La obesidad, el cuco de la lactosa, la diabetes y el cáncer nos persiguen en siniestras películas lácteas de terror alimenticio. Es tan común escuchar que los productos lácteos aumentan el riesgo de enfermedades como el cáncer, la diabetes, que engordan.. ¿Y cómo no? Si estamos siendo sometidos a un “brebaje para el que nuestro cuerpo es naturalmente intolerante” ¡Basta! 

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La obesidad, el cuco de la lactosa, la diabetes y el cáncer nos persiguen en siniestras películas lácteas de terror alimenticio. Es tan común escuchar que los productos lácteos aumentan el riesgo de enfermedades como el cáncer, la diabetes, que engordan.. ¿Y cómo no? Si estamos siendo sometidos a un “brebaje” para el que nuestro cuerpo es “naturalmente intolerante” ¡Basta! 

Constantemente somos informados y demasiadas veces desinformados acerca de “lo mala que es la leche para nuestra salud”. Nos llenan de miedos y preocupaciones y… ahhh pero nos prometen a cambio, librarnos de todo mal físico, ambiental y espiritual.  

Los invito mejor, a pensar, y les dejo datos, y no relatos para que puedan sacar sus propias conclusiones.

Existen múltiples factores que nos llevan a una enfermedad, desde nuestra predisposición genética, antecedentes familiares, edad, género, si fumamos, o tomamos alcohol en exceso, tenemos sobrepeso o somos sedentarios. Es ridículamente aventurado afirmar que un alimento observado individualmente, en este caso la leche, pueda ser el culpable fundamental.

Sin embargo una dieta equilibrada que incluya frutas y verduras, alimentos ricos en fibra, carne y por supuesto lácteos, moderando el consumo de grasas, azúcar y sal, la práctica de actividad física regular, mantener un peso adecuado, y un descanso suficiente pueden ayudarnos a mantenernos saludables y protegernos de estos males y de muchos otros más.

Los lácteos no engordan. Es todo lo que comemos y no un alimentos sólo el que determina si engordamos. No podemos elegir un producto y decir que nos hace aumentar de peso, esto ocurre cuando constantemente ingerimos más calorías de las que gastamos y este exceso de energía se almacena como grasa. 

La realidad es que los productos lácteos aportan menos calorías y menos grasas y azúcares a nuestras dietas de lo que muchos creen. Incluso los lácteos descremados pueden aportar un poquito menos de calorías que los enteros o integrales pero no hacen una gran diferencia. Para que nos demos una idea un vaso de 200 ml de leche desnatada aporta solo el 4% de la cantidad máxima de calorías recomendadas para un día, y la misma porción de leche entera solo el 7% de esas calorías. 

La intolerancia a la lactosa es una condición que tiene que ver con la evolución genética de algunas personas. No es un mal creciente que afecta a la humanidad. No es mala la lactosa, es sólo el azúcar natural de la leche y no es algo que se necesite evitar si uno no tiene dificultad para su digestión. La intolerancia a la lactosa finalmente es causada por una producción insuficiente de lactasa, la enzima que la digiere, con síntomas como hinchazón, gases, diarrea. 

Muchas personas con esta característica pueden incluso consumir pequeñas cantidades de leche o ciertos productos como yogures o quesos duros sin sufrir ninguna consecuencia ni malestar. No necesitan renunciar a los lácteos tan necesarios en todas las etapas de la vida. Además hoy día encontramos productos deslactosados y que contienen todos los nutrientes de los lácteos regulares.

Que la leche de vaca aumenta el riesgo de padecer diabetes tipo 1 entre los niños es una teoría que tras más de 15 años de investigación ha sido desmentida ¿Cómo? A una parte de los niños participantes de la muestra que se tomó para realizar estos estudios se les suministró únicamente alimentos lácteos de fórmula extensamente hidrolizada; mientras que al resto consumió leche de vaca hasta que cumplieron la edad de 6-8 años. El índice de aparición de la enfermedad fue igual en ambos grupos, arrojando como resultado que la restricción en el consumo de leche no influye en la aparición de la diabetes tipo 1 en niños, y menos todavía que la causa.

El riesgo de desarrollar cáncer se reduce al mantener una dieta saludable y equilibrada, en la que los productos lácteos juegan un papel que es siempre beneficioso. No hay evidencia suficiente de que los lácteos aumenten el riesgo de cáncer de próstata, y no hay indicios de que aumenten el riesgo de cáncer de mama. 

Si sabemos más, somos menos vulnerables, menos  miedosos y menos manipulables. Nunca te quedes con lo primero que escuches, porque aunque lo editen en un libro o lo digan en TV no es garantía de que sea verdad. Consumir lácteos hace bien. Es ancestral, es cultural y es saludable. 

Vos ¿ya tomaste tu vaso de leche hoy?

 

Valeria Guzmán Hamann

EDAIRYNEWS

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