El envasado es esencial para mantener y proteger la calidad del producto, así como para atraer la atención de los consumidores. En el sector del envasado alimentario se están produciendo algunas innovaciones interesantes. También nos enfrentamos a retos y preguntas como ¿cómo podemos producir envases que sean reciclables y/o biodegradables?
En general, hay un gran impulso en la industria alimentaria para hacer que más materiales de envasado de plástico sean reciclables. Este proceso puede ser gradual y comenzar con el depósito en la tienda, con el objetivo final de que los consumidores depositen esos materiales de envasado directamente en sus contenedores de reciclaje domésticos (si disponen de uno en su localidad). Uno de los retos es que los envases alimentarios a menudo entran en contacto directo con el producto alimenticio y pueden ser difíciles de limpiar adecuadamente. Por ello, las instalaciones de clasificación tienen que desviar parte del material reciclable a vertederos u otros métodos de eliminación. En general, la capacidad y eficacia del reciclado en los municipios de Estados Unidos es un gran reto.
En la actualidad, la mayoría de nuestros plásticos y envases se fabrican a partir de combustibles fósiles que, por supuesto, no son renovables. Además, muchos plásticos tradicionales basados en combustibles fósiles no se descomponen fácilmente. Es posible fabricar plásticos biodegradables utilizando productos químicos derivados de combustibles fósiles, pero una opción mucho mejor sería producir más bioplásticos, que se fabrican utilizando sustancias como almidón de maíz, grasas y aceites vegetales, etc. Actualmente, sólo un 1% de nuestros plásticos son de base biológica, que, además de producirse con recursos sostenibles, también pueden ser biodegradables y/o compostables.
La industria láctea, en particular, está en condiciones de contribuir a la innovación en bioplásticos. Aquí, en el Centro de Investigación Lechera (CDR), apoyamos la investigación de métodos para producir bioplásticos a partir de residuos lácteos. La Dra. Erica Majumder, profesora de bacteriología de la Universidad de Wisconsin-Madison, está desarrollando microorganismos para fermentar suero ácido de bajo valor y convertirlo en PHB (polihidroxbutrato), un polímero que puede utilizarse para fabricar una amplia gama de plásticos biodegradables.
El Dr. Tim Donohue, profesor de bacteriología de la Universidad de Wisconsin-Madison, dirige otro interesante proyecto. Está investigando la producción de ácido láctico puro a partir de la biofermentación del suero de queso. El ácido láctico puro puede utilizarse para fabricar ácido poliláctico, un bioplástico renovable y biodegradable.
Uno de los retos que plantean estas innovaciones es la ampliación de estas tecnologías desde la fase de investigación hasta la producción industrial. El CDR quiere contribuir a ello. La Dairy Business Innovation Alliance (administrada por el CDR y la Wisconsin Cheese Makers Association) recibió financiación suplementaria del USDA, que se está utilizando para adquirir biorreactores más grandes para evaluar la viabilidad comercial de estos nuevos procesos de biofermentación. El CDR también obtendrá equipos especializados a escala piloto que puedan purificar los nuevos productos químicos verdes producidos a partir de estas biofermentaciones. Se trata de proyectos apasionantes que el CDR y la DBIA se enorgullecen de apoyar.
La industria de envasado de quesos también está trabajando duro para reducir la cantidad de plásticos que utiliza. Una estrategia para utilizar menos plástico ha sido desarrollar películas de envasado más finas, que reducen la huella de carbono del envase. Por supuesto, el film de envasado tiene que proteger y mantener el producto y, al mismo tiempo, resultar atractivo para los consumidores.
Aunque la sostenibilidad y la reducción de la huella de carbono han sido el tema principal de este artículo, hay otras innovaciones interesantes en los envases. Por ejemplo, algunos envases pueden utilizar códigos QR para proporcionar más información a los consumidores. La gente puede escanear el código QR y saber más sobre la historia del fabricante que produjo el producto o la granja de donde procede la leche. Esto podría ser especialmente impactante para los pequeños productores que quieren contar la historia que hay detrás de su producto.
Otra cuestión que quiero mencionar brevemente es el desperdicio de alimentos, que es un problema mundial importante, ya que enormes volúmenes acaban en los vertederos. En general, mejores materiales de envasado y procesos de prolongación de la vida útil pueden ayudar a reducir el desperdicio de alimentos al preservar la calidad del producto (menos deterioro).
En resumen, creo que es posible pasar de los plásticos tradicionales de origen fósil a los bioplásticos biodegradables, algunos de los cuales podrían fabricarse con sueros lácteos renovables. Esto exigirá un gran esfuerzo y muchas innovaciones, incluida la necesidad de diseñar microorganismos que produzcan estas sustancias químicas ecológicas, así como el desarrollo de métodos rentables para aislar las sustancias químicas objetivo producidas en el biorreactor. Creo que la inversión merece la pena. Esto supondría un gran paso adelante en el envasado y resultaría muy atractivo para los consumidores preocupados por la sostenibilidad.