Hace días que venimos siguiendo el caso de un productor que sufre la inseguridad sin control en su campo, en el este de Rafaela.
Contábamos que eran cuatro terneros los que habían sido robados y faenados en el lugar en algo más de una semana. Después del movimiento del último hecho, la semana anterior, puede que la presencia ocasional de la Policía de la Provincia de Santa Fe, de la Gendarmería Nacional, e incluso contando con el compromiso de control de los Pumas, sólo consiguieron calmar la situación unos días.
Anoche, a pesar del frío, el caso se complicó aún más porque dos terneros recién nacidos fueron faenados en la guachera. Nuevamente volvieron a dejar las cabezas de los animales en el lugar, las caravanas de identificación, extremidades y entrañas.
Los reclamos de este caso ya están escalando, no sólo a la conducción de la seguridad, sino a instancias políticas, para intentar una suerte de involucramiento en el caso.
Se debe entender que estos casos tiene un componente muy elevado de maldad, ya que los terneros recién nacidos no pueden aportar la carne que quienes los carneas buscan, porque son animales que no tienen desarrollo. El punto clave está en la mansedumbre de las vacas, mucho más de los recién nacidos, que son sorprendidos durante la noche y los matan sin resistencia alguna.
El campo en la provincia de Santa Fe viene clamando por seguridad desde hace años, con mayor ímpetu en el último año y mucho más en estos meses en los que los delitos no son perseguidos, pero mucho menos condenados, ni por la Justicia, ni por los poderes políticos que son los que están a cargo del resguardo de las personas que habitan en cada territorio.