¿Estará de acuerdo su esposa María Fernanda Cabal, quien manifestó su satisfacción por el triunfo de Milei y sus ideas en Argentina? ¿Deben los empresarios, héroes del capitalismo, solicitar apoyo del Estado, que es el causante de todos los males? ¿Qué estará pasando con el maravilloso mecanismo del mercado que lleva a los ganaderos a la penosa situación de mendigar ayuda estatal? ¿Se está acercando Lafaurie al socialismo?
La carta de Lafaurie a la Ministra de Agricultura es muy ilustrativa y pedagógica sobre las bondades del libre mercado y la producción anárquica capitalista. Vale la pena leerla y estudiarla.
Sobre la estructura productiva
Lafaurie considera que el sector de producción de leche cruda, por parte de ganaderos dedicados, parcial o totalmente, a esta actividad, enfrenta una crisis “estructural” que resulta de un conjunto de crisis recurrentes que se han entrelazado. Incluso, la caracteriza como una crisis de supervivencia, que se puede agravar con la implementación completa de los TLC. Lafaurie presenta en su carta en primer lugar una descripción de la situación que resume en un conjunto de “disfunciones estructurales”.
1). Exceso de producción. Señala que entre 2018-2022 el promedio de la producción anual nacional de leche fue de 7.414 millones de litros, cuando debería estar alrededor de 7.000 millones de litros.
2). Bajo acopio formal. En el mismo período, el promedio de acopio formal fue de 3.283 millones de litros, que equivale al 40% de la leche producida; esto significa que hubo una disponibilidad de más de 4.000 millones de litros que no fue acopiada por la industria, y que se comercializa informalmente.
3). Poder dominante de los compradores. Solo 5 compradores concentran el 40% del acopio formal, 10 compradores el 52% y 20 compradores el 67%. Este pequeño grupo de empresas tiene una clara posición dominante frente a cerca de 400.000 ganaderos dedicados total o parcialmente a producir leche.
4). Competencia externa. Aunque hay gran disponibilidad de leche de producción nacional, sigue aumentando la capacidad de importación como consecuencia de los tratados de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea. Aumentan los cupos de importación y se va a llegar a la desgravación total y el libre comercio en 2026 con Estados Unidos y en 2028 con la Unión Europea.
5). Reducido consumo por parte de la población de menores ingresos. Lafaurie llama a esto “distribución disfuncional del consumo”. Señala que en los estratos 5 y 6 el consumo anual per cápita es del orden de 190 litros mientras que en los estratos populares, donde se concentra la mayoría de la población, el consumo per cápita es de 37 litros. En un mensaje por la red X, FEDEGAN señala además que “cada vez más niños están desnutridos”.
6). Predominio del modo de producción minifundista. Afirma Lafaurie que la mayoría de la producción es realizada por la pequeña ganadería y la ganadería minifundista, que tiene un bajo desarrollo tecnológico; esta ganadería se conoce como lechería especializada por su dedicación exclusiva. Afirma que los grandes hatos lecheros con animales de alta genética son la excepción y no la regla. Sin embargo, no presenta datos sobre qué porcentaje de la producción corresponde a los grandes y medianos hatos lecheros.
Sobre la coyuntura.
Señala que, aunque en 2023 hubo una disminución de la producción con respecto a 2022, sigue siendo una cifra elevada (una disfunción estructural), y el acopio formal sigue por debajo del 50% de lo producido. Plantea que en la coyuntura hay dos problemas serios:
- a) la caída del consumo: entre 2021 y 2023 el consumo de leche per cápita disminuyó 9%, como reacción a los altos precios al consumidor;
- b) los precios al productor aumentaron, pero en mucha menor proporción; los aumentos de precios al productor no aumentaron sus ganancias, solamente les permitieron cubrir los incrementos en costos; además entre marzo y diciembre de 2023 el precio al productor cayó 11%, e informaciones parciales recientes muestran que la situación puede estar empeorando. Considera que “es una situación de injusticia frente a los costos y el esfuerzo del ganadero.”
