Es la letanía que resuena desde hace unos días en los pasillos de lácteos de muchos establecimientos, donde apenas queda género debido al paro de transportistas, iniciado hace una semana y media.
A lo largo del día, la escena se repite de manera constante. Cuando los clientes llegan a los lineales de la leche, encuentran un panorama desolador: un inmenso hueco en el que no queda ni un solo cartón. Durante un rato, contemplan, confusos, la estantería desierta e intentan localizar alguna caja de la marca y clase que suelen tomar, hasta que comprenden, con resignación, que su única alternativa es acudir a otro supermercado o recurrir a las bebidas vegetales. Soja, avena, avellanas, nueces, almendras e incluso arroz: la variedad es amplísima y no han sucumbido al desabastecimiento.
“Yo ya le he dicho a mi marido que se olvide de tomarse el café con leche de por la noche. Tiene que elegir: o en el desayuno o después de la cena. A ver si nos vamos a quedar sin. Si se nos acaba y no encontramos en las tiendas, tendremos que acabar desayunando yogur”, dice Merche, que asegura haber recorrido varios supermercados en el zaragozano barrio de Torrero sin haber conseguido encontrar ni una “triste” caja de desnatada. Sobre la posibilidad de cambiarla por bebidas vegetales, se muestra escéptica: “No me convence, son muy dulces”.
“Yo ya le he dicho a mi marido que se olvide de tomarse el café con leche de por la noche. Tiene que elegir: o en el desayuno o después de la cena”
Algo similar le ha ocurrido a Gabriel, que tuvo que pedir su “desnatada calcio” por Internet al no localizarla en el supermercado madrileño donde suele adquirirla y no querer comenzar un peregrinaje por diferentes establecimientos sin la garantía de conseguirla. En una situación parecida se vio Blanca, que ha acudido a varias tiendas hasta obtenerla. De momento, no está intranquila ante una posible escasez de lácteos: “Si no tengo, me tomaré otra cosa. Es más por los niños, que se queden sin leche me preocupa un poco más. Si yo debo cambiar, me da igual. Lo llevo bien. No me crea ningún problema”.
La falta de leche es una de las principales consecuencias del paro convocado el lunes 14 de marzo por la Plataforma de Defensa del Sector del Transporte de Mercancías por Carretera Nacional e Internacional, una organización sin representación en la patronal, para protestar por la subida del combustible. Desde los primeros días, el sector lácteo alertó del colapso provocado por la decisión de los camioneros en “ganaderías y fabricantes” y las dificultades para desempeñar su trabajo y distribuir su mercancía.
Para tratar de solucionar la coyuntura en las carreteras, el Gobierno ofreció este jueves una ayuda directa de entre 15 y 30 céntimos por cada litro de gasoil, que se abonaría al momento. Esta medida pone cifras concretas a la oferta que ya les trasladó el Ejecutivo el lunes y que supondrá un coste para las arcas públicas de unos 500 millones de euros.
Aceite, pasta, harina… los otros afectados
Aunque el producto más difícil de encontrar en los supermercados es la leche, no es el único. Tampoco la afectación es igual en todos los establecimientos, pues depende de la cadena, el barrio y la ciudad. “Había venido a por boquerones, pero no hay, porque vienen del sur”, explica Daniel, que se ha enfrentado a la falta de pesca de arrastre debido a los paros de transportistas y de la flota. No obstante, reconoce que no los buscará en otros establecimientos: “Comeremos otra cosa”.
“Yo he notado el encarecimiento. Estoy en paro y cobro 200 euros, y esto me hace polvo”
Leche, huevos, harina, aceite y pasta son los alimentos que, en general, más escasean en los lineales, explica la responsable de una tienda de una cadena de supermercados en el centro de Madrid. El sentimiento es extensible a muchas de las grandes superficies, que relatan cómo los consumidores arrasan con palets de ciertos alimentos en cuanto se ponen a la venta. Asimismo, apuntan que los clientes aprovechan para hacer compras masivas de los productos más afectados cuando están disponibles.
Otros consumidores han detectado un alza de los precios. “Estoy en paro, cobro 200 euros al mes y voy al mínimo. Lo que he notado, además del desabastecimiento, es el encarecimiento. A mí me hace polvo, porque compro de forma muy limitada. Esta subida la he visto en la verdura y la fruta, en los yogures, los lácteos… En la carne y el pescado no lo sé, porque no compro…”, explica Amada, que afirma que esta alza comenzó ya una semana antes del paro de transportistas. Lo achaca a los rumores de falta de suministro y al afán de la gente por “acaparar” ante el miedo.
Sobre estas subidas se pronuncian también los responsables de varios establecimientos de diferentes cadenas, que niegan que esta falta de suministro se haya traducido en un encarecimiento de los productos más escasos, más allá de la tendencia al alza que pudieran presentar ya antes del paro y de la guerra en Ucrania.