La producción de burrata en Italia enfrenta una amenaza inesperada: la fuerte disminución de leche generada por períodos de calor intenso que afectan directamente a las vacas lecheras. La falta de confort térmico provoca estrés en los animales y una caída significativa en los litros obtenidos, complicando la elaboración de uno de los quesos más emblemáticos del país.
Los maestros queseros advierten que la merma en la disponibilidad de leche fresca ya está encareciendo los procesos y poniendo en tensión a toda la cadena, desde los tambos del sur italiano hasta las plantas donde se produce burrata artesanal para consumo local y exportación.
El problema no solo afecta a pequeños establecimientos familiares, sino también a productores de mayor escala que dependen de un flujo estable de leche para sostener volúmenes y calidad. Con menos materia prima disponible, la continuidad del producto y su presencia en los mercados internacionales podría verse comprometida.
Para los países productores de lácteos —incluida Argentina— la situación abre una señal de alerta: la necesidad de reforzar la gestión del bienestar animal y los sistemas de mitigación ante picos de calor, que ya están impactando en varios rodeos del mundo. La burrata es hoy el ejemplo más visible de un fenómeno que presiona a toda la industria láctea global: cómo sostener volúmenes y calidad cuando las condiciones dejan de ser previsibles.
Fuente: Clarín