Las causas.
Mientras el dólar estuvo caro (cerca de $5.000), la industria aumentó el acopio de leche nacional, pero con la valorización del peso, que en la fecha de la carta estaba en $3.916, unido al bajo arancel extra cupo de apenas 4,4%, la industria aumentó las importaciones con el argumento de aumentar inventarios de leche en polvo para enfrentar el verano sin que se disparen los precios al productor.
Los altos inventarios, más una producción superior a la esperada, han generado una disminución en las compras. Pero, a pesar de esto, los precios al consumidor no bajan, o no bajan lo suficiente para estimular un mayor consumo.
Esta situación es gravosa para los productores, pero especialmente para los más pequeños, los campesinos minifundistas. Estos campesinos están en una situación terrible, dado que tienen que escoger entre perder a sus animales y sus fuentes de ingreso, o alimentarlos mejor, disminuyendo su propia alimentación y de su familia.
Las propuestas
FEDEGAN propone:
- 1) Creación de un fondo que promueva el consumo de leche y de productos lácteos en los niños de sectores populares, financiado entre FEDEGAN, la industria láctea y las entidades territoriales y el gobierno nacional; hay producto de sobra;
- 2) Obligar a entidades públicas a comprar leche; por ejemplo el Programa de Alimentación Escolar, los comedores comunitarios, y las raciones de la Fuerza Pública;
- 3) Realizar ferias y ruedas de negocios regionales, con apoyo público de los tres niveles de gobierno, para promover la economía popular a partir de productos locales, disminuyendo la intermediación;
- 4) Promover, entre el gremio y las instituciones públicas, campañas efectivas de fomento al consumo, como la semana del queso o la semana de la leche.
La preocupación por la situación social y la paz. Lafaurie manifiesta que su preocupación central es el pequeño ganadero minifundista. Considera que es necesario mejorar sus condiciones de producción y de vida, lo cual es un propósito que va más allá de reivindicaciones gremiales. Esto sería una gran transformación social que serviría para “fortalecer el tejido social”, quitarle espacio a la violencia y allanar el camino de la paz. Muy sensible socialmente FEDEGAN.
Para desgracia de los productores de leche cruda, el mundo está lleno de productores de leche cruda
Lafaurie, al describir la situación de los productores de leche cruda, presenta una descripción de las características de la producción de mercancías que es una de las estructuras básicas sobre las cuales se fundamenta la sociedad capitalista. Los capitalistas y sus voceros, especialmente los economistas, se refieren con especial admiración el libre mercado y sus enormes virtudes. ¿En qué consiste la producción de mercancías?
En la sociedad capitalista la producción es realizada por productore privados independientes. Lafaurie dice que son 400.000 productores de leche cruda, pero desafortunadamente en su misiva no presenta información sobre aspectos como su tamaño, sus características tecnológicas y, sobre todo, el peso que tienen los productores capitalistas en el total de la producción.
La UPRA[2] informa que son 396.800 unidades productivas, que ocupan permanentemente a 919.095 trabajadores. El 45% de las unidades productivas (casi 180.000) tienen menos de 10 vacas y aportan apenas 12% de la oferta; en el otro extremo el 9% de las unidades productivas (37.000), tiene 100 o más vacas y aporta el 50% de la oferta, mostrando una significativa concentración de la producción.
Cada uno de estos productores de leche toma sus decisiones independientes sobre la producción a realizar de acuerdo con sus recursos disponibles. La producción es anárquica: no existe ningún mecanismo de coordinación previo entre ellos. De otra parte, cada productor tiene como objetivo elaborar un valor de uso, la leche cruda, que satisface una necesidad humana importante, la alimentación.
