía.
Pero si hay algo que está claro es que no se puede vivir del amor. Las historias, y las realidades como las monedas, tienen siempre dos caras, que no son opuestas sino complementarias.
Tenemos por un lado la imagen de las vacas plácidas rumiando acostadas en un alfalfal, al tambero abnegado que trabaja 24 x 7 obligado al ritmo que le impone la biología de las cosas, amando lo que hace porque no hay modo de hacerlo si no es por amor…y acá, en este punto es dónde urge dar vuelta la moneda, porque señores: esto es un negocio.
“Ante la posición dominante de la industria la mitad mira para otro lado. Con el nivel de inversión permanente que hay en cualquier tambo, de cualquier tamaño y la manera paleolítica en que se comercializa, a la mayoría de los tamberos no les cae la ficha de que hay otras opciones.
No es lógico que finalizando cada mes, tu comprador ya se llevó tu producto, tu esfuerzo, el resultado de tanta inversión, de tanto trabajo y vos no sepas lo que te piensa pagar.”
El tambo vende su producción “a la gorra”. Se sufre y se llora, pero no se discute. Por eso la principal tarea gremial que Andrea se impuso es sacudir a sus colegas. Hay que cambiar el paradigma, la estructura mental del productor.
“Da para muchos capítulos el tema de cómo vendemos la leche, por qué la vendemos así y por qué no nos cuestionamos que la vendemos así. Tenemos asumido que ser tambero es un padecimiento… y ¡No señor! ¡Estamos en la era de los robots!
Las reglas del juego en el comercio no son una “opinión”. Hay normativa vigente que no se contempla, desde resoluciones ministeriales pasando por artículos constitucionales y la figura de suministro en el código civil y comercial. La leche es demanda derivada, vale por por los productos que se pueden elaborar con ella, entonces cuántos más sólidos tenga, menos litros necesita el industrial para hacer un queso. Por eso la tipificación de la transacción de la leche cruda, es suministro con demanda derivada. Las áreas competentes, con injerencia directa como los ministerios nacionales y provinciales hacen la vista gorda.
Pasa en casi todas las economías regionales. Es el “drama argento” la posición dominante del eslabón industrial por sobre el primario.
En cereales, oleaginosas y carne bovina se cuenta con una pizarra de precios de referencia, pero en alianza con el gobierno, el eslabón industrial se lleva puestos a los productores. Lo estamos viendo con la figura del fideicomiso, los cupos para los amigos de ABC en exportación de carne bovina, etc. Y el problema, insiste Andrea, es de los productores, es de los tamberos.”
Cuesta aceptar que el problema está en uno mismo, pero si no se asume el problema como propio y solo se echan culpas no hay lugar para un cambio de paradigma. Le pregunté a Andrea cómo podría el productor tambero aplicar esta línea de pensamiento y la respuesta fue directa:
“Hoja de ruta para pasar de la era paleolítica al siglo XXI… abandonar las creencias y saber que hay opciones.
Menos del 5% de los tambos en Argentina están en sistemas cooperativos, cuando las grandes lecherías del mundo “semipastoriles” parecidas a las nuestras, son cooperativas. No así EU que es el rey de los mega tambos estabulados. Y en Brasil está la experiencia del Conseleite, dónde armaron un precio de referencia para una canasta de los productos más representativos tanto del mercado interno como el de exportación.
Al no tener cooperativas, hay que empoderar al tambero y sobre todo a los más chicos primero haciéndoles saber que hay opción; y segundo instándolos a juntarse con los tambos cercanos, negociar y comercializar en conjunto, para que del otro lado del mostrador sepan que si tiran mucho de la cuerda se les deja de vender, y se le vende a otro.”
Hay mucho más por cambiar en el modo que tenemos de hacer las cosas. Y siempre hay opción. Pero primero hay que cambiar el modo de pensar.
Valeria Guzmán Hamann
EDAIRYNEWS