La lengua azul y la enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE) son dos de las patologías de la cabaña ganadera de las que más se ha hablado en los últimos tiempos en Galicia por los focos detectados en diversas explotaciones bovinas y el daño que pueden causar al animal y a su dueño.
Pero hay más dolencias que amenazan la salud del ganado y, entre ellas, ha vuelto a escena la fiebre aftosa, una enfermedad que, a diferencia de las anteriores, es vírica y no se transmite por la picadura de un mosquito. Se caracteriza por ser altamente contagiosa y causar un impacto económico elevado.
No hay que alarmar, pues la última vez que se detectó un foco en España fue en junio de 1986, en una explotación de ganado bovino en Talavera de la Reina, y desde finales de los 80 ya no se vacuna frente a este virus en el país. Pero la aparición de casos en Europa —primero en Alemania y ahora en Hungría y Eslovaquia— demuestran que la amenaza es real y que no se debe bajar la guardia.
Alberto Díez Guerrier, veterinario clínico de rumiantes y profesor de sanidad animal de la Complutense, explica que el riesgo y la preocupación siempre han existido y que esos focos lo que hacen es “visibilizar el problema” y recordar la importancia de “vigilar de cerca” esta enfermedad infecciosa.
Se encuentra distribuida de forma endémica por amplias zonas de África, Asia, Oriente Medio y Sudamérica, por lo que en algunos casos no está lejos de España. El hecho de que haya llegado a países que están más distanciados de los focos tradicionales es un aviso.
En todo caso, este experto lanza un mensaje de optimismo: “muy mal tendrían que hacerse las cosas para que esos focos llegasen hasta nosotros”, dice en alusión a los once que están activos en explotaciones de vacuno de leche de Hungría y Eslovaquia, según la información compartida por el Ministerio de Agricultura. Destaca que existe un programa de vigilancia y planes de contingencia.
Alberto Díez explica que la fiebre aftosa no afecta en ningún caso a los humanos, pero en los animales el contagio es “rápido y fácil”. Y tiene un impacto económico “altísimo”, tanto por las pérdidas directas que puede acarrear para las explotaciones como por el coste que tiene el control y la erradicación de la enfermedad. Este veterinario recuerda la epidemia de fiebre aftosa que sufrió Reino Unido en 2001, que obligó a sacrificar millones de cabezas de ganado y costó “miles de millones”.
En cuanto se detecta, la legislación obliga a realizar un vacío sanitario en las granjas afectadas para evitar que se propague a otras. También están contemplada la vacunación urgente.
El experto señala que se puede transmitir por diversas vías y apunta a una “que preocupa”: a través de alimentos de origen animal contaminados que acaben siendo ingeridos por el animal, como un cerdo o un jabalí.
Este profesor ve en la ubicación geográfica de España y Galicia un factor de riesgo, por los productos que llegan a través de los puertos. Si con la enfermedad hemorrágica epizooótica es el factor climático el que determina su evolución, aquí las amenazas son otras.
¿A qué animales puede afectar y cómo se muestra?
La fiebre aftosa es una amenaza para las especies con pezuñas hendidas, tanto domésticas como salvajes: ganado bovino; ovino y caprino; porcino y también los jabalíes, que preocupan como posible fuente de transmisión.
La enfermedad se caracteriza por provocar la formación de vesículas —una especie de ampollas llenas de líquido— en las mucosas, entre las pezuñas o en la ubre. Los animales empiezan a estar alicaídos, con fiebre, babean mucho, a veces tienen problemas para tragar y cojeras muy marcadas.
En el caso de las vacas, mientras pasan la enfermedad la pérdida de producción láctea es “bestial”, explica el veterinario de rumiantes y profesor de sanidad animal Alberto Díez Guerrier.
¿El ganado muere?
La mortalidad por fiebre aftosa suele ser baja pero los animales “se quedan muy tocados”. En todo caso, cuando se detecta un brote se hace un vacío sanitario, que implica el sacrificio de todo el ganado de una explotación, incluyendo los animales sanos, para prevenir la propagación de la enfermedad infecciosa. Posteriormente se limpian y desinfectan las instalaciones.
Alberto Díez explica que el humano también tiene un papel importante para evitar la transmisión, pues puede ocurrir a través de la ropa o los vehículos de los ganaderos o del personal sanitario.