El ingreso de manifestantes a la Pista de la Expo Rural de Palermo desató un debate que excede la razón y obliga al sector lechero a revisar la forma en que va a posicionarse ante un mundo que está cambiando.

Podemos perder todo el tiempo que queramos discutiendo lo que ya sabemos, que la leche es un alimento noble, saludable y casi indispensable. Podemos citar estudios serios que demuestran que la ingesta de proteína animal ha sido y sigue siendo determinante para el desarrollo de la humanidad. Hasta sería fácil demostrar el desastre social que se produciría si se prohibiese el consumo de animales o derivados en el mundo actual (ni hablemos si tuviésemos que liberar todos los animales que están siendo criados para consumo humano). Pero saben qué, no alcanza, ni va a alcanzar para evitar lo que está sucediendo.

¿Y qué está sucediendo?

Que mucha gente no sólo ha optado por no comer proteína animal, sino que algunos, por ahora los menos, han decidido combatir a quienes producen alimento de origen animal, y en algunos casos hasta a quienes los consumen.

Esto está pasando, y puede gustarnos o no, pero no por eso va a dejar de pasar, entonces, es el momento de dejar de insistir con analizar si tienen razón o no los que promueven estos cambios de hábitos en la conducta alimenticia.

Porque la razón no está de moda en estos tiempos, a un hecho fáctico se responde con un eslogan, a lo concreto con voluntarismo, y a lo profundo con falta de escrúpulos, por lo tanto dar la discusión es perder el tiempo.

El mundo está enfrentando una caída en el consumo de leche en los países que históricamente han sido los mayores bebedores y comedores de lácteos, pero al mismo tiempo se da un aumento en aquellas regiones que nunca disfrutaron del acceso a lácteos en abundancia. Lo mismo pasa con los sectores más relegados económicamente de la sociedad. En ambos casos lo que las nuevas generaciones de consumidores van a adquirir no será igual que lo que consumían las otras generaciones.

Y al mismo tiempo, se abren oportunidades para nuevos nichos, como la leche orgánica, el fenómeno de la A2 que se ha desatado en Oceanía y Asia, o la leche de vacas felices. Hay negocios por hacer, porque hay demanda por delante.

De esto tenemos que hablar.

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