- Comenzó su actividad en 2000 con la idea de llevar los helados a todos los barrios.
- Hoy no sólo está en todas las provincias del país, sino también en tres países limítrofes.
- Cómo fue el proceso que llevó a esta empresa a ser una de las más grandes de Córdoba.
fines de la década de 1990, cada argentino consumía en promedio unos tres kilos de helados al año. En la actualidad, la demanda supera los siete kilos por persona. Pero lo llamativo no es sólo que el mercado se haya duplicado en un período relativamente corto, sino cómo ocurrió este fenómeno: fue por el impulso de una sola empresa.
Corría el año 2000, cuando Lucas Santiago encabezaba, junto a sus hijos, la heladería artesanal Marvic, ubicada frente a la plaza Jerónimo del Barco de barrio Alto Alberdi.
El emprendedor estaba convencido, y lo repetía todos los días, de que el consumo de helados en Argentina era muy bajo y que había grandes posibilidades de crecer. Y en la crisis que derivó en la debacle económica de 2001 vio la oportunidad: llevar el producto a los barrios, a un precio más económico del que ofrecían las grandes heladerías situadas en avenidas importantes, zonas gastronómicas o centros comerciales.
Dos décadas después, aquella micropyme con un solo local en un barrio tradicional de Córdoba se transformó en Grido, una de las empresas más grandes de la provincia.
Hoy cuenta con 1.700 puntos de venta localizados en las 24 provincias argentinas y en tres países limítrofes (Chile, Uruguay y Paraguay), lo que la posiciona como la quinta cadena del rubro más grande del mundo.
“Mi ‘viejo’ siempre tuvo en la cabeza que el consumo de helados era muy bajo y sostenía que era no tanto por demanda, sino por oferta: el producto no llegaba a los barrios. Por eso vio esta oportunidad en la crisis: mucha gente que se quedaba sin trabajo y podía montar una heladería para sobrevivir, con un bajo costo de inversión”, recuerda Sebastián Santiago, que en aquel momento tenía 26 años y hoy es el director comercial de Helacor, la sociedad propietaria de la marca Grido.
Según Santiago, otro valor agregado que tuvo la propuesta desde sus inicios fue que estuvo pensada bajo el sistema de franquicias, una opción que en aquel entonces no estaba tan desarrollada como en la actualidad.
“Es lo que permitió llegar a la periferia y que el helado dejara de ser un producto que se consumía en una salida, a uno que se podía adquirir todos los días”, añade Santiago.
Sin techo
El inicio de Grido fue en un espacio de apenas 50 metros cuadrados donde los Santiago tenían máquinas italianas con las que fabricaban los helados para Marvic, un comercio que todavía existe y forma parte de la familia y que mantiene la elaboración artesanal.
“Teníamos máquinas capaces de producir 60 litros por hora y para Marvic las usábamos ocho horas por día. Lo que hicimos fue sumar otras ocho horas de trabajo y con eso abastecíamos a las primeras 10 franquicias que tuvimos”, rememora Santiago.
Sin techo
El inicio de Grido fue en un espacio de apenas 50 metros cuadrados donde los Santiago tenían máquinas italianas con las que fabricaban los helados para Marvic, un comercio que todavía existe y forma parte de la familia y que mantiene la elaboración artesanal.
“Teníamos máquinas capaces de producir 60 litros por hora y para Marvic las usábamos ocho horas por día. Lo que hicimos fue sumar otras ocho horas de trabajo y con eso abastecíamos a las primeras 10 franquicias que tuvimos”, rememora Santiago.