Pero cada productor, aunque pueda tener nobles sentimientos sociales y de solidaridad con los más necesitados, no produce leche por amor al prójimo: la produce para obtener ganancias, en el caso de los capitalistas, y para obtener ingresos con los cuales poder comprar los valores de uso que necesita para vivir, en el caso de los pequeños productores y campesinos.
Por tanto, lo que más le importa a cada productor es el precio que va a obtener por la venta de su producto. Todo se enfoca en el valor de cambio y su actividad tiene como propósito conseguir el mayor precio posible que le cubra los costos y le deje una utilidad y un excedente de ingresos.
Resulta entonces que cada productor independiente elabora autónomamente su producto y sale, lleno de contento, con su cargamento, a venderlo. Y aquí se da cuenta de que su independencia y libertad tiene mucho de ilusorio. La cruda realidad le indica que es interdependiente, que debe encajar dentro de unas estructuras de mercado que no controla y que, por contario, parecen dominarlo a él. El productor libre descubre pronto que no es tan libre como pensaba.
En primer lugar, la suma de la producción de todos, excede la capacidad de compra del mercado: se genera sobreproducción, exceso de oferta. Algo que en principio parece positivo, es decir, la disponibilidad de una gran cantidad del producto, se transforma en algo negativo: los precios se reducen. La inexorable ley de la oferta y la demanda, le dice a los productores de leche que se les ha ido la mano en la cantidad de producto; lo malo, es que no se los dijo antes, sino después, cuando ya incurrieron en los costos.
El resultado, no se alcanzan los objetivos buscados, se enfrentan a una difícil situación de baja en las ganancias o incluso de pérdidas, y los más pequeños, los minifundistas, incluso se ven abocados al hambre o a la pérdida de sus animales, como nos informa con profundo dolor bovino el presidente del gremio. Para desgracia del productor de leche cruda, el mundo está lleno de productores de leche cruda que compiten entre ellos.
Pero las desgracias de nuestro lácteo productor independiente no para ahí. Una proporción enorme de su producto es comprado por la industria procesadora de leche cruda, que la transforma en leche pasteurizada y en otros derivados. Los compradores formales de leche son 344 de los cuales 20 concentran el 67% de las compras, lo cual les otorga una “posición dominante”. De estos 344 hay 151 empresas de elaboración de productos lácteos que emplean a 20.700 trabajadores.
Nuestros libres e independientes héroes de la producción lechera se encuentran bajo el dominio de compañeros de clase, otros héroes del capitalismo, pero con más poder. Estas empresas, a la hora de hacer negocios no tienen mucho corazón ni espíritu de solidaridad, así que aprovechan la situación para bajar los precios al productor y no bajar, o hacerlo muy poco, los precios al consumidor.
Así que, además de las ganancias derivadas de su actividad productiva y transformadora, obtienen otras en calidad de intermediarios con posición dominante. Lafaurie no menciona a los simples intermediarios comerciales, pero muy seguramente también estos tienen una posición dominante frente a los productores, especialmente los pequeños, y les extraen parte del valor que producen.
Pero además, los intermediarios y la industria láctea tiene el arma de las importaciones de leche en polvo para presionar a la baja los precios de los productores directos. Para desgracias de los productores de leche cruda, el mundo está llenos de productores de leche cruda y procesada. Tienen que competir no solo entre ellos, sino también con productores de otros países.
La consecuencia de todo esto es una situación de crisis. En una sociedad de productores de mercancías, en las cuales la producción no es planificada ni coordinada, ni mucho menos guiada por el propósito de satisfacer necesidades sociales, el riesgo de crisis está siempre latente. Las posibilidades de desequilibrios son muy grandes.
Exceso de producción de leche mientras hay desnutrición
De otra parte, esta estructura mercantil tiene unas características adicionales contradictorias. Los productores de leche cruda están en crisis debido a excesos de producción y a la reducción consecuente de los precios, al tiempo, que hay niños desnutridos, millones de niños que no pueden tomar toda la leche que necesitarían.
