Si lo que Uruguay necesita es mayor cantidad de leche, es indispensable frenar el cierre de tambos y parar con la migración de los jóvenes a las ciudades, además de impulsar políticas de Estado sobre el acceso a mercados, capital, el acceso a tierra para los jóvenes y la capacitación continua en prácticas de excelencia.

Los productos lácteos uruguayos se destacan en el mundo y a nivel doméstico por su calidad. Desde la leche como cualquiera de las elaboraciones a partir de ésta, sea para consumo interno o de exportación, todos alcanzan un grado destacado que nos posiciona y prestigia en el mundo. Además, la producción de leche es una actividad estratégica que introduce tecnología en el medio rural, mantiene a las familias en el campo evitando la migración a la ciudad y es una excelente herramienta de lucha contra la pobreza rural. La gran mayoría de los tambos de nuestro país son familiares, por eso, uno de los grandes desafíos es mantener a los jóvenes en el sector, pero para eso hay que generar las condiciones adecuadas, dijo el secretario ejecutivo de la Cámara de la Industria Láctea del Uruguay (CILU), Ariel Londinsky.
Conaprole adquiere más del 70% de la leche que se produce en Uruguay, el 30% restante se distribuye en más de 40 empresas de diverso porte en general mediano y chico, y la solución no pasa por disputar remitentes entre las empresas, sino elaborar políticas de Estado que eviten el cierre de tambos y ayuden al relevo generacional para lograr una mayor producción. Éste es un sector que “siempre se siente desafiado por diversas situaciones” y “mantener el ritmo y el crecimiento de la producción es uno de los temas permanentes”, expresó.
Explicó que “uno de los desafíos más grandes del sector lechero es motivar al productor y especialmente poner todas las fuerzas en evitar perder más productores, y no es solo un tema de precios. Más allá de que la leche producida pueda crecer, el número de productores viene en disminución, y ese es un desafío crítico y estratégico para el país”.
Para entender qué es lo que está pasando, Londinsky dijo que se tiene que analizar “la rentabilidad que obviamente es importante”, pero “hay otros factores que se deben analizar”, como “la motivación”, en especial respecto “a los jóvenes porque si no le damos buenas condiciones de estudio, acceso a internet, buena movilidad, acceso a todo lo que necesitan” lo lógico es que “terminaran saliendo de la producción y una vez que toman esa decisión, no vuelven”. Por algo “el promedio de edad de los productores lecheros en Uruguay es alto, por encima de los 50 años, no hay recambio y la tendencia es que cada vez haya menos productores”.
Eso lleva a la “disponibilidad de leche para toda la industria sin importar el tamaño. Si se reduce la cantidad y variedad de productores, el abanico de posibilidades de incrementar la producción se reduce. Estamos ante un tema crítico para los próximos 5 o 10 años del país”, enfatizó.
Entonces, si queremos tener más leche para llegar y cubrir la demanda de todas las industrias instaladas en el país, “lo primero es evitar perder productores, porque eso nos lleva a perder producción de leche”.
“Lo segundo es cómo hacer para que los productores crezcan en la producción”. Para responder a eso hay que entender que “la producción de leche es un negocio de márgenes, el productor tiene que ver cuánto le pagan por la leche pero también cuánto cuesta producirla, y ese margen es lo va a dar la ganancia. A veces el precio de la leche está en un punto aceptable pero los costos son demasiado altos y el margen es muy acotado. Si bien es un tema de enfoque múltiple, una parte importante de la solución pasa por bajar los costos para motivar una producción mayor ya que si el margen que me deja cada litro es mayor, es más fácil invertir para producir más volumen y crecer. Si los costos son altos, va a ser difícil llegar a esas inversiones”.
Como sector exportador, somos tomadores de precio, por lo que el valor internacional de la leche, es transmitido rápidamente hacia adentro, de ahí que posiblemente podamos manejar mejor el otro lado de la moneda, es decir los costos.
Respecto a cómo aumentar el número de productores, Londinsky apuntó a la necesidad de generar “una política de Estado” que apunte a ese objetivo con miradas de mediano y largo plazo. “Es clave que haya un trabajo de acercamiento, de búsqueda de nuevos productores, especialmente motivando a los jóvenes que todavía están en los tambos para que se queden y puedan emprender, y en esa tarea hay una variedad de puntos a considerar como el acceso a capital, el acceso a tierra, a la capacitación”, entre otras.
La informalidad preocupa seriamente
La producción primaria de leche de Uruguay, así como los productos elaborados que salen de las plantas “tienen una calidad superior”, lo que es fundamental para un país como el nuestro que, “como pasa con otros rubros tiene que apuntar a una calidad de excelencia”.
“Nuestras industrias cumplen los estándares más altos a nivel mundial, el sistema de cuidado por las mejores prácticas de la industria láctea es de primer nivel y lo tenemos claro porque un error que cometamos en el mundo se sabe inmediatamente”.
Sin embargo, aunque “toda la industria láctea controla y cumple con los estándares exigidos”, advirtió sobre dos problemas que preocupan especialmente por la falta de controles: el contrabando y la informalidad.
Sobre el primero dijo que “se da especialmente en la frontera seca con Brasil” salteándose los controles sobre la elaboración de esos productos; y lo segundo refiere a la venta de leche y productos elaborados que “no transcurre por los canales formales”.
“Es una preocupación muy grande, hablamos de leche curda, algunos quesos, mantecas y dulces de leche”, subrayó.
Asimismo aclaró que no se puede confundir la producción de queso artesanal, que en muchos casos es de muy buena calidad y se realiza conforme a las exigencias sanitarias y productivas, con la producción informal. La informalidad carece de todo control, mientras que el quesero artesanal formal cumple con las exigencias necesarias, sin embargo hay una cantidad no menor de litros de leche que se mueve en la informalidad.
La situación regional
El representante de CILU dijo que en la región se dan realidades “muy diversas”, con una “Argentina estancada en la producción al igual que Chile, en cambio Brasil viene creciendo bastante”. Cada país presenta sus particularidades con sistemas productivos diferentes que no permiten hacer comparaciones directas.
Lo que sí es un fenómeno regional y mundial es la pérdida de productores, pero “no solo para el sector lácteo sino de toda la producción rural. Es una tendencia mundial”, aseguró.
La ventaja de Uruguay es que por ser un país chico puede aplicar políticas públicas y llegar rápidamente a resultados. Para producir más leche “hay que formar nuevas unidades productivas e incentivar a los jóvenes para eso” de tal forma que “cuando haya nuevas inversiones en el sector también se estimule la producción, no alcanza con poner únicamente las máquinas, hay que generar la cuenca y los mecanismos para que nuevos productores se sumen, eso es lo que nos hará crecer”, y en eso deben estar “diferentes actores: el Instituto de Colonización, las asociaciones, el sector educativo (Universidad, Utec, UTU), entre otros”, culminó.

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