En más de 150,000 pequeños y medianos productores de leche hay inquietud porque desconocen el marco general y particular de los términos en que se negociaron los tratados comerciales de Norteamérica y Asía del Pacífico, afirmó el presidente del Frente Nacional de Productores y Consumidores de Leche, Álvaro González Muñoz.
El Tratado de Integración Progresista de Asociación Transpacífico (TIPAT o CPTPP, por sus siglas en inglés) involucra a 11 países, incluido México, pero “nos preocupa sobremanera” la relación comercial con Nueva Zelanda y Australia porque producen leche a costos relativamente menores, comentó.
La experiencia con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), “que soportamos estoicos los pequeños y medianos productores de leche por más de 23 años, significó la ruina de 600 mil pequeñas unidades productivas y la pérdida de 500 mil empleos directos e indirectos en la actividad productiva de leche y de la industria derivada de este segmento de productores».
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) muestran que de 1994 a 2007 se desaparecieron más de 500,000 pequeños productores de leche por efecto del TLCAN, que ahora será sustituido por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
“Para bien de la economía mexicana, el producto leche y sus derivados debieron haber sido excluidos de ese acuerdo comercial”.
De ahí que los productores se encuentran a favor de que la leche no debe formar parte de los tratados comerciales. “No nos tropecemos con la misma piedra”, expresó de manera coloquial.
Frente a ello, el dirigente consideró que es necesario añadir una política gubernamental de subsidios que reciben los productores lecheros de esas naciones y que “en México, no tenemos”.
“Hasta ahora no hemos sabido de las condiciones precisas en cuanto a volúmenes y precios de comercialización, sin que en ello se haya considerado una previsible competencia ruinosa para los productores mexicanos”.
Esos países venden a México los saldos de leche que, en virtud de que no la pueden colocar fresca en los mercados locales, le separan la crema y otros nutrientes y le agregan proteínas artificiales, lo que les abre oportunidades de comprar otros productos.
De esta forma el producto leche y sus derivados se convierten en “moneda de cambio”, aseguró González Muñoz, quien agregó que los titulares de la Secretaría de Economía (SE) y de las Cámaras Industriales privadas, entre ellas el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), sólo cuidaron y defendieron sus intereses durante las negociaciones de esos instrumentos comerciales.