La lechería argentina va cambiando su perfil lentamente. Si bien los tambos pequeños (de menos de 2.000 litros diarios) siguen siendo el estrato predominante con el 45% del total de unidades productivas del país, cierto es que éstos continúan decreciendo con el paso de los años. Como contrapartida, se destaca la proliferación de tambos grandes, que producen más de 10.000 litros diarios, los cuales multiplicaron su cantidad por cinco en tan solo 11 años.
Considerando que en dicho período la cantidad de tambos en el país se ha mantenido más o menos estable en torno a los 10.000 establecimientos, y que la cantidad de vacas ha disminuido levemente pero con un modesto aumento de la producción, cabe una primera inferencia. Este ritmo de concentración está absolutamente en línea con lo que está sucediendo en el mundo de la lechería, donde cada vez se hace más difícil obtener rentabilidad en unidades de baja escala, al tiempo que permite suponer que esta actividad económica ha ido profesionalizándose, dejando de lado la producción modesta de subsistencia para dar paso a las estructuras productivas más modernas y organizadas que buscan competirle a la agricultura.
Mayor cantidad de tambos grandes
En el relevamiento del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla) publicado esta semana (ver Cuadro), “puede verse que en los meses de noviembre de los últimos cuatro años (2018-2021), y también comparado con datos disponibles del año 2010, en un extremo disminuye la participación tanto en cantidad de tambos como en el volumen de producción de las unidades productivas de menos de 2.000 litros diarios y en el otro extremo de la estratificación, se incrementa la participación de las unidades de más de 10.000 litros diarios”, confirmó la entidad.
Según estos datos, entre 2021 y 2010 los tambos de menos de 2.000 litros de producción diaria redujeron a más de la mitad su importancia relativa en la producción de leche total y los tambos de más de 10.000 litros diarios de producción, casi multiplican por seis su participación en la producción.
“El proceso de concentración de la producción en tambos más grandes es continuo, y mencionarlo no es naturalizarlo, sino mostrar una tendencia contundente y generalizada en la lechería mundial, que los números marcan (sin hacer juicio de valor si ello es bueno o malo)”, explicó el organismo técnico.
Esa concentración en Argentina se expresa, con tasas de alrededor del 2 al 3% anual, lo cual está aún por debajo de lo que evidencian las principales naciones del mundo lácteo. Según la información que publica Ocla en base al World Dairy Situation, de la Federación Internacional de Lechería 2020, “la tasa de concentración para los principales países lecheros del mundo, se encuentra algo por encima del 4% de reducción anual de tambos”, proceso que en los últimos años se mantuvo estable, al tiempo que en Argentina se viene incrementando lentamente.
El tambo promedio mensual
Sobre la base de la producción mensual y la cantidad anual de tambos que releva el Senasa, “podemos inferir el tamaño del tambo promedio en el país, de unos 3.437 litros de leche diarios para noviembre del 2021, un 4,1% superior comparado con el año anterior”, indicó el Ocla.
Si se evalúa el comportamiento de este dato en el tiempo, a pesar de la disminución en el número de unidades productivas y en el número de vacas, el tambo promedio presenta en el período 2009-2021 una tasa de crecimiento acumulada anual del 2,3%, lo que permite el sostenimiento e incluso aumento de los niveles productivos agregados a nivel país. Además, el observatorio destaca que Argentina está creciendo sostenidamente en producción y este año no será la excepción, redondeando quizás con los datos de diciembre, un 4% anualizado respecto a 2020.
Continuando con el tema en cuestión, “resulta más notable aún el crecimiento en la producción de la unidades productivas que continúan en la actividad en los últimos seis años, ya que si tomamos el período 2016-2021 el crecimiento fue del 29,6% en el período, lo cual implica una tasa anual acumulada de crecimiento del 5,3%”, apuntó el Ocla.
Cabe mencionar que la serie de cantidad de tambos del SENASA, utilizada para los cálculos de la producción por tambo, es la única disponible y a pesar de conocer algunas falencias en el relevamiento de la información, el criterio se mantiene en el tiempo y permite evaluar la tendencia.
Santa Fe, por debajo del promedio nacional
Otro dato conocido esta semana da cuenta del perfil productivo que cada provincia lechera presenta, en relación al promedio nacional. Considerando la producción promedio diaria por tambo y por provincia que se muestra en el gráfico, que surge de los datos oficiales de SIGLeA – LUME, sobre 8.128 liquidaciones de leche mensuales provenientes de 372 industrias (noviembre 2021), se advierte que no todas las jurisdicciones poseen las mismas características.
Tal como se observa, en cada provincia predomina un modelo promedio que oscila en una brecha productiva considerable. En el rango más alto se encuentra Buenos Aires donde existen unidades productivas más grandes, seguida por Córdoba, donde se destacan sistemas productivos intensivos en sus principales cuencas, y tercera está Santa Fe, con su cuenca lechera central (Rafaela) donde sobresalen unidades productivas pequeñas y medianas en sistemas preferentemente pastoriles.
Crece la facturación del tambo
El aumento interanual de la producción del período enero-noviembre 2021 del tambo promedio fue del 4,1%, según datos del observatorio, que acompañado por una suba en moneda constante del precio al productor del 8,8% en el mismo período, arroja un incremento acumulado del 13,3% en la facturación para los once meses transcurridos del 2021, respecto a igual período del año anterior.
Lógicamente, en comparación con el mes de octubre la facturación del tambo fue menor por una cuestión del volumen estacional (pico de producción), pero en términos anualizados ha sido superior en todo sentido, pese a que se desaceleró el precio que paga la industria por la leche cruda.
Si se mide esta variable en dólares también se advierte un crecimiento “en el precio en dólares para dicho período del 17,4%, lo que permite lograr un incremento de la facturación del 23,7% en los once meses transcurridos del año 2021 respecto a igual período del año anterior”, indicó el OCLA.
Pero atención, no todo es color de rosa si analizamos estos datos aislados, ya que un buen cálculo para observar un contexto, es contrastar esto con el comportamiento de los costos de producción.
Crecieron también los costos
Si se toma para el período enero-noviembre 2021 el Costo Total del Tambo Promedio (según los Costos Regionales que elabora INTA Rafaela), y se lo compara con igual período del 2020, se ve que el mismo subió 13,6% en moneda constante y 24,3% en dólares, lo cual permite compararlo con los aumentos respectivos en la facturación de este año del 13,3% y 23,7%.
“El aumento de la facturación por aumento del precio de la leche y el aumento de los costos en dólares, responde básicamente al retraso cambiario en torno al 18% para el período analizado”, analizó el Ocla.
El aumento de costos responde al incremento del maíz y la soja, que son los principales insumos para la alimentación de las vacas y para el cálculo de los arrendamientos, respectivamente. Cabe aclarar que el 50% de la superficie utilizada para producir leche es arrendada y los alquileres en su mayoría están pactados en función al precio de la oleaginosa. Otros factores son: “la baja temporal del precio de la vaca de rechazo como recupero de costos, el fuerte aumento de los agroquímicos y fertilizantes, y la afectación en función al aumento del ‘dólar blue’ en la determinación de muchos insumos y servicios, aunque no tengan vinculación con el tipo de cambio oficial”, adujo el organismo lácteo.
Por todo ello, la rentabilidad de los tambos apenas llega al 1,8% mensual y continúa con luces amarillas, luchando contra un escenario macroeconómico incierto, con un horizonte en la cadena nada prometedor, de continuar las políticas intervencionistas de congelamiento de precios y control del tipo de cambio.