Las empresas abogan por la estabilidad o solo por ligeras subidas y el sector demanda precios que cubran los costes de producción
INDUSTRIA
Industria y ganaderos negocian los precios de la leche - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez Eugenio Gutiérrez Martí

Las industrias lácteas y el sector productor -con ganaderos a título personal y también a través de algunas de sus organizaciones de productores como Agaprol– ultiman las negociaciones para la renovación de los precios en los contratos para el suministro de leche en los próximos meses.

A diferencia de otros tiempos cuando la leche era uno de los sectores pioneros que marcaban las movilizaciones agrarias desde la Cornisa Cantábrica, en la actualidad se mantienen unas negociaciones discretas con las mismas compañías en la parte empresarial y con menos ganaderos en la parte contraria.

Desde la industria se aboga por la estabilidad en los precios -actualmente en una media de unos 0,49 euros por litro- o solo por muy ligeras subidas, lo que supone mantener un diferencial de tres o cuatro céntimos sobre los precios medios pagados en el conjunto de la Unión Europea.

El sector productor, por su parte, plantea que los precios cubran los costes de producción, que estiman en una media de unos 0,55 euros, aunque en esa cifra juega un papel dominante el tamaño y, sobre todo, la estructura de cada explotación. Hay granjas donde esa cifra apenas si cubre o no llega cubrir los costes, pero las explotaciones que suponen el grueso de la oferta con esos precios arrojan beneficios y fondos para seguir creciendo.

A favor del sector juega el hecho de que en el último año no han registrado fuertes subidas los gastos en alimentación, aunque sí se han incrementado otros como los laborales y, muy especialmente, la energía.

Román Santalla, responsable ganadero de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), entiende que los precios no pueden estar por debajo de los costes de producción. Entiende además que el sector no puede perder la batalla de la tecnificación, la robotización y, en definitiva, de la competitividad, para lo que necesita elevadas inversiones que deben estar apoyadas en los beneficios que deje la leche ante la dificultad de los ganaderos para seguir endeudándose.

Junto a las actuaciones de las industrias, desde el sector se reclama igualmente el cumplimiento de la Ley de la Cadena Alimentaria. En este punto juega un papel dominante la gran distribución a la hora de generar el valor en origen frente a la banalización del producto en el campo.

Las actuales negociaciones de precios se hallan afectadas por el comportamiento de la demanda interior, en líneas generales estable, aunque en una competencia cada vez mayor con otras bebidas mixtas a base de otras materias primas y con otras ofertas alternativas.

A ello se suma el descenso de ventas en los mercados exteriores de productos derivados, especialmente en lo que se refiere a quesos, y la competencia en la venta de leche en polvo a mercados como el chino.

Falta de relevo.

Al igual que otros sectores de la actividad agraria, pero con más fuerza por el grado de mayor dependencia que supone gestionar una explotación ganadera donde los animales comen y se ordeñan varias veces al día y que requieren un seguimiento permanente, la falta de relevo generacional es además un factor determinante para la evolución del sector.

Los ganaderos con edades entre los 55 y los 65 años suponen el 39%, un 10% supera los 65 años, un 4% se halla entre los 25 y los 34 años y solo un 1% está por debajo de los 25 años.

Crecer en tamaño es, sobre el papel, la alternativa a poner en marcha. Pero esto no siempre es posible, en unos casos por trabas medioambientales y en otros por las exigencias económicas fuera del alcance de los jóvenes, ocupando ese espacio grandes explotaciones de fondos de inversión o de macro empresas agroalimentarias.

En este contexto social y económico, el número de ganaderos ha experimentado una galopante reducción desde los 33.000 de hace dos décadas a los 9.300 actuales, con una caída en solo un año del 7% por la reestructuración de las granjas hacia explotaciones de mayor dimensión.

El promedio de animales por granja ya se eleva a más de 80, aunque una tercera parte de las explotaciones tienen entre 23 y 65 animales. Las explotaciones de toda la Cornisa Cantábrica y Galicia, donde se concentra la mayor producción, tienen entre 50 y 100 vacas, mientras que en territorios como Aragón, Cataluña, Andalucía o Levante las granjas se hallan entre 140 y más de 400 vacas.

Por otra parte, el número de animales en producción cayó el último año un 2,4% hasta las 762.000 cabezas, frente a las más de 1,1 millones de hace dos décadas. Sin embargo, la mejora en materia de sanidad y, sobre todo, los avances en genética, han mantenido e incluso incrementado la producción.

En 2023 la oferta creció el 1,67% y el 1,5% en 2024, hasta los 7,45 millones de toneladas según los datos provisionales, una cifra que está muy por debajo de una demanda total de lácteos de unos 10 millones que se cubre con importaciones de leche y derivados excedentarios desde otros países comunitarios.

En cualquier caso hoy, el sector de la producción de leche de vaca comunitario se halla, más allá de cuestiones de relevo o de índole puramente económica, bajo los interrogantes de los efectos de enfermedades como la fiebre aftosa o de la lengua azul sobre las cabañas ganaderas de algunos de los principales países productores de leche, como es el caso de Alemania. Ello supondría menos leche en toda la UE y, con ello, subida de las cotizaciones.

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