Igualmente, observa Lafaurie con dolor, la estructura del consumo es “disfuncional”, una eufemismo para señalar que la desigual distribución del ingreso conduce a que los trabajadores más pobres tomen mucha menos leche que los trabajadores de altos ingresos y los capitalistas.
Con tristeza observa Lafaurie que mientras en los estratos 5 y 6 el consumo per cápita anual de leche es de 190 litros, los estratos bajos (que agrupan la mayoría de personas) apenas consumen 39. Si consumieran todos 190 litros sería el paraíso lácteo para nuestros productores de leche.
Tenemos entonces que en la sociedad capitalista no solamente la producción es anárquica y conduce a crisis graves que afectan la vida de cientos de miles de productores, sino que al mismo tiempo existe una flagrante contradicción: por una parte hay exceso de producción de leche, por la otra, millones de personas que no pueden consumir toda la leche que quisieran, al tiempo que parte importante de los niños pobres están desnutridos.
En el capitalismo pasa algo extraordinario: se sufre porque se produce demasiado. En cualquier otro modo de producción es una bendición tener una cosecha grande, una producción extraordinaria de leche, etc., pero en el capitalismo demasiada producción puede ser una maldición. Si no que lo digan nuestros abnegados productores de leche.
En las facultades de economía Juan Carlos Echeverry, Mauricio Cárdenas, Santiago Montenegro, etc., etc., enseñan que el principio fundamental de la economía es la escasez. Lo mismo dice el Banco de la República en su guía introductoria a la economía. Lo mismo dice el premio Nobel de economía Paul Samuelson. Todos a una. Pero en este caso no hay escasez, todo lo contrario: hay sobre producción. Hay capacidad excesiva de producción. A lo sumo, habrá escasez de compradores solventes.
Esto es injusto clama Lafaurie. “Es una situación de injusticia frente a los costos y el esfuerzo del ganadero.” Pero curiosamente, lo que está ocurriendo con los productores de leche es simplemente una consecuencia del funcionamiento normal y lógico del sistema de libre mercado, que tanto defiende Lafaurie y, muy seguramente, su digna esposa, admiradora de Milei. Lo que pasa es justo y normal en el marco de la economía de mercado.
Lafaurie, sin quererlo, está justificando la necesidad del socialismo. ¿No sería señor Lafaurie mejor una sociedad en la cual el conjunto de sus miembros organizara conscientemente la producción para satisfacer sus necesidades?
En esta sociedad simplemente: 1) Se determinaría cuánta leche necesita cada persona (teniendo en cuenta obviamente sus diferencias de edad, gustos, etc.) y con base en esto se calcularía la producción requerida; por ejemplo 190 litros por 50 millones de personas daría 9.500 millones de litros anuales; 2) Se asignaría a los productores una responsabilidad de producir una cantidad determinada de litros, para cubrir el monto total establecido.
Obviamente, habría que pasar de una cantidad de productores privados independientes, a un conjunto de productores asociados desde el comienzo y motivados por satisfacer necesidades de todas las personas. Pasaríamos de una sociedad cuya finalidad es la ganancia a otra en la cual la razón de ser es satisfacer necesidades. La sociedad colombiana tiene los recursos suficientes para dar de beber a todos los sedientos de leche.
Hace ya muchos años un conocido científico señaló algunos de los defectos del capitalismo:
“La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente de todos los males. Vemos alzarse ante nosotros una inmensa comunidad de productores, cuyos miembros luchan sin cesar para despojarse unos a otros de los frutos del trabajo colectivo, no ya por la fuerza, sino con el apoyo total de unas reglas legalmente establecidas.” (p. 150) “El objetivo de la producción es el beneficio, no su consumo.” (p. 151).
