Mejorar la exportación lechera, así como mejorar el consumo interno, serán las dos únicas herramientas para afrontar las bajas de precios por cuenta de la importación que se acentuará aún más desde enero 1 de 2026.

El precio de la leche en polvo, tanto entera como descremada, ya desde mediados de 2022 muestra una tendencia a la baja bastante fuerte, tanto en los mercados de Oceanía, Europa y Estados Unidos. Esta situación no se registraba desde 2013 cuando de manera similar se registró caída en sus precios hasta mediados de 2015, año desde el cual se ajustó y presentó cotizaciones de mucha estabilidad hasta 2021.

Mejores niveles en la oferta mundial de materias primas como granos y fertilizantes, así como tipos de cambio más estabilizados, han contribuido para que la producción de leche se haya incrementado haciendo que su cotización disminuya. Seguramente aún falta una parte importante de ese ajuste a la baja pues los precios de dichos insumos todavía pueden caer más de precio hasta recuperar la tendencia de mediano plazo, es decir la de antes de pandemia.

Esta situación de los precios internacionales de la leche en polvo, sumado al comportamiento doméstico de la tasa de cambio que desde hace unas semanas registra mayor apreciación del peso, es decir un dólar más barato, efectivamente contribuirán para que exista mayor propensión a importar.

Claro, la industria lechera desde finales de 2021 registró en el mercado local menores niveles de producción lo que hizo que los precios se elevarán de manera importante. Solo hasta el segundo trimestre del año la oferta lechera ha empezado su recuperación haciendo que los precios empiecen a disminuir. Sin embargo, los menores precios internacionales y el menor precio del dólar permitirán que ingrese más leche en polvo importada en el segundo semestre del año acelerando la baja en los precios. El único factor mitigador sobre una eventual caída en los precios del litro de leche sería la entrada en pleno del fenómeno de El Niño, que por ahora se muestra de muy poca intensidad en las zonas lecheras.

Pero adicional al reacomodamiento de las variables del sector lechero a niveles prepandemia y al posible incremento importador, bien vale destacar de la industria lechera el esfuerzo exportador, que, si bien no marca las cifras que se pudieran tener por allá en 2008 y 2009 con destino Venezuela, sí marca el ir posicionando de a poco nuevos destinos, a pesar de las dificultades que puede tener la cadena de valor lechera y los bienes públicos asociados en nuestro país.

Entre esos destinos se encuentran Estados Unidos y Ecuador, aunque este último muy maltratado por cuenta del cierre de la vía Panamericana. Sin embargo, se ha logrado retomar Venezuela, fortaleciendo el comercio formal y disminuyendo el comercio de productos lácteos de contrabando sin desconocer que sigue siendo una realidad. Aparece también Cuba, que, si bien tiene menor participación, al fin y al cabo, todo suma.

Será importante entonces poder consolidar el plan exportador de lácteos diseñado por el Departamento Nacional de Planeación en 2022, y que a diferencia de la exportación de carne que contempla destinos de larga distancia; en leche sus consideraciones son del vecindario, fundamentalmente Latinoamérica y el Caribe.

Mejorar la exportación lechera, así como mejorar el consumo interno, lo que requiere una economía en crecimiento con generación de empleo e ingresos; serán las dos únicas herramientas para afrontar las bajas de precios por cuenta de la importación que se acentuará aún más desde enero 1 de 2026.

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