Pese a la quiebra de ARSA y Lácteos Conosur, y a las dificultades de SanCor, especialistas coinciden en que la industria láctea argentina no atraviesa una crisis generalizada. Los problemas que salieron a la luz en las últimas semanas responden, según los expertos, a situaciones financieras y operativas propias de cada empresa.
Ércole Felippa, presidente del Centro de la Industria Lechera (CIL) y referente de Manfrey, sostiene que los indicadores sectoriales muestran un desempeño sólido. La producción primaria podría cerrar el año “muy cerca del récord histórico”, con 11.500 millones de litros, lo que implica un crecimiento interanual del 10%. A su vez, las exportaciones aumentaron en volumen y en ingreso de dólares, gracias a precios internacionales más firmes y a cambios en la composición de los envíos.
En el mercado interno, Felippa reconoce la debilidad del consumo masivo, aunque aclara que se observa una recuperación respecto de 2024, aunque sobre una base muy deteriorada. Las ventas de quesos, por ejemplo, continúan rezagadas.
Precios, rentabilidad y tambos: un escenario desafiante, no crítico
Economistas del Ieral-Fundación Mediterránea también descartan un colapso sectorial. El precio real de la leche al productor, que en octubre fue de $479 por litro, se ubicó 15% por debajo del año previo y 10% por debajo del promedio histórico. En dólares constantes, la baja alcanza el 30% interanual.
La participación del productor en el precio final descendió a 24,6%, el nivel más bajo desde 2018, debido a que los precios en góndola retrocedieron menos que la leche cruda. Aun así, la relación entre insumos y producción se mantiene relativamente favorable.
Entre enero y octubre, la producción de leche aumentó 10%, ubicándose 6% arriba del promedio de los últimos 20 años. La oferta interna creció 8% y se mantiene en línea con su media histórica, mientras que las exportaciones crecieron 8% y quedaron 30% por encima del promedio de largo plazo.
Las empresas en problemas: historias particulares, no un reflejo del sector
Los expertos enfatizan que las quiebras recientes responden a problemas estructurales y no a una caída general de la industria.
● SanCor
En concurso preventivo, procesa 50.000 a 60.000 litros diarios y perdió 500 empleos en un año. Su pasivo ronda los US$400 millones.
● ARSA
Quiebra reciente. Tenía accionistas vinculados al Vicentin Family Group y era operada por Maralac.
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550 trabajadores afectados
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Pasivo reconocido: $49.700 millones
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Garantías por compra de activos: $67.300 millones
● La Suipachense
Lácteos Conosur SA, también administrada por Maralac, pasó directamente a liquidación.
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140 empleados
Una industria sólida con un desafío central: recuperar el consumo
Para Felippa, la clave está en la macroeconomía.
“El sector no está en crisis. El desafío es que el consumo interno vuelva a niveles previos a 2024. Con una economía más activa, la industria láctea puede expandirse: es un sector dinámico y competitivo”.
Fuente: La Nación — https://www.lanacion.com.ar