Y mencionó la necesidad del socialismo:
“Estoy convencido de que existe un único camino para eliminar estos graves males, que pasa por el establecimiento de una economía socialista, acompañada por un sistema educativo que esté orientado hacia objetivos sociales. Dentro de ese sistema económico, los medios de producción serán propiedad del grupo social y se utilizarán según un plan.
Una economía planificada que regule la producción de acuerdo con las necesidades de la comunidad distribuirá el trabajo que deba realizarse entre todos aquellos capaces de ejecutarlo y garantizará la subsistencia a toda persona, ya sea hombre, mujer o niño”. (p. 152).
No fue Carlos Marx…fue Albert Einstein[3].
¡Herejía! Gritan en coro los economistas, Milei y María Fernanda Cabal. No es posible, eso es totalitarismo, eso acabaría con la libertad. No hay nada mejor que el mercado. Y citarían en su favor al profesor Samuelson, famoso economista y premio Nobel, quien considera que el mecanismo del mercado es el invento más maravilloso que ha hecho la humanidad: nadie diseñó el mercado y “funciona notablemente bien”. (p. 26).
Precisamente el profesor Samuelson se pregunta en su famoso libro de introducción a la economía, si el mercado está funcionando bien o mal cuando se observa que la leche que necesitan los niños pobres para alimentarse adecuadamente se la toman los gatos. Samuelson contesta enfáticamente: el mercado funciona muy bien.
Simplemente está poniendo los recursos en manos de quienes tienen el dinero. Ah, ¿pero entonces algo está fallando? Si, responde Samuelson, pero no es el mercado, es la política, dado que la distribución de ingresos no es un tema de la economía. Vale la pena leer a Samuelson:
Más aún, recordemos que los bienes siguen a los votos no a las necesidades mayores. El gato de un hombre rico puede beber la leche que un niño pobre necesita para permanecer saludable. ¿Sucede esto porque el mercado está fallando? En absoluto, porque el mecanismo del mercado está haciendo su trabajo –poniendo los bienes en las manos de aquellos que tienen los votos en dólares. Si el país gasta más en fertilizar sus prados que en alimentar los niños pobres, esto es un defecto de la distribución del ingreso y no del mercado.” (p. 39). Samuelson, Paul y William Nordhaus, Economics, 17th edition, McGraw-Hill Irwin, 2001.
Lafaurie actúa como un socialista. No en el sentido de buscar eliminar la producción a partir de productores privados y eliminar el trabajo asalariado, es decir, suprimir el capitalismo, sino en el sentido de la intervención del Estado para corregir las fallas del mercado. Actúa como un socialista dentro del capitalismo. De hecho, Milei los pone a todos en el mismo saco: considera socialistas tanto a los social demócratas, los keynesianos y los marxistas.
Lafaurie cree en el libre mercado, en las virtudes de la ley de la oferta y la demanda, en la producción anárquica de productores privados. Pero enfrentado a las terribles consecuencias del mercado para sus afiliados, apela al Estado para que compre leche cruda, promueva el consumo de leche y restrinja la competencia extranjera. Es decir, reconoce abiertamente los límites del capitalismo y sus consecuencias nefastas.
¿Estará de acuerdo María Fernanda con José Félix? ¿Cómo explicará las tendencias socialistas existentes en su hogar cuando asista a algún evento de la extrema derecha libertaria? Bueno, obviamente, José Félix es libre y María Fernanda no es responsable de sus desviaciones.
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[1] https://www.portafolio.co/economia/agro/fedegan-pide-ayuda-al-gobierno-por-situacion-de-productores-de-leche-600147
[2] https://upra.gov.co/es-co/Paginas/pop-lactea.aspx. Plan de ordenamiento productivo. Análisis situacional de la cadena láctea. Bogotá, octubre de 2021.
[3] https://es.wikipedia.org/wiki/%C2%BFPor_qu%C3%A9_el_socialismo%3F; https://www.marxists.org/espanol/einstein/por_que.htm
TOMADO DE REVISTA SUR