Están, se las espera y, cada vez en mayor medida, dan el paso. Para muchas mujeres, acompañar el compromiso social que ya han adquirido con el medio rural con otro de carácter económico ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad. Buscar ese desarrollo laboral que las permita crear su proyecto de vida en el pueblo en el que han decidido quedarse a vivir o instalarse no siempre es fácil, pero ahí la ganadería y la agricultura representan un importante nicho y, pese a la dureza de ambas actividades, hay quienes están dispuestas a abrazarlas. Eso sí, por lo general no lo hacen a las bravas, sino que tratan de dar ese paso sobre los firmes pilares de la formación y la capacitación. Y en ocasiones, cuentan con apoyos clave para hacerlo.
Es el caso de la docena de mujeres que, desde septiembre, participan en el programa de formación para el empleo de Personal Técnico en Ganadería que imparte la Escuela Interprofesional Láctea de Zamora (Eilza) en Torres de Carrizal. Fruto de un convenio sellado por la Fundación Eilza y la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León, esta iniciativa nació para mejorar las oportunidades de empleo en el medio rural de las mujeres, un colectivo en el que pone el acento, precisamente, por su importancia para el mantenimiento de los pueblos y la sostenibilidad social de los mismos. De hecho, el 48% de las mujeres de Castilla y León viven en zonas rurales y el 54% de los emprendimientos rurales corresponden a mujeres.
Durante 11 semanas y 180 horas, las participantes recibirán clases teóricas que culminarán a finales de noviembre con visitas prácticas a explotaciones, todas ellas enfocadas a que puedan desempeñar trabajos, con la capacitación adecuada, en las empresas ganaderas con especialización lechera a las que ya estaban vinculadas, que tengan a bien crear o que quieran contratarlas a través de la bolsa de empleo que se creará al respecto.
‘Coaching’ para empezar con autoestima
Dominar las rutinas de ordeño y conocer las exigencias de gestión que conlleva una explotación agrícola y/o ganadera son los objetivos generales de un programa teórico que, para que las participantes pudieran focalizar desde el principio sus propias expectativas y necesidades, arrancó el curso con una sesión de coaching -que se completará con otra al finalizar-, que las ha sorprendido gratamente. Así lo reconoce Irene Gangoso Anta (50 años), de Cerecinos de Campos (Zamora), quien asegura que, al principio, era un tanto escéptica con esta sesión concreta del programa pero que, al finalizar ya la primera semana salió con extra de alegría y totalmente convencida de que “es imprescindible conocernos internamente para valorarnos y, a partir de ahí, afrontar con fuerza todo lo demás”.
Irene es una de las alumnas que llegaban al curso con una vinculación previa con la ganadería. En su caso, lleva 25 años casada con un ganadero y hace unos 15 decidieron firmar la titularidad compartida de la granja de ovino de leche y carne que movían juntos. Ella ya conoce, pues, el manejo del ganado de primera mano, pero no dudó en apuntarse a este ciclo formativo consciente de que “la formación es un pilar fundamental para dar solución a problemas nuevos que se pueden presentar”.
“No te digo que estoy emocionada, pero casi”, afirma segura de que se están tocando temas “imprescindibles” como los relacionados con el conocimiento del animal para poder sacarle el mejor rendimiento, o los contenidos sobre gestión informática de la explotación porque, como explica, “hoy todo se hace a través de internet y, a menudo, no tenemos la destreza ni los medios que se necesitan para cumplir con todas las tramitaciones que se nos exigen”. Ese es uno de los aspectos en los que quiere mejorar esta ganadera que, por supuesto, quiere seguir formando parte de un sector cuya principal fortaleza está para ella, precisamente, en su “gran profesionalización”, pero que, lamenta, adolece de relevo generacional y de valorización de la labor de sus profesionales.
En esa gran debilidad coincide Esther Acebedo Monje, compañera de curso que considera que la labor y el papel del ganadero quedan desgraciadamente invisibilizados para la mayoría de los consumidores. Es un hándicap, subraya esta joven de sólo 21 años que también cree que es muy complicado para quienes desean abrirse paso en el sector primario arrancar desde cero. Pese a ello, esta alumna que también ha cursado un Grado Medio de Auxiliar de Enfermería, un Grado Superior de Ganadería y Asistencia en Sanidad Animal y estudia actualmente en paralelo un grado de Anatomía Patológica y Citodiagnóstico, tiene claro que su futuro profesional estará ligado a los animales. De ahí que para ella esta experiencia está resultando también muy enriquecedora porque ahonda en “el trato y la manipulación del ganado con medidas de seguridad e higiene pertinentes y siempre respetando el bienestar animal” y la está acercando a cuestiones que desconocía de primera mano como la producción lechera.
Obtener más formación para afrontar con capacitación y profesionalización su salto a un mundo laboral relacionado con la sanidad animal es lo que espera Esther Acebedo de este curso, como Irene Gangoso que, igualmente, espera que la ayude a sentirse más capacitada para si el día de mañana, cuando pase la actual borrasca, ella y su marido deciden que es el momento de dar un paso más e innovar en su explotación de ovino.
Y es que, si algo parecen tener claro todas las alumnas de este curso, como afirma su coordinadora, María Jesús Carranza, que anuncia que se repetirá en otros puntos de Castilla y León, es que el futuro del campo pasa por la profesionalización y su propio futuro en esos pueblos en los que han apostado por quedarse, por su capacitación y competitividad.