El traspaso de la emblemática empresa láctea argentina a manos de un grupo francés, dispara interrogantes y análisis sobre la lechería que se viene
La venta del 100% del paquete accionario de Ilolay al grupo francés Bongrain generó un cimbronazo esta semana. No es común, ni casual, que una empresa perteneciente a tres familias rafaelinas (Bañón – Curiotti – Williner) cambie de manos de manera íntegra después de 95 años.

Seguramente existen múltiples factores que incidieron a la hora de tomar la decisión. Una compañía láctea de la envergadura de Sucesores de Alfredo Williner S.A. necesita, como tantos otros sectores productivos, previsibilidad y reglas claras, en un negocio que contempla ingresos y gastos cuantiosos, dejando prácticamente márgenes muy finos.

Con la noticia confirmada, los análisis e interrogantes comenzaron a dispararse en el sector. En primer lugar, hay un aspecto emotivo que evidentemente causa conmoción y cierto “dolor”, teniendo en cuenta que se trata de una empresa familiar que presenta una trayectoria intachable y que, por diversas circunstancias, termina vendiéndose. En definitiva, son ciclos que se cumplen.

 

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Desde hace varios años, Williner (Ilolay) ocupa el podio en el ranking de industrias lácteas.

Otro aspecto, no menor, está dado por el “reordenamiento” que inevitablemente deberá afrontar el sector industrial. Con 1.300.000 de litros diarios, Ilolay ocupa el tercer puesto en el ranking de industrias lácteas (ver Cuadro), ubicándose detrás de Saputo (1°) y Mastellone Hnos. / La Serenísima (2°).

Todavía está lejos el problema de la concentración de leche en pocas empresas, pero no deja de representar un indicio en esa dirección el hecho que Bongrain continúe comprando firmas a nivel global. De todas maneras, debe señalarse que la lechería argentina está muy atomizada desde el punto de vista industrial. “Es un país que tiene muy poco poder regulador que en el mundo ejercen las cooperativas, entonces es importante que haya muchas industrias para que exista competencia”, confió una fuente sectorial a Ecos365.

Pero también, en el marco de una noticia que no deja de ser lamentable, puede encontrarse un aspecto positivo. A pesar de todos los problemas y obstáculos que presenta el país, con consecuencias directas en la agroindustria, hay “gigantes” como el mencionado grupo francés que observan “la película” en lugar de “la foto”. Evidentemente Argentina sigue siendo un país para seguir apostando. “Probablemente porque es de los pocos lugares del mundo donde hay alguna probabilidad de crecer si es que el país en algún momento se orden”, admitió el especialista

¿Qué se especula?

En el sector, una de las especulaciones o conjeturas que se esbozan a partir de esta noticia contempla la siguiente situación: con las dos empresas que tendrá bajo su control Bongrain, Savencia buscará disputarle a Mastellone (La Serenísima) el control del negocio de la industria de procesados lácteos.

Cabe destacar que Savencia es el segundo grupo quesero de Francia y quinto del mundo, con una facturación de 5600 millones de euros y 21.900 empleados.

Bongrain es la dueña actual de Milkaut (procesa unos 660.000 litros diarios), cuya sede se encuentra en la localidad de Franck, departamento Las Colonias, unos 500 kilómetros al este de Rafaela.

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