ESPMEXENGBRAIND

16 May 2025
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16 May 2025
El prestigio de la escuela llega a todo el país y trasciende fronteras, brindando educación y formación a jóvenes de ambos sexos que en su mayoría tienen entre 15 y 22 años.
leche

El 4 de mayo la Escuela Superior de Lechería, ubicada en Nueva Helvecia, departamento de Colonia (ruta 52 km. 123,500), cumplió 95 años. Su directora, Prof. Ana Cecilia Lacaze, dijo a La Mañana que es una escuela agraria dependiente de UTU, de la Dirección General de Educación Técnico-Profesional. Cuanta con 90 vacas Holando que producen 1600 litros de leche al día como materia prima para la producción de quesos, manteca y yogurt, entre otros productos de calidad.

Allí se dictan cursos de Bachillerato Agrario y las opciones terciarias de Tecnólogo en Industrias Lácteas, que depende exclusivamente de UTU y para el cual se cuenta con una planta industrial para elaborar quesos, yogures, postres, etcétera. Dentro del mismo predio, que es de 133 hectáreas, se brinda el curso Tecnólogo en Manejo de Sistemas de Producción Lechera, el cual se ofrece en convenio con la UTEC.

“En la escuela se hace todo el proceso productivo, la siembra, la preparación del suelo, las reservas, cría, recría, inseminación, todo. Los animales se crían, van al tambo, se saca la leche, y todo eso es trabajado, fundamentalmente, en el curso de Tecnólogo en Manejo del Sistema de Producción, que es como la parte de producción primaria”, explicó Lacaze. Por otro lado, la leche producida en el tambo se coloca en un tanque de frío y se deriva al curso que trabaja la industrialización de esa leche.

“Son cursos diferentes que se dictan simultáneamente, con un horario muy extenso”, con los alumnos del tambo comenzando algunos a las 5:30 y los de la industria a las 6 de la mañana, hasta las 17.30 horas. La carga horaria es extensa e intensa, y el principal diferencial de la escuela “es la formación práctica que se les da, porque salen capacitados, con una excelente práctica, son muy buenos desempeñándose, logrando ocupación total”.

Lacaze explicó que el inicio a una hora tan temprana se explica por las características de la producción lechera: “Debemos respetar el proceso productivo. No podemos reunir a los alumnos a las 8 para ordeñar a las 10, el ordeñe tiene que ser a las 5:30 de la mañana y los alumnos tienen que estar a esa hora porque esa es la naturaleza de la vaca”.

Alumnos de todo el país y del exterior

Este año la escuela tiene 119 alumnos que llegan de todo el país, e incluso del exterior, con jóvenes motivados por el prestigio que tiene ese centro de estudios. Cuenta con un régimen de internado de lunes a viernes por el cual los estudiantes regresan a sus casas con sus familias los fines de semana. Ese total de 119 estudiantes es un número acorde al de otros años, aunque la capacidad del internado es para 132, pero no todos se quedan, porque algunos viven en las zonas próximas de la escuela y prefieren concurrir todos los días.

Desde hace algunos años se han ido sumando estudiantes extranjeros, este año de Perú, antes de Guatemala, bolivianos, venezolanos y ecuatorianos.

“En los diálogos que he mantenido con los estudiantes extranjeros, generalmente lo que sucede es que conocen algún técnico de lechería egresado de la escuela, se enteran de su existencia, buscan en internet y vienen a estudiar. Hay muchos egresados trabajando en el exterior, o trabajando para empresas multinacionales”, comentó Lacaze, “y eso hace que nos conozcan”.

“Durante las vacaciones vuelven a sus países con sus familias y cuando comienzan los cursos regresan, y así se manejan hasta que se reciben”, contó. Es como exportar educación y saberes, porque el alumno recibe ese conocimiento y se lo lleva a su país donde hace uso de él, considerando que, como dijo Lacaze, “en Uruguay la lechería está muy bien desarrollada y para muchos países estamos trabajando a un nivel muy superior, entonces todo este caudal de conocimiento los ayuda a mejorar las condiciones y la producción de sus establecimientos, en sus industrias, en fin, en sus propios países”.

Esa característica de reconocimiento por cómo trabaja Uruguay no es solo de la lechería, sino de la producción agropecuaria en general, donde “el desarrollo y la formación son muy buenos”, lo que hace que “desde el exterior nos tomen en cuenta cuando se trata de la formación”, aunque claramente “las posibilidades de nuestros estudiantes son mucho más amplias, ya que son de acá por un tema de distancia y no tener que salir del país, pero la realidad es que los extranjeros sí tiene esa posibilidad y muchos se lo toman en serio porque la ven realmente como una oportunidad de cambio muy importante en sus vidas”, reflexionó.

En cuanto a las edades de los alumnos en la escuela, es de 15 o 16 los que entran a bachillerato, y de 22 para los egresados; también están los que ingresan un poco más grandes, pero no es lo más común.

La visión de los fundadores

Ubicada en una zona estratégica, la Escuela Superior de Lechería “fue la primera en América Latina. Recién desde hace unos 50 años más o menos se empezaron a desarrollar otras en Argentina y en Brasil, pero hasta ese momento la de Uruguay era la única en toda Sudamérica”, precisó la directora. Actualmente es la única a nivel nacional con las características que posee y con los cursos que dicta, contando con la infraestructura y la tecnología necesaria para lograr una formación acorde a las exigencias contemporáneas.

Sobre la fundación de la escuela, la Prof. Lacaze dijo que en la zona donde está ubicada se instalaron colonias que “llegaron con su impronta cultural y productiva, el trabajo de la tierra, y toda esa pujanza” que tiene Colonia y la zona donde está ubicada. “Esta es una sociedad muy organizada, solidaria, comprometida con la comunidad”, valoró.

Además, muchas de las instituciones locales “tienen muchísima trayectoria, por ejemplo, este año la Sociedad de Fomento de Colonia Suiza está cumpliendo 110 años y fue una de las impulsoras de la fundación de la escuela”.

“Aquellos visionarios se dieron cuenta de que el conocimiento no se podía transferir de boca en boca y de forma informal, sino que debía haber algo más académico, de mejora, de innovación y de tecnología. Se comprometieron mucho con esas ideas y en el año 1930 se fundó un instituto de estas características”, relató Lacaze.

La docente resaltó el papel que desempeñaron los inmigrantes instalados en la zona, que fueron fundamentales para enriquecer a la sociedad, manteniendo tradiciones, trayendo mucha de la cultura gastronómica que los caracteriza, además de dedicarse a mantener sus costumbres y sus raíces, a transmitirlas de generación en generación.

Esa transmisión se hacía primero verbalmente, pero con el tiempo se fue organizando y esta escuela tiene mucho que ver con eso, con la pujanza y ganas de superación. Insistió en que fue “muy visionario lo que hicieron para la época, y por algo fue la primera escuela de su tipo en América Latina y la única por tanto tiempo”.

Consultada sobre quién fue la persona fundadora, dijo que, en los festejos por los 95 años, la Sociedad de Fomento obsequió a la escuela “un cuadro con el acta” donde se señala que “en una reunión surgió la idea de generar un instituto para la innovación, el desarrollo y la transmisión de conocimientos de la lechería, de ahí salió, con el apoyo de los productores locales”. El comienzo fue con cuatro profesores y unos 20 alumnos. Ese fue el punto de partida, hoy se forman técnicos y se ha logrado reconocimiento y renombre que va más allá de fronteras, “pero no hay un fundador, sino que todo se generó con base en comisiones, en un trabajo colaborativo que se sigue manteniendo hasta nuestros días y que llama mucho la atención a quienes llegamos desde otra ciudad, y eso es muy gratificante”.

Amor por la lechería

La lechería tiene sus particularidades, y la Escuela Superior de Lechería no puede hacer otra que adoptarlas en todo su funcionamiento. “Si los tambos de producción, en cualquier parte del país y del mundo, no paran, aquí tampoco, y los que estamos aquí sabemos que nos toca trabajar en Navidad, Año Nuevo, cada feriado. La escuela funciona siempre y no hay manera de que no lo haga, incluso en la pandemia que todo se paró, acá seguíamos funcionando”, recordó.

Eso debe ser así porque “los animales tienen que comer, hay que sembrar, hay que sacar la leche, y eso hace que este sea un rubro sacrificado. Pero independientemente de eso los que optan por la lechería lo hacen de corazón, con mucho amor, disfrutan lo que están haciendo y de verdad eso se nota”.

“Estamos hablando de chiquilines que tienen 15, 16 años y los chicos tienen que ordeñar por lo menos dos días, entre otras obligaciones que tienen y cumplen. Eso forma mucho a nivel humano, personal y de responsabilidades”. Algunos alumnos aprenden a amar la lechería desde chiquitos porque vienen de una familia dedicada al tambo, “pero también vienen chiquilines de Montevideo, de la zona metropolitana, con padres y hermanos ajenos a todo esto, pero ese alumno descubrió la lechería, hizo la carrera y se fue a trabajar al campo y eso lo hace feliz, aunque sea un rubro sacrificado”.

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