La historia de la empresa Lácteos Verónica comenzó en 1923, lleva ese nombre en honor al pueblo en el que fue fundada. Desde la década del ’60 está establecida en Santa Fe. Pertenece a la familia española Espiñeira y hace dos años atraviesa una situación muy complicada, pese a que en la pandemia batió récords de venta. Tiene deudas, no pagó el total de los sueldos de abril, les retiene los aportes y la situación de sus operarios es desesperante.
Verónica es una reconocida marca láctea que produce leche envasada en tetra brik, leche en polvo, crema, quesos, dulces, quesos blandos, semiblandos y duros , entre otros productos. Cuenta con tres plantas ubicadas en Suardi, Lehmann y Clason, muy cerca de Totoras. En total, sumados los centros de distribución que tiene en Buenos Aires y otras localidades suma un total de 700 trabajadores.
“Hace 6 o 7 años que venimos atravesando una situación difícil, que empeoró en los últimos dos años. Los dueños de Verónica nos pedían desdoblamiento de sueldos, pago en cuotas y accedíamos porque nos prometían que se iban a financiar y comprar insumos, pero esto se fue agravando de manera terrible mes a mes, como le pasó a toda la industria. Nos hacían retenciones de aportes a la obra social, a las prepagas, hasta las cuotas alimentarias para los hijos de los trabajadores separados y se las quedaba la empresa, no las aportaba”, explicó el delegado de la planta de Clason en una entrevista en Radio con vos.
La situación es muy grave porque hay trabajadores e hijos de ellos, atravesando tratamientos oncológicos que se perdieron la prepaga. Hay chicos que hoy no reciben su cuota alimentaria. “Fuimos cobrando por partes pequeñas el mes de abril y apenas cobramos el 54% del sueldo y ya en pocos días, tenemos que cobrar mayo. Tuvimos audiencias pero fueron truncas, hoy tenemos otra. Estamos angustiados y desesperados, entre Totora y Clason hay 14.000 habitantes, de las cuales 200 familias viven de Verónica, más la gente que se sostiene de forma indirecta. Hay compañeros que no tienen para comer”, contó el delegado llorando.
En pueblos con tan pocos habitantes, el impacto se siente muy fuerte. “Es una tragedia económica, social y cultural lo que vivimos. Hay compañeros que tienen hijos estudiando en Rosario y los tuvieron que hacer volver porque no tienen para pagarles el alquiler, sustentarles el estudio, ni mandarles para comer. Hay familias que se ilusionaban con tener el primer graduado terciario, facultativo, académico de todas sus generaciones, el primero de la familia. Estamos desamparados, no hay actores políticos que intervengan. Sólo tenemos la cobertura y respaldo del gremio”, explicó este joven.
“Vemos poca predisposición de los dueños y del directorio, nosotros estamos abiertos a cualquier propuesta, como ya lo hicimos y lo estamos haciendo en los últimos años permitiendo que nos desdoblen el sueldo para poner nuestro granito. Tenemos un sentido de pertenencia con Verónica que tiene más de 100 años y hace años está en la zona. El otro día vino uno de los dueños y se paró delante de los trabajadores. Algunos trabajadores estaban desesperados y se pusieron a llorar y el dueño nos dijo ‘Trabajen y cuando junte algo de plata les podré pagar’. Así, literal, estoy anonadado, no lo puedo creer lo que está haciendo esta gente. Nos pidió que pusiéramos una máquina en marcha que iba a juntar plata y nos iba a depositar algo a la tarde y la pusimos en marcha y no nos depositó nada, nos está cargando”, explicó el representante de los trabajadores.
Mientras en las góndolas de los supermercados ya se ve hasta leche uruguaya con la apertura de la importación, la situación del sector lácteo se complica. “No se que le pasa a esta gente que tiene tan poco sentido de humanidad, es una desgracia para nuestro pueblo. Nunca pensé estar en esta situación, soy hijo de obrero, mi viejo trabajaba en un frigorífico y en 1994, un día pusieron un candado y cerró. Tenía 14 años y con mis compañeros de la escuela fuimos con pancartas a la puerta del frigorífico. Lo vi a mi viejo llorando, abrazado a mi mamá. No pensé que esto nos iba a volver a pasar. Desde ese día dije yo nunca quiero volver a ver reflejado en otros trabajadores a mi papa. Hoy lo estoy viviendo en carne propia. Llego a mi casa y con mi mujer a la noche dejamos que coman mis nenas, lo poquito que nos quedó lo estamos guardando porque sabemos que esto se va a poner peor”.
Hace pocos días, la empresa Verónica presentaba 107 cheques rechazados por $344.566.333,48. A principios de marzo su deuda ascendía a $461.742.259,83, del total de los cheques rechazados, según la central de deudores del sistema financiero del Banco Central (BCRA). El panorama es muy complicado para los 700 operarios de las plantas y los centros de distribución.
Entre llantos y desesperado, el delegado señaló “en la televisión hablan de los dólares de abajo del colchón, discuten el precio de una empanada , no se puede creer que seamos tan indiferentes a lo que está pasando. Es desesperante no tener que darle de comer a tus hijos y saber que si se te enferma un pibe, no sabes que hacer…Veo a mis 200 compañeros, la unión, la conciencia de clase que están demostrando y con el orgullo que llevan esto adelante, sabiendo que la consecuencias que podemos llegar a tener a corto plazo y es lo que puedo rescatar hoy. Vivimos en una sociedad cruel, indiferente, pero me abrazo a mis compañeros de fábrica y me da la esperanza de que esto va a cambiar. Yo no puedo creer que haya un empresario que se lleno de guita durante años y un compañero se largue a llorar frente a su cara diciéndole que tiene que hacerse un tratamiento oncológico y le diga junta plata y te pago